Como un chaval
Figo conduce al equipo de Scolari a la victoria sobre los angoleños, que sólo apretaron al final
Se temía una guerra, pero Portugal y Angola disputaron un agradable partido, casi veraniego. En las tribunas, el clima fue festivo. Un domingo a la antigua: fútbol, buena temperatura, un cielo maravilloso y la sensación de que los dos equipos sabían exactamente el papel que interpretaban. Portugal se impuso con claridad, aunque le cuesta cerrar los partidos. Frente a un rival muy débil, marcó pronto y tuvo numerosas oportunidades. Estuvo expuesto a un golpe de mala suerte o a algún remate imprevisto de los angoleños. Los Mundiales se complican por estas cosas. Portugal no tiene el colmillo de Brasil, que primero caza la pieza y luego se divierte.
Angola aceptó las reglas del juego desde el comienzo. No pretendió un partido áspero, ni defensivo, ni intrépido. Reconoció su inferioridad y se dedicó a jugar lo mejor que puede. No es mucho, pero permitió un encuentro atractivo, al menos para que disfrutaran las figuras de Portugal. Deco no estaba -no está en plenas condiciones físicas- y su puesto lo ocupó Figo, que en la selección se reserva la posición de 10. Para algo sirven los galones. El fútbol portugués no acaba de resolver este problema. Todos quieren jugar de lo mismo, aunque ya no está Rui Costa. Sin duda, Deco es la personificación del 10, del jugador creativo que conecta la línea media con el ataque. Lo normal es que Cristiano Ronaldo decida un día que se ha hecho mayor y que puede reclamar el puesto. Y seguro que a Simão le ronda la idea por la cabeza. Demasiada densidad para algo bueno, sobre todo si algunos no son especialistas puros en la materia.
RESULTADO
ANGOLA 0 - 1 PORTUGAL
Figo nunca lo ha sido. Excepcional jugador en el Barça y decreciente en el Madrid, nunca se ha distinguido por la claridad entre sus muchas cualidades. No es un pasador natural. Se entiende su preferencia por buscar lugares donde su disminuida velocidad no se manifieste demasiado. Hace mucho que no se escapa de los marcadores, y eso era lo que le caracterizaba. Desbordar, alarmar a las defensas y lanzar buenos centros. Angola fue tan amable que rescató retazos del antiguo Figo, que pareció un chaval en varias jugadas. En la del gol, especialmente. Aprovechó un error infantil de Jamba, el central angoleño, para prepararse una internada estupenda. Nadie le marcaba, tenía metros por delante y le esperaba el mismo Jamba que había despejado la pelota de manera lamentable. Un central de mármol. Se giró como si sufriera de ciática y vio pasar a Figo como un avión. El cierre de la jugada fue perfecto. Figo vio la llegada de Pauleta y le entregó la pelota. Pase a la red y gol.
La primera parte se desarrolló entre vistosos detalles de los mejores jugadores portugueses. Cristiano Ronaldo abandonó sus tendencias triviales y se dedicó a lo concreto: un cabezazo se estrelló en el larguero y remató con veneno en alguna ocasión. Es un futbolista de grandes condiciones naturales, pero con bastante cáscara inservible. Sin embargo, comienza a dar algunas señales de madurez en el juego. Lo mismo está aprendiendo del inteligente y sencillo juego de Rooney, su compañero en el Manchester. Portugal tuvo varias oportunidades en el primer tiempo y Angola se conformó con una. Después de dos espectaculares y fallidas voleas de Akwa, un buen remate de Macanga fue desviado con dificultades por Ricardo.
El partido sólo cobró tensión cuando los dos equipos y las dos hinchadas asumieron que la superioridad de Portugal no sería suficiente para asegurarse la victoria. Típico de la selección portuguesa. La segunda parte fue una repetición de la primera, hasta que el encuentro pasó de agradable a nervioso. Unos porque no se fiaban de su corta ventaja y otros porque confiaban en un milagro. Empezaron a menudear las faltas, casi todas a Figo, y el fútbol se volvió feo en los últimos 20 minutos, exactamente los minutos en que se pareció a un partido del Mundial. Esta vez Portugal se permitió pocas tonterías -Mateus sorprendió a la defensa en un tiro de última hora que interceptó Ricardo- y ganó. Un fácil comienzo para una selección que suele estar por debajo de las expectativas que genera.
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