"Si pudiera, volvería a jugar"
El estómago de Mauro Silva es una plancha. Cada mañana queda con un entrenador físico personal para obligarse a mantenerse en forma. Ya ha cumplido 38 años y estos días los ha pasado en Múnich con su hijo Mauro, de 11 años, que ya juega de central en Sao Paulo, donde vive la familia después de retirarse y dejar el Deportivo.
Pregunta. ¿Qué recuerdos tiene del Mundial de EE UU 94?
Respuesta. Hacía 24 años que Brasil no era campeón. Había un ambiente hostil y la autoestima del pueblo brasileño estaba muy baja. Meses antes, Ayrton Senna, que era una referencia para el país, había fallecido en un accidente; un nuevo plan económico acababa de entrar en vigor... y había poca convicción de que Brasil pudiera volver a ser campeón. Parreira lo hizo muy bien. Era un equipo muy práctico, muy organizado tácticamente, con dos talentos increíbles arriba, Bebeto y Romario, y que ganó a la europea. Fue un momento muy delicado e importante.
P. Aquel Mundial aburrió hasta a las ovejas.
R. Los Mundiales nunca son aburridos, siempre hay cosas interesantes. Italia, por ejemplo, tenía uno de los equipos más fuertes de su historia, con jugadores del mítico Milan, Baresi, Maldini, Donadoni, Massaro. Sabíamos que si nos metía un gol nos iba a ganar, así que jugamos con mucha seguridad. Fuimos más efectivos que brillantes, pero lo importante es que ganamos después de 24 años y eso no se puede discutir.
P. Parreira llegó a poner a tres medios centro defensivos.
R. Empezamos con Dunga y yo; y después Raí salió del equipo y entró Mazinho, que jugó la final. Era un equipo muy fuerte en el centro del campo. Sólo encajamos tres goles. Siempre digo que los Mundiales son una competición en la que si un día te sale mal, te vas a la calle. Prima la seguridad. Ya vimos lo que hizo Scolari en 2002: puso a Edmilson entre líbero y medio centro porque hay que tener en cuenta que Brasil tiene dos laterales, Cafú y Roberto Carlos, muy ofensivos.
P. Con Dunga, Mazinho y usted era imposible meterles un gol.
R. Con Dunga he jugado mucho y he disfrutado por el carácter, la personalidad, su capacidad de trabajo y liderazgo. Y con Mazinho, que no sólo marca sino que le daba mucha seguridad a la pelota. Nuestros laterales eran Jorginho y Leonardo, y después entró Branco. Gente muy ofensiva en las bandas que necesita cobertura.
P. ¿Cómo interpreta la vuelta de Parreira al banquillo de Brasil?
R. El momento de la selección es distinto. Tiene una gran tranquilidad para ganar el sexto campeonato. No tiene la presión del 94. Quien estuvo en el fútbol jugando y entrenando, lo echa mucho de menos. Comprendo a Parreira: pasa uno año o dos en casa y quiere volver. Quiere la tensión, la presión, es nuestra vida. Yo si pudiera, volvería a jugar.
P. ¿No puede?
R. El 30 de junio cumplo un año sin fútbol. Quería descansar un poquito antes de una nueva etapa profesional. Posiblemente después del Mundial empezaré a poner la cabeza a funcionar. De momento no me apetece entrenar.
P. Romario no iba a ir a aquel Mundial del 94.
R. Parreira lo llamó en el último partido de las eliminatorias, en Maracaná contra Uruguay, y marcó los dos goles.
P. ¿Cómo era Romario?
R. Un personaje muy especial tanto en su vida como dentro del campo. Muy alegre, muy feliz y determinante para los compañeros. Él, antes de la final, estaba muy mentalizado, había hecho incluso apuestas con Stoichkov sobre quién iba a ganar.
P. La actual selección parece mucho mejor que aquélla.
R. Ahora vemos un equipo con mucho más talento, con jugadores muy bien dotados técnicamente. La única preocupación es que un día las cosas vayan mal. Pero tenemos mucha esperanza en que puedan ganar en Europa, cosa que no es fácil puesto que Alemania, sin ser un gran equipo, es la anfitriona y vamos a ver qué es capaz de hacer. Europa pesa y ya perdimos la final del 98 ante Francia.
P. ¿Qué medio centro defensivo le parece el mejor?
R. Emerson me gusta mucho: muy fuerte físicamente y tácticamente. Vieira, Edmilson y, con características distintas, ver a Xavi y a Iniesta es un placer.
P. ¿Qué piensa de España?
R. Falta convicción. Tiene más equipo que lo que marca su clasificación. A lo mejor es que la presión que tienen los jugadores en la selección no es tan grande como la de sus clubes, en el Madrid o en el Barça. En Brasil es todo lo contrario. Cuando te enfundas la canarinha, estás muy presionado y te hace rendir más y más. España sale a hacer un buen papel, se pone un límite, un tope, y ésa no es la manera de ganar un Mundial. Brasil, en cambio, sale siempre a ganar porque sabe que el título es el único resultado que vale a la gente.
P. ¿Rivales para Brasil?
R. No descarto a Alemania, con la tradición y la fuerza puede llegar a la final ante su público. Argentina, por el carácter, y si se enfrenta a Brasil puede ser muy incómoda. Y a ver cómo está Francia después de haber fallado en Corea y Japón. Es una incógnita. Pero también el Portugal de Scolari, que tiene más suerte que nadie.
P. ¿Cuál ha sido el Brasil más grande de la histroria?
R. El del 70 es el más mítico, pero el de España 82, con Sócrates, Falcao, Zico, Cerezo, practicó un fútbol extraordinario. Una generación grandísima que no tuvo la fortuna de ganar. Era la mejor y no ganó nada. Es un aviso para la actual selección.
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