Del Barça, al club del queso
Los cinco jugadores del AZ Alkmaar ilustran el 'antidivismo' de la nueva selección holandesa
Para entender de donde proviene esta selección de Holanda, uno tiene que visitar la ciudad quesera de Alkmaar. El equipo local, AZ, jugó hasta el mes pasado en un estadio en ruinas, construido hace 50 años, con capacidad para ocho mil personas. Su característica más destacada eran sus urinarios de cemento. Cuando el Villarreal lo visitó el año pasado, para un partido de la Copa de la UEFA, su autobús pasó tres veces enfrente del Alkmaarderhout hasta que una llamada telefónica les confirmó que, en efecto, ese era el estadio.
Mientras el AZ decía adiós a su estadio, algunos de sus antiguos habitantes partían hacia Alemania. Cinco jugadores de la selección holandesa provienen del club del queso, que ha sustituido al Barcelona como proveedor principal de Holanda. Los jugadores holandeses de este año son más pequeños que en cualquier otra época desde los años sesenta. Esto podría ser un punto a su favor. Holanda no contará con ningún jugador como Cruyff, Neeskens, Gullit, Rijkaard, Van Basten, Bergkamp, Frank de Boer o Kluivert. Es algo que no parece inquietar al entrenador, el propio Van Basten.
En lugar del poder de los jugadores, está la veneración por el seleccionador
Cuando el goleador más grande de Holanda se convirtió en seleccionador, tras la Eurocopa de 2004, eliminó a los que llamaba "estrellas de cine". Se refería a los jugadores que iban por el mundo con gafas de sol, tenían una suscripción de por vida a la selección y se tomaban los partidos internacionales como reuniones con viejos amigos en hoteles de cinco estrellas. Aunque Van Basten no lo dijo, se refería principalmente a Seedorf y Kluivert. Pero también ha dejado a Makaay y Davids en casa. En su lugar se encuentran los que habían seguido los torneos en un café con sus amigos y ataviados de arriba a abajo de color naranja. Nunca se habían imaginado que jugarían con Holanda. Por primera vez tenemos una selección holandesa sin el poder de los jugadores; en su lugar está la veneración por el entrenador. Kuijt solía dormir bajo un edredón marca Van Basten, Sneijder tenía una estatuilla de él, De Hesselink siempre era Van Basten en los partidos de su calle y Landzaat había cogido la mano del gran hombre cuando era la mascota infantil del Ajax.
Puede que nunca hayan oído hablar de Matthijsen, Jaliens o Boulahrouz (El Caníbal o el Nuevo Stam). Tampoco les conocían muchos seguidores hasta que Van Basten les seleccionó. Llevándoles de la mano, estarán dos veteranos imperecederos de 35 años: Van der Sar y Cocu. Éste era un simple sirviente en Barcelona, pero ahora es el líder del equipo. Techniek, la técnica, ese fetiche holandés, está representada en este equipo por los jovencísimos Van der Vaart, Sneijder, Robben y Van Persie. Ninguno de estos pícaros ha entrado en el panteón holandés.
La mejor demostración de la falta de clase de Holanda fue la final de la Champions. Dos holandeses la ganaron con el Barça, pero Van Bommel y Van Bronckhorst (como el Zelig de Woody Allen, presente en los grandes acontecimientos pero siempre pasando desapercibido) son simples servidores. Los dos creadores del Arsenal, Van Persie y Bergkamp, con sus 37 años, ni la jugaron.
Nada de todo esto preocupa a Van Basten. Idolatra al colectivo. Ha aprendido la lección de Turquía, Grecia y Corea del Sur en los dos últimos torneos: les va mejor a los equipos más duros, preparados y disciplinados (a menos que uno sea Brasil). Van Basten apunta que, a lo largo de los 90 minutos, un jugador tiene el balón una media de 30 segundos. Lo que importa es lo que hace el jugador cuando no lo tiene. Aquí es donde Seedorf sucumbió: por no ser consciente del equilibrio del equipo. Correría al ataque cuando nadie le cubriría. Kluivert ya no importaba más. Su ex entrenador, Van Gaal, le dijo a David Winner, autor de un brillante libro sobre el fútbol holandés (Brilliant Orange): "Es el chico con más talento con quien he trabajado. Debería ser el mejor jugador del mundo. Pero el fútbol no es lo único que cuenta".
Hasta ahora los don nadie de Van Basten han impresionado. Jugando con el tradicional esquema Hollandse del 4-3-3, permanecieron imbatidos durante 16 encuentros y se clasificaron para el Mundial con facilidad. Sin embargo, muy raramente han jugado al fútbol que Van Basten tiene en su cabeza. "Quiero que controlemos el campo, que mandemos", dice. Fútbol cruyffiano, para simplificar, como el que practica el Barça.
Probablemente la Holanda de Van Basten no tiene suficiente talento para jugar de esa forma. Puede incluso que les eliminen en la primera fase. Si eso sucede, no pasa nada. Van Basten seguirá volviendo a casa como un héroe nacional y sus jugadores siempre podrán decir que le conocieron.
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