Florilegio
"La reforma del Estatuto es una operación política lamentable e irracional, cuyo resultado será, en el mejor de los casos, intrascendente. (...) La campaña de ratificación del nuevo Estatuto será nuestro primer reto; tenemos la oportunidad única de que el Estatuto salga deslegitimado de las urnas" (Arcadi Espada, en el mitin inaugural de Ciutadans de Catalunya, el 4 de marzo de 2006).
El Estatuto "es una antigualla, un retorno al pasado, un fraude difícilmente asumible, además de un juego de trileros. Está hecho no sólo desde la indiferencia con la idea de la España constitucional, sino incluso desde la hostilidad. (...) El texto del Parlamento era delirante, y lo que tenemos ahora sigue siendo un disparate" (Josep Piqué, presidente del Partido Popular de Cataluña, en el Club Siglo XXI de Madrid, el 8 de marzo).
"La reforma del Estatuto de Cataluña está hecha para ETA. Para eso se produjo lo de Perpiñán, para hacer la ruptura desde Cataluña. (...) Lo que está encima de la mesa ya no son los derechos de las autonomías, sino los derechos de las naciones, y a ETA lo que le interesa son los efectos políticos de que hoy Cataluña ya esté denominada como nación" (Jaime Mayor Oreja, eurodiputado por el PP, en entrevista al diario Hoy, el 12 de marzo). "El Estatuto es un globo pinchado en caída libre" (Eduardo Zaplana, portavoz del PP en el Congreso, en entrevista a El Mundo, el 14 de mayo).
"Si se acepta que Cataluña es una nación, tendrá derecho como tal nación a todo lo que tienen las naciones: que la soberanía resida en el pueblo catalán y no en el pueblo español; que tenga un Estado como suprema organización política; un sistema fiscal propio; un poder judicial independiente; que sea titular de las relaciones internacionales y con la Unión Europea; y, en su momento, unas Fuerzas Armadas propias" (de un argumentario de campaña del Partido Popular, reproducido por El Mundo el 22 de mayo).
"La génesis del Estatuto está en el encuentro de Perpiñán. ETA necesitaba un tonto útil, y lo ha encontrado en el pueblo catalán. (...) Si yo pudiera votar el Estatuto, votaría no. El Estatuto está lleno de anticonstitucionalismo rabioso" (Gotzone Mora, concejal de Getxo todavía por el PSOE, en Barcelona el 23 de mayo).
"Con el nuevo Estatuto, José Luis Rodríguez Zapatero nos traerá una guerra civil y una dictadura. (...) El Estatuto tiene a ETA detrás y es un adelanto del famoso precio político porque, una vez aprobado, el famoso diálogo de la mesa de partidos se va a poner mucho más fácil. (...) El Estatuto es un monumento al populismo más infecto, que acabará con la competitividad de la economía catalana en 10 años" (Alejo Vidal-Quadras, eurodiputado por el PP, en Barcelona el 25 de mayo). Las reformas estatutarias "atentan contra los derechos constitucionales y contra el principio de solidaridad" (cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, en El Mundo del 2 de junio).
"Sin el PP, Cataluña acabaría hundida en un régimen nacionalista-socialista en que no cabría la crítica y se impondría el pensamiento único. El no al Estatuto servirá para extirpar toda raigambre totalitaria" (Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid por el PP, en Lleida el 5 de junio).
El Estatuto catalán "no sirve a los intereses de los ciudadanos, porque sólo ha generado tensiones políticas y polémicas artificiales que no llevan a ningún lado" (Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana por el PP, en Barcelona el 6 de junio).
"Es malo para la convivencia de los catalanes. Es un semillero de problemas para Cataluña y para España. Es un Estatuto asfixiante, que pretende fiscalizar la vida diaria y que quiere que seáis más nacionalistas y de izquierdas" (Ángel Acebes, secretario general del PP, en Barcelona el 7 de junio). "Este Estatuto está llevando Cataluña poco menos que a Jauja" (Pío García Escudero, portavoz del PP en el Senado, en Vilatenim, Alt Empordà, el 8 de junio).
"Este Estatuto es antiguo y arcaico. Es el fruto de una mentalidad izquierdista y trasnochada. Rompe el consenso constitucional y rompe el modelo de Estado. Pero, además, el Estatuto debilita de una manera insoportable la Administración del Estado y sus funciones" (Mariano Rajoy, presidente del PP, en Rialp, Pallars Sobirà, el 9 de junio).
"Estoy encantado de votar igual que Esquerra Republicana, me hace feliz esta extraña compañía, porque lo importante ahora es parar la monstruosidad del Estatuto, que tanto daño hará a los catalanes y a los españoles en general; y no en vano Dios escribe a veces recto con renglones torcidos" (Alejo Vidal-Quadras, en La Razón del 12 de junio). "El Partido Popular y Esquerra Republicana comparten la verdad con visiones diferentes" (Josep Piqué, en El Periódico del 13 de junio).
"Otra de las razones que me llevan a votar en contra de este texto es el apoyo que el mismo ha recibido de ETA. (...) Sólo por eso debemos votar no. Si a ETA y a Batasuna, que son la misma cosa, les parece bien el Estatuto es que alguna cosa no se ha hecho bien" (Daniel Sirera, secretario de comunicación del PP de Cataluña y diputado, en Abc del 13 de junio).
Si después de leer y saborear este ramillete de dicterios no contra el texto del 30 de septiembre, sino contra el Estatuto pactado en Madrid, si después de eso usted, amable lector, todavía no tiene claro qué hacer el próximo domingo, permítame sugerirle un sencillo ejercicio: mañana, mientras reflexiona, trate de imaginar qué dirían o escribirían desde el lunes a primera hora los Acebes y Vidal-Quadras, los fascistas del micrófono, los estetas del españolismo local y los voceros del integrismo católico, en caso de vencer el no o de registrarse una participación baja. Imagínelo, y luego decida en conciencia.
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.