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Reportaje:Alemania 2006

Suecia sufre por Ibrahimovic

El delantero del Juventus es seria duda para jugar el martes contra Inglaterra, pero nadie en su selección se atreve a confirmar su baja

Suecia vive el Mundial subida a una montaña rusa. Un día empata con Trinidad y Tobago y se desatan todas las alarmas (0-0). Se habla de crisis. Los jugadores se pelean, buscan espías entre los compañeros -"¿quién se lo cuenta todo a la prensa?", se preguntan entre ellos- y se reúnen a espaldas de su entrenador. Otro día ganan a Paraguay casi en el descuento. Y se desata el optimismo. Los suecos piensan en ser primeros de grupo, en el rival del cruce de octavos y en aquel equipo que fue tercero en la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994. Hasta que a la subida le sigue, así lo impone la lógica de la montaña rusa, el correspondiente gran bajón: nadie puede asegurar que Zlatan Ibrahimovic, el delantero estrella del equipo, pueda actuar el martes contra Inglaterra, con el primer puesto del grupo B en juego. En realidad, más bien parece que nadie se atreva a hacer oficial su baja.

"No se sabe cuando podrá jugar, pero somos optimistas", dice el doctor del equipo

"Aunque hoy ya se siente mejor", cuenta Magnus Forssblad, el médico de la selección sueca, "es verdad que tiene un desgarro en uno de los pequeños músculos de la ingle". El desgarro, que ya obligó a Ibrahimovic a pedir el cambio durante el partido contra Paraguay (1-0), se ha convertido en un tema capital en Suecia. Nunca una resonancia magnética concitó tanta expectación. Y del examen nadie ha querido concluir que la participación del punta en el partido contra Inglaterra sea imposible. Así de importante es el delantero del Juventus en el juego de Suecia. "Esperamos que se pueda recuperar", explicó Lagerback, el seleccionador; "pero en este momento parece que no podrá jugar", añadió. "No hay ninguna certeza sobre cuándo podrá jugar, pero somos optimistas", insistió el médico de la selección, antes de insinuar lo que nadie quería oír, la noticia que todos sus compatriotas quieren evitar, que Ibrahimovic no se puede entrenar al mismo ritmo que sus compañeros y que no jugará contra Inglaterra. "Hoy hemos decidido que trabaje haciendo rehabilitación. Es probable que no juegue [contra Inglaterra]". Claro, que en seguida reculó: "En realidad, no hay riesgos serios si juega", matizó el doctor, rodeado de preocupados periodistas. "El único riesgo es que la lesión empeore si lo hace".

El peso de Ibrahimovic en la concentración sueca va más allá de su habilidad, su altura (mide 1,92), sus goles y su fama. Tiene que ver con la mitología. De origen croata, cuentan que Ibrahimovic se aseguró el futuro con diez años. Vivía en Rosengord, un barrio de emigrantes de Estocolmo, la capital de Suecia. Jugaba en el Balkan, el equipo de emigrantes de la ex Yugoslavia. Y un día hizo tan buen partido que los rivales pidieron el acta del encuentro, reclamando que aquel niño era un infiltrado, un chaval mayor jugando con los pequeños: sin Ibrahimovic, el Balkan perdía 4-0. Con Ibrahimovic había ganado 8-4. Los ocho goles del Balkan fueron suyos.

Con esa tarjeta de presentación, el delantero ha pasado por el Malmoe, el Ajax y el Juventus. Hoy es el termómetro de la selección. La figura que mejor representa sus sentimientos. Cuando Suecia empató contra la débil Trinidad y Tobago, Ibrahimovic se enfadó por las críticas de la prensa: "No somos Brasil", les espetó. Cuando su selección ganó a Paraguay, fue de los que más lo celebró. "Ahora vendrán los goles", se felicitó, mirando de reojo a Larsson, el ex delantero del Barça, que es su compañero de ataque y de los pocos que manda más que él en la selección. Ahora, tras conocerse su lesión, Ibrahimovic guarda silencio. No quiere aventurarse a dar todo por perdido. Probablemente esté nervioso. Expectante. En tensa calma. Como Suecia.

Zlatan Ibrahimovic lucha por un balón con Julio César, de Paraguay, en su primer partido en Alemania 2006.
Zlatan Ibrahimovic lucha por un balón con Julio César, de Paraguay, en su primer partido en Alemania 2006.EFE

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