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Reportaje:

Impotente para esquivar la muerte

El joven fallecido por un disparo fortuito de un guardia civil y el agente vivían en Estepona, donde tenían amigos comunes

Javier Martín-Arroyo

La mala fortuna se cebó el pasado martes, día 13, con el joven Miguel Clavijo. Mientras viajaba con su primo y un compañero de trabajo hacia Jimena de la Frontera (Cádiz) en una furgoneta, falleció tras ser alcanzado por un disparo al parecer fortuito de un guardia civil. A pesar de la velocidad y la aparente nula intencionalidad, la mala suerte acabó con su vida sin previo aviso.

Un primo del fallecido había realizado el servicio militar junto al agente y ambos se conocían. Clavijo había coincidido en alguna ocasión con el guardia civil y tenían amigos comunes. "Es lo que tienen los pueblos, que no hay secretos y todos nos conocemos", confiaba desolado un amigo.

El agente, de 34 años, casado y con dos hijos, se encontraba solo en un servicio de apostadero del kilómetro 23 de la A-405 cuando se le disparó el arma mientras comprobaba su funcionamiento, según declaró ante el instructor de la Policía Judicial de la Guardia Civil que dirige la investigación. Aún continúa de baja médica, sedado en el hospital, "completamente hundido", según su abogado Antonio Barba, y a la espera de prestar declaración ante el juez. La identidad del agente, que llevaba en Jimena cuatro años, no ha trascendido, y su familia ha abandonado temporalmente Estepona.

Las diligencias que efectúa la Policía Judicial aún no están en manos del juzgado y la Fiscalía. A pesar de que todo apunta a que el autor del disparo será acusado de homicidio imprudente, Barba solicitará que el agente sea juzgado por homicidio por negligencia leve, con lo cual la pena sería rebajada a la categoría de falta. [El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró ayer que la familia del fallecido tendrá "información pormenorizada" de la investigación].

La desolación copaba ayer los sentimientos de la familia de la víctima por encima de la rabia y la indignación, y éstos no se podían explicar lo sucedido. "De qué manera tan increíble ha pasado todo. Sencillamente no me lo explico", contaba incrédulo un amigo de la familia a las puertas del anterior domicilio de Clavijo. El caso causó gran conmoción en Estepona y al funeral por el joven acudieron cerca de un millar de vecinos y amigos.

Antes de acudir al cementerio, la madre de la víctima, Mercedes Escarcena, se aproximó a los medios de comunicación con una foto de su hijo. "Contrataremos al mejor abogado del mundo para que se haga justicia, porque no hay derecho, me lo han matado y me han dejado sola", clamaba. La familia lamentó la falta de información de las autoridades, que se escudan para no dar más detalles en que la investigación está en marcha. La versión oficial relata que el agente se encontraba manipulando el arma reglamentaria mientras participaba en un dispositivo de vigilancia, y efectuó un disparo fortuito a una distancia de unos 15 metros de la carretera por la que en ese momento circulaba la furgoneta en la que viajaba Clavijo, que murió en el acto.

"Nadie nos da una respuesta de lo que ha pasado y exigimos justicia porque el criminal que lo ha hecho debería estar podrido en la cárcel", se lamentaron los familiares. La madre y la hermana de la víctima, Verónica, denunciaron las circunstancias de la muerte con rabia: "Miguel venía de trabajar y le pegaron un tiro que le entró por un lado y le salió por el otro... Y el criminal está en la calle".

"Mi defendido está anímicamente muy mal", declaró el letrado del agente, quien insistió en considerar el accidente como un "cúmulo de coincidencias desafortunadas", y descartó "ningún tipo de voluntariedad".

"Que me lo expliquen"

La conmoción vivida por los vecinos de Estepona tras la muerte de Miguel Clavijo dejó caras largas de asombro, incredulidad, dolor. El cóctel de factores coincidentes que acabaron con su vida provocó una unánime perplejidad que convocó a familiares y amigos, pero también a muchos curiosos. "Inaudito. Que me lo expliquen. Esto ha sido una bomba en la familia", declaraba entre llantos un amigo. El cortejo familiar lo encabezaba la madre, Mercedes Escarcena, que en todo momento portó una fotografía de su hijo fallecido. "Era un encanto de niño y la emoción no deja explicar lo sucedido porque no hay palabras, sencillamente no hay palabras", confiaba otra amiga. La "cruel casualidad" mencionada por algunos parecía rondar la mente de todos los que acudieron al funeral.

El joven residía con sus padres y una hermana menor en un piso de Estepona, y recientemente comenzó a trabajar en la empresa familiar de excavaciones de pozos de la que su padre fue uno de los socios fundadores.

El suceso ocurrió pasadas las 15.00 en una zona de la carretera A 405 rodeada de gran vegetación. Tras el disparo, los agentes y sus propios acompañantes intentaron reanimarle sin éxito.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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