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Reportaje:Alemania 2006 | Argentina-Costa de Marfil

Argentina, en su búnker

Al contrario de Brasil, los de Pekerman se preparan muy aislados del pueblo que los acoge

"El que no salta es un inglés", gritan, exaltados, varias decenas de aficionados argentinos mientras saltan pertrechados con sus camisetas albicelestes y sus tambores de guerra. Se han subido a un altillo para tratar de ver algo. Sin éxito. Al frente hay una valla y unos guardias de seguridad que impiden el paso. Está entrenándose la selección argentina, pero los hinchas no están autorizados a ver el ensayo, ni siquiera a acercarse a sus ídolos en un radio de 200 metros. Esto es la sede del imperio Adidas, en Herzogenarach, el pueblo natal de Adi Dassler, creador de la marca de ropa deportiva más vinculada a la historia de los Mundiales. Argentina tiene un contrato con esta firma y se hospeda en el hotel que acoge habitualmente a la selección alemana y al Bayern Múnich. Es un búnker reservado para la albiceleste, con varios campos de fútbol alrededor y todo lo necesario para no salir de allí más que para ir a otro campo situado en las cercanías. En el pueblo, a unos 20 kilómetros de Nuremberg, miran con curiosidad al forastero. Pero con los jugadores argentinos apenas han entrado en contacto.

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En este sentido, no puede haber más diferencias entre los dos favoritos para ganar el Mundial. En Königstein, pueblecito cercano a Frankfurt, Brasil se ha abrazado a su gente como Ronaldinho se abraza a sus compañeros antes de cada partido, informa Luis Martín. Hubo 25.000 personas en el último entrenamiento. Los jugadores, con permiso de Parreira para irse de fiesta una noche, firman miles de autógrafos y al lado del hotel hay viviendas de particulares. Brasil está patrocinado por Nike.

Dos maneras de preparar el Mundial. Casi todas las prácticas de Argentina son a puerta cerrada. El jueves, dos días antes del debut ante Costa de Marfil, los periodistas pudieron presenciar solamente la última parte del ensayo, un rato de esparcimiento que los jugadores aprovechan para divertirse en un partidillo en el que Aimar es lateral izquierdo y Leo Franco, extremo. Gritan mucho los jugadores. Tiran faltas y penaltis. Y los más de 100 periodistas argentinos, ansiosos por contar, narran hasta el "campeonato de penaltis" con el entusiasmo de una final. "Messi no se despega de la pelotita, forma parte de su naturaleza", afirma uno. "Ustari juega bien en los pequeños espacios; el que no aprendió nada es Abbondanzieri ", apunta su vecino. "¿Pero por qué ninguno pone en práctica la nueva norma de la FIFA en los penaltis, que permite amagar aunque no retroceder?", se queja otro.

Veinte años lleva Argentina sin ganar una Copa del Mundo. 20 años sin encontrar un sucesor a Maradona, algo imposible por definición. Riquelme parte con el 10, con todo lo que eso supone. Y Messi estará hoy en el banquillo, mimado por Pekerman para que entre poco a poco en el equipo. Saviola jugará arriba junto a Crespo. La parte táctica la ha entrenado Pekerman en secreto. Y algunos espías aseguran que al seleccionador le preocupa el juego por las bandas de Costa de Marfil. La potencia de Eboué por la derecha y la de Boka por la izquierda. También el marcaje que el poderoso Zokora le pueda hacer al melancólico Riquelme, que se ejercitaba el jueves con su languidez habitual. Lo contrario del expansivo Sorín, que deja constancia en cada acción de su jerarquía en el grupo. Sobre Riquelme habló ayer el técnico que mejor lo conoce, Carlos Bianchi, su entrenador en Boca y una especie de figura paterna para Román. "Me alegro que lleve el 10. Es un excelente jugador. Para poder exprimir su capacidad de conducción, el equipo tiene que darle opciones de pase, apoyarse en su juego", dijo Bianchi en el diario Olé.

En la leyenda que cada equipo lleva impresa en su autocar, se adivina a veces el carácter de la selección. En el caso argentino, es evidente: "Pónganse de pie, Argentina avanza". No puede ser más explícito. El orgullo de los argentinos con su fútbol queda retratado en esas cinco palabras. Y también la rabia de querer demostrar que siguen estando entre los grandes después del fiasco de Corea y Japón, eliminados en la primera fase. Argentina se siente como el toro encajonado que espera salir a la plaza de estampida, según advirtió el presidente de su federación, Julio Grondona. "Yo pienso que Argentina va a salir campeona del mundo", añade Bianchi. "Confío a muerte en el jugador argentino. ¿Qué quieren que haga? Yo soy así. El candidato es Brasil, pero estoy seguro de que este equipo le puede ganar una final".

Los jugadores de Argentina atienden las instrucciones de Pekerman durante una sesión de trabajo.
Los jugadores de Argentina atienden las instrucciones de Pekerman durante una sesión de trabajo.REUTERS

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