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Un estudio analiza la relación de los moriscos con la magia

La editorial de la Universidad de Granada, dentro de su colección Divulgativa Collectanea Limitae, que dirige el profesor Manuel Gómez de Molina, acaba de publicar el libro Los nombres del diablo, escrito por Yvette Cardaillac-Hermosilla. La profesora francesa, titular del Instituto de Estudios Ibéricos de la Universidad de Montaigne, recoge en este estudio una amplia perspectiva sobre las mujeres moriscas que fueron acusadas de practicar la magia.

Dividido en siete capítulos, el libro parte de la literatura clandestina morisca y de los documentos de la Inquisición para indagar en la vida de muchos moriscos que se dedicaron a la hechicería o a la magia, empleando todos los maleficios y beneficios, predicciones, invocaciones y plegarias que eran practicadas en la época.

"La magia profiláctica es aquella que todo el mundo utiliza como mecanismo de defensa, sin ser experto en la materia. La magia que empleaban los moriscos servía para evitar la mala suerte cuando llegaba una desgracia injustificada o cuando anhelaban protección". No obstante, como la autora aclara, "no se solían practicar ritos maléficos contra los demás". Estas prácticas aparecen reflejadas en los libros aljamiados, manuscritos redactados en castellano que fueron transcritos en caracteres árabes para mantener secreto su contenido.

Un "medio hostil"

Según la autora, los moriscos vivían en la época en un "medio hostil", por lo que era frecuente que se esforzaran en hacer que ciertos contenidos de lo que escribían permanecieran en secreto. El disimulo se convirtió en una actitud aconsejada incluso a la hora de practicar la religión musulmana. De hecho, el término morisco adquirió connotaciones despectivas y se empleó para nombrar "a una civilización acosada y vencida" que realizaba trabajos subalternos. "Este vocablo denomina a los musulmanes españoles que se convirtieron a la fuerza al cristianismo para evitar su exilio a partir de 1502. Los esfuerzos para lograr su integración provocarían levantamientos. Por eso, los moriscos fueron repartidos geográficamente de manera irregular, pero no cabe duda de que las deportaciones de población modificaron significativamente las cifras".

Los moriscos descendían de los mudéjares, término que se aplicaba a los musulmanes que permanecieron durante la dominación cristiana después de la Reconquista. Por su pasado y su situación en la época sus ritos debían de permanecer en secreto, ante la amenaza que se cernía sobre ellos. Como afirma la investigadora, incluso eran frecuentes las bodas secretas por el rito musulmán. "Formaban grandes familias que se protegían gracias a los conocimientos compartidos cuya síntesis se encuentra en los libros aljamiados", concluye.

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