Las áreas de los periféricos
Por algo Argentina es favorita. No necesitan ser mejores para ganar 2-0 en el minuto 38 de la primera parte. No lo eran y ganaban. Y lo hacían porque Ayala le decía a Heintze: "Aquí no nos remata nadie. Nadie". Se nota que les encanta. Cómo disfrutan defendiendo. Parece que se juegan la vida en cada jugada. Para futuros navegantes se aconseja, en la medida de lo posible, evitar contacto con ellos. Lo viven todo. Protestan cada jugada, justa o injusta. Se ayudan. Se hablan. Se animan. Lo dicho: la vida.
Y también ganaban porque tanto Crespo como Saviola se decían a sí mismos: "No viene, pero cuando venga, que vendrá, la enchufo". Éstos parecen secundarios. Ves jugar a Argentina y tu mirada va a otros lugares. No al que ellos están. Pero sabes que tarde o temprano les verás. Casi siempre abrazados. Celebrando uno de sus goles. Uno de Crespo. Uno de Saviola.
Las áreas: el juego que no empieza allí y en el que todo acaba.
Por algo Argentina es favorita. Creo, a lo mejor me equivoco, que saben cómo quieren jugar. Y es simple. Y es mucho. Es el equipo periférico: todo y todos alrededor de Riquelme. Le dieron su Boca Juniors, le dan el Villarreal y le están dando su selección. Por cómo siente el Barcelona su juego, no quisieron dárselo. Pero ahora en su selección es distinto. Todos le buscan y, al hacerlo, parecen aliviados. Que un equipo sepa a quién se la debe dar y a quién no tanto; que un equipo sepa que es mucho mejor que la tenga Riquelme que no otro, es una gran ventaja. Sobre todo, cuando decides jugar de esta manera.
Y creo que Riquelme así lo siente. Siente que le necesitan. Y siento que le gusta. Pasados 18 minutos de juego, una vez había gritado a un periférico y otra vez ordenado a toda su periferia. En las ultimas cuatro temporadas viéndole jugar, fue la primera vez que se lo vi hacer. Por algo será, ¿no?
Ganando 2-0 en el segundo periodo de juego, pensé que mataría el partido. A su ritmo, a su manera, él lo sabe hacer como nadie. Da pases, provoca una falta, y otra, y otra. Da otro pase, esta vez hacía la derecha. Y el tiempo que va pasando y pasando, hasta matarlo. Pero no lo hizo. No intervino. Se fue y no finiquitó el partido y Costa de Marfil, un señor equipo, siguió respirando hasta llegar al punto de casi cortar la respiración a todo Buenos Aires.
En el anterior Mundial, el Sr. Marcelo Bielsa y su fútbol no necesitaba a su Riquelme. Las maneras y los gustos son de cada uno. Sólo decir que en el Mundial del 78, Argentina ganó con Kempes. En el Mundial del 86 Argentina lo hizo con su Dios Maradona. Todo alrededor de ellos. Ahora los argentinos parece que han escogido en Riquelme al nuevo mesías para que les lleve a ganar. La puesta en escena es toda para él. Pero digo parece porque todo lo que hicieron lo hicieron sin Messi. Y éste, tarde o temprano, llega.
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