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Entrevista:SÉGOLÈNE ROYAL | Dirigente socialista francesa

"La globalización no priva al Estado de su responsabilidad"

Pregunta. En 2007 llegará al poder una nueva generación. ¿Sigue habiendo un mensaje francés para el ámbito internacional?

Respuesta. No, por desgracia. A Francia no se la oye porque no pone en práctica, ni en el plano interno ni en su política exterior, lo que proclama en el extranjero. Los bonitos discursos de Jacques Chirac sobre los derechos humanos o el medio ambiente no se han llevado a la práctica, lo que pone en ridículo a nuestro país y arruina su credibilidad. Con Mitterrand, Francia mantenía su rango porque aún se le reconocía una visión acorde con su historia y con el estado del mundo. Hay que devolver a Francia una voz que se oiga lejos. La tendrá si es capaz de alumbrar, sin añorar el pasado, las transformaciones que estamos viviendo, si afirma una ambición sin arrogancia y amolda a ella sus actos. Hay que redefinir todo lo que está en juego de forma más democrática.

"Si tantos investigadores se instalan en EE UU, es porque allí les ofrecen los medios para trabajar"
"La Europa actual se apoya en un pilar económico. Sin un segundo pilar social no hay nada que hacer"

P. Después de las elecciones presidenciales, la reforma de las instituciones europeas estará en el orden del día. ¿Hay que renegociar la composición de la Comisión y el derecho al voto de los Estados?

R. Se necesitará un nuevo tratado y sobre todo un tratado social. La Europa actual sólo tiene un pilar económico. Sin un segundo pilar social no hay nada que hacer. Pero yo creo sobre todo que hay que dar a Europa aliento y sentido. Se necesita una idea tan fuerte como lo fue, en la época de sus fundadores, la Europa de la paz. Sólo avanzaremos realmente si Europa demuestra su capacidad para proteger, para hacer retroceder el paro de masas y para encarnar un futuro más feliz. Más aún que reglas técnicas, lo que necesitamos es una verdadera voluntad política para construir lo que yo denomino la Europa por la prueba, que conjuga la emulación (estimulante), la armonización (social y fiscal) y la mutualización (campeones industriales, programas de investigación, buenas prácticas empresariales y sociales). Para mí, la otra cuestión es la visibilidad de Europa, que no tiene encarnación, ni presidente, ni ministro de Asuntos Exteriores, ni portavoz, y no tiene influencia en la evolución del mundo. Corresponde a la Europa real alcanzar a la Europa de la utopía.

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P. Nicolas Sarkozy está a favor de un directorio de seis [países] para gobernar Europa. ¿Es una buena o una mala idea?

R. Desconfío del dominio de unos sobre todos los demás. Hemos chocado bastante debido a ciertas declaraciones sobre los presuntos pequeños países. Fíjese en los daños causados por Chirac en los países del Este...

P. Si resulta elegida, ¿respetará las obligaciones del Pacto de Estabilidad?

R. Hay que aflojar las restricciones presupuestarias para que las inversiones que nos preparan no entren en el cálculo de los déficit. Cuando Suecia, en los años noventa, estaba en plena crisis con un paro masivo, invirtió en investigación y desarrollo. Durante dos años esto generó déficit provisionales, pero salió de la crisis y ahora tiene menos de un 5% de desempleo.

P. Sobre la globalización, Jospin dijo a propósito de Michelin que "el Estado no es todopoderoso". ¿Coincide usted con él?

R. La globalización no priva al Estado de su responsabilidad. ¡Todo lo contrario! Para que Francia no tema la globalización sino que la aproveche, hay que reforzar el papel del poder público, para luchar contra la precariedad e inventar nuevas seguridades, impedir los traslados de la producción puramente económicos, anticipar y acompañar los cambios, y ayudar a las empresas a innovar y a crear los empleos del mañana.

P. ¿Qué papel desempeña el Estado? ¿Qué forma adopta su protección?

R. El Estado tiene una función determinante. Incluso en los países que se consideran liberales, interviene más de lo que se cree. En Estados Unidos, la investigación y la innovación se benefician de inversiones públicas importantes, civiles y militares. En Reino Unido, Tony Blair invirtió en servicios públicos. En Suecia, tan cómoda con la globalización, el modelo de Estado es muy avanzado, modernizador, redistribuidor, solidario, financiador activo de la investigación. Y uno de los mayores obstáculos al desarrollo africano es la ausencia de un Estado sólido y no corrupto. Siempre que el Estado es débil, los países tienen dificultades para despegar o para hacerle frente.

P. Lo que se le reprocha al Estado no es tanto el no ser fuerte como el ser ineficaz...

R. El Estado también debe transformarse y vivir acorde con los tiempos. Hay que redefinir su misión, es lo que la opinión pública reclama. Y dar a los servicios públicos los medios humanos y materiales para hacer correctamente su trabajo. Hay que invertir mucho en la investigación y en la innovación para preparar el futuro, porque el funcionamiento a corto plazo del mercado no permite las elecciones a largo plazo.

Sin el Estado no será posible preparar el post-petróleo. Pero también hay que liberar las energías, incitar el gusto de emprender, animar a las empresas a dar muestras de audacia y creatividad. El servicio público debe aportar la formación profesional que permita cambiar de empleo sin ir al paro, renovarse o reconvertirse con la garantía de una red de seguridad y un acompañamiento individual de calidad. Hay que distribuir los riesgos entre los empleados y las empresas. La derecha cree que haciendo contratos de trabajo precarios habría menos paro y más eficiencia económica. El fracaso salta a la vista. Con un 10% de empleos realmente creados, el Contrato de Nuevo Empleo (CNE) ha tenido como principal consecuencia las artimañas y las sustituciones.

P. Frente al auge de China y de India, ¿se deben erigir barreras aduaneras para convertir Europa en una fortaleza?

R. Las mejores fortalezas siempre han sido cercadas. Europa no debe estar a la defensiva, sino a la ofensiva. Tiene los medios para ello. Deploro la retórica derrotista de determinadas élites. Al oírlas, se diría que Francia está en declive. Es falso: sigue siendo un país atractivo para las inversiones internacionales, tiene grandes éxitos en su haber y muchos talentos. Debe recuperar la confianza en sí misma, adoptar una postura de conquistador, pero sin arrogancia, tener claros sus valores y sus retos y atreverse a afirmarlos.

Europa debe ejercer su influencia para introducir en el comercio internacional criterios sociales y medioambientales. Debe asumir la competitividad a la vez que protege a su industria frente a la competencia abusiva. No se trata de volver a un modelo proteccionista, sino de hacer que surjan ramificaciones industriales de dimensiones europeas. No porque EADS tenga dificultades hay que renunciar a los grandes proyectos en ámbitos como el aeronáutico, los transportes, la energía y la salud. En política nacional, igual que a escala europea, el voluntarismo industrial tiene un sentido y hay que encarnarlo.

P. Algunos países invierten en alta tecnología, pero en Francia hay grandes reservas respecto a la nanotecnología, la investigación con células madre y los Organismos Genéticamente Modificados (OGM). ¿Cómo elegir entre estar a favor de la ciencia y el principio de precaución?

R. Si tantos investigadores se instalan en Estados Unidos es porque allí les ofrecen los medios para trabajar en buenas condiciones. Nuestra investigación está actualmente asfixiada: después de 2007, tendrá que ser una auténtica prioridad nacional. La libertad y la independencia del investigador son esenciales. Lo que no significa, desde luego, que no haya una ética de la investigación. Pero los ciudadanos tienen derecho a conocer los desafíos de los descubrimientos e innovaciones que afectan a su vida: cuando éstos se confiscan, puede vencer el miedo y aplicarse el principio de precaución de forma excesiva.

Ha habido muchas mentiras: sobre la nube tóxica de Chernóbil, sobre el amianto, los pesticidas y la cuestión del cáncer... En Francia se ha dado un giro con el sida: las asociaciones de enfermos han exigido saber. Ya no se da lo del paciente que sufre el mandamiento científico. Pero queda mucho por hacer para que los ciudadanos, que se plantean cuestiones legítimas, no padezcan los dictados de los expertos que deciden en su lugar los riesgos y las elecciones que afectan al conjunto de la sociedad.

P. ¿Es usted partidaria del impuesto sobre los billetes de avión propuesto por Chirac, o son más eficaces las ayudas privadas a lo Bill Gates?

R. No vamos a librarnos de una fiscalidad mundial. Sobre los billetes aéreos, ¿por qué no? O con un impuesto tipo Tobin, o un impuesto ecológico sobre las emisiones de carbono, por ejemplo, que permitiría financiar los bienes públicos mundiales. Lo que importa es el uso de lo que se obtiene.

Hay que volver a plantearse de principio a fin la cooperación y la ayuda al desarrollo, concentrándonos en cuatro retos principales -el agua, la escuela, el medio ambiente y la salud- y facilitando los microcréditos. Las mujeres están a la vanguardia en estos temas. En África aseguran un 98% del trabajo de la tierra, pero solamente se benefician de un 5% de las ayudas. Cuando yo era ministra de Medio Ambiente fui a ver adónde había ido a parar la ayuda. Nunca llegó a sus destinatarios. Por tanto, en Malí firmé allí mismo directamente un cheque para determinadas asociaciones. Hay que saltar por encima de los Estados corruptos e ir directamente a las sociedades, sobre todo a las redes de mujeres. Es una utopía realizable.

© Le Monde Traducción de News Clips

Ségolène Royal, el pasado mes de mayo en Lyón.
Ségolène Royal, el pasado mes de mayo en Lyón.ASSOCIATED PRESS

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