Interés general

Ayer la televisión nos recordó algunas verdades. Primera: el interés general es el fútbol y las cadenas públicas han renunciado a él porque es demasiado caro. Segunda: es posible que dos cadenas privadas retransmitan el mismo partido de interés general, multiplicando medios y energías. Tercera: cuando la selección golea, sus partidos son más de interés general que cuando pierde. Cuarta: los partidos que se ganan tienen una estructura de parto, con una primera fase previa de gestación nerviosa, un momento álgido (feliz, doloroso, histérico) y una interminable fase de análisis, resúmenes y opiniones que suelen desembocar en una depresión posparto.

Cuando dos televisiones (Cuatro y La Sexta) ofrecen las mismas imágenes, la diferencia está en el factor audio. Pero resulta que mucha gente ve los partidos con la radio puesta, que, a su vez, ofrece distintas modalidades de épica patriotera. En la SER, por ejemplo, Manolo Lama gritaba: "¡Vamos a ganar el Mundial!" mientras Paco González intentaba, en vano, evitar que la marea roja se convirtiera en tsunami. En Cuatro, y justo después del segundo gol, Julio Maldonado decía: "Salvo una catástrofe, vamos a estar tranquilos". ¿Y si la catástrofe es la euforia?, me pregunté al pensar en el entusiasmo que se nos venía encima. ¿Y si no volvíamos a estar tranquilos nunca más? No obstante, intenté tranquilizarme viendo la repetición de las imágenes del príncipe Felipe y de doña Letizia celebrando los goles, pero me equivoqué de neurona y activé otra duda ingrata: ¿puede La Sexta comprar los derechos de la familia real, que también es de interés general? ¿La banda sonora de todo eso? El A por ellos, cántico que se está extendiendo a otros mitos de la desquiciada realidad hispana. En Por la mañana, subvencionado oasis de frivolidad de TVE, vimos imágenes de Belén Esteban en el aeropuerto. De repente, un ciudadano se le acerca y la anima con el ya famoso lema: "Venga Belén, a por ellos". Insisto: el interés general ya no es lo que era.