Cinco años en el Síndic de Greuges
Han transcurrido más de dos meses desde que pasé mi última jornada de trabajo en la sede alicantina del Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana y no quiero dejar que pase más tiempo sin hacer públicas algunas consideraciones y reflexiones que, a través de estas líneas, someto a la consideración de los lectores.
Lo primero y principal que debo de poner de manifiesto es mi profundo agradecimiento a la gran cantidad de ciudadanos, asociaciones y organizaciones cívicas que me han hecho llegar su ánimo, su apoyo, su gratitud o simplemente su cariño, por lo que ellos han entendido ha sido una labor bien hecha desde la Institución a favor de sus demandas y derechos. En algunas ocasiones, esas palabras han ido teñidas de elogios excesivos, con los que exactamente no me identifico, pero que recojo, no en su sentido literal, sino como muestra de reconocimiento al trabajo, intenso y extenso, de todo un lustro de vida al frente del defensor del pueblo valenciano. Ni qué decir tiene que todo ese cariño y apoyo lo comparto gustoso con el personal que ha estado trabajando a mi lado en el Síndic, porque mi labor ha sido, lógicamente, la de un director de orquesta, pero quien hacía sonar los instrumentos eran ellos y ellas. No sé qué les deparará el futuro profesional al equipo de asesores jurídicos, a la jefa y a la asesora de prensa del gabinete del Síndic, a las y los oficiales de gestión, a la responsable de los asuntos económicos, al responsable del servicio de informática, a la bibliotecaria-documentalista, a la traductora de valenciano, a las asesoras del ciudadano, a los secretarios y secretarias personales del Síndic y de los Adjuntos o al conductor y al ujier, pero les puedo asegurar que, hasta este mismo momento en el que siguen desarrollando su labor, ese conjunto de personas constituye uno de los mejores equipos profesionales con los que cuenta la Administración pública de la Comunidad Valenciana. Y no sólo por su competencia profesional y su ciencia, sino porque, humanamente, han demostrado una lealtad a la Institución, una generosidad y una capacidad de compromiso, más allá de lo exigible. Quizás por eso, por su riqueza humana, ha sido para mí un placer conocerles y es un orgullo contar con ellos como amigos míos.
También debo de agradecer, muy de corazón, el apoyo que me han prestado los medios de comunicación de la Comunidad Valenciana, quienes, casi sin excepción, y más allá de orientaciones o sensibilidades ideológicas o políticas, han valorado muy positivamente la gestión de los cinco años de mandato. En algunos casos, con editoriales (diario Levante, 7 de abril) o artículos de fondo (Pedro Muelas, en el diario Levante, Rosa Solbes o José Ramón Giner en el diario EL PAÍS-Comunidad Valenciana) que han conseguido emocionarme hasta empañar mis ojos; en otros, con palabras tan cariñosas como las que, a través de las ondas, escasos días antes de mi cese, me dedicaba el inimitable Vicente Hipólito en Radio Alicante, que jamás se borrarán de mi memoria.
El tiempo, juez implacable, colocará en su justo lugar el valor cierto de la gestión que, durante el mandato 2001-2006, se ha hecho de la Institución del Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana, pero sí creo posible decir ahora, y mantener en el futuro, que en estos años la Institución ha crecido y ha tomado el cuerpo propio de una Institución madura. El Síndic se conoce y se utiliza ahora más ahora que nunca por parte de los ciudadanos y la gestión que se realiza de sus quejas tiene una eficacia comparable a la de otras oficinas similares, que son punteras en España, como puede ser, por ejemplo, la del Defensor del Pueblo de Andalucía. Además, en el ámbito interno de las administraciones públicas valencianas, es decir, en el mundo de los funcionarios que gestionan las oficinas y los servicios públicos, sus resoluciones y recomendaciones se respetan, se valoran y, por lo tanto, se toman mucho más en serio. Obviamente, el nivel óptimo está aún por llegar y son muchas las mejoras que quedan pendientes. Pero la Institución ha quedado en unas buenas condiciones para que, en un próximo mandato, se alcance la normalidad plena, de modo que deje de ser "heroico" que un Síndic responda con prontitud a todos los escritos que le llegan, abra investigaciones de oficio, presente informes especiales o ponga en evidencia, con prudencia pero sin temor, las deficiencias y abusos administrativos. Lógicamente, ello exige que las Cortes elijan, en el menor tiempo posible, a la persona que haya de ocupar el cargo vacante de Síndic de Greuges. Porque, es indudable, y así lo demuestra la experiencia en nuestra Comunidad y en otras Comunidades Autónomas, que una interinidad demasiado larga, puede, si no paralizar, sí ralentizar el ritmo de trabajo que se había logrado alcanzar, desactivándose o debilitándose una demostrada capacidad de control de las desviaciones administrativas.
Claro que habría que preguntar a los responsables políticos si no es eso lo que persiguen. Esta es una duda que a mí, personalmente, me asalta al ver, por una parte, la ignorancia oficial a la que se ha visto sometido quien suscribe al término de su mandato y, por otra, la parsimonia con la que el Consell y el grupo parlamentario que lo sustenta se han tomado el trámite de la elección de un nuevo Síndic. Parecería que no les interese excesivamente la buena salud de una Institución que, en los últimos tiempos, ha demostrado más capacidad de supervisión que antaño o, lo que es lo mismo, que no les interesen mucho los derechos de los ciudadanos a los que el Síndic atiende. Y lo peor es que a este juego se están prestando, voluntaria o involuntariamente, los partidos de la oposición que, hasta el momento, tampoco han urgido a nadie a que se activen los mecanismos legales para la elección de un nuevo titular o de una nueva titular de la Institución.
En cualquier caso, la experiencia de haber sido Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana en los últimos cinco años ha sido, personal y profesionalmente, extraordinaria y le quedo muy agradecido a las Cortes Valencianas por habérmela permitido vivir. A todos esos ciudadanos de la Comunidad Valenciana que se han puesto en contacto conmigo en los últimos meses, les tengo que agradecer, además, que me hayan permitido terminar el mandato en medio de un reconocimiento y unas muestras de afecto como jamás creo que vuelva a recibir en mi vida.
Bernardo del Rosal Blasco es Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Alicante. Ex Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana.
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