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Entrevista:CARLOS BELO | Obispo y premio Nobel de la Paz

"Un país católico con un gobernante musulmán demuestra madurez"

Ignacio Zafra

Carlos Felipe Ximenes Belo denunció en 1998 que su pueblo sufría un genocidio a manos de Indonesia. Dos años antes, Ximenes Belo, hoy obispo emérito de Dili (capital de Timor Oriental), recibió el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con una salida pacífica a la ocupación indonesia. Su tierra alcanzó finalmente la independencia en 2002. Y poco después, el nuevo Estado, "uno de los más pobres de Asia", con una extensión similar a la provincia de Albacete y unos 850.000 habitantes, desapareció del panorama occidental dejando la impresión de haber protagonizado un final feliz.

Timor Oriental regresó a los telediarios el mes pasado, después de que la revuelta de 596 ex militares -expulsados de un ejército formado por 1.400 hombres- pusiera de manifiesto la gravísima crisis institucional, política y social, cercana a la guerra civil, que vivía el país. En las semanas siguientes se contabilizaron 30 muertos y "100.000 refugiados", afirma Ximenes Belo. El obispo emérito, de 58 años, será investido hoy doctor honoris causa en Montcada (Valencia) por la Universidad Cardenal Herrera CEU. Ayer pasó el día acompañado por miembros de su congregación, los salesianos, y habló de la situación de su país.

"En Timor se quiso gozar inmediatamente de los beneficios de la independencia"

Pregunta. ¿Cómo explica la última crisis de Timor Oriental?

Respuesta. El problema es complejo. Es un pueblo formado por diversas... No etnias, ni tribus... Pero se hablan 19 dialectos, cada pueblo tiene el suyo, y durante el tiempo de la colonización portuguesa hubo muchas luchas. Con la invasión de Indonesia, Timor Oriental se unió, quitado del grupo que quería la integración. En ese tiempo teníamos un objetivo común: conquistar la independencia, la libertad. Es muy triste que después de tanta lucha y tanto sufrimiento, después de cuatro años de independencia hayamos llegado a este punto de incomprensión y división entre los timorenses. La situación es grave en la medida en que comienzan a verse sentimientos étnicos que antes no existían, entre la parte oriental y la parte occidental del país, que nosotros llamamos lorosae y loromonu.

P. El problema de fondo parece ser la miseria.

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R. Sí. Los problemas vienen sobre todo a causa de la pobreza. No hay industria, no hay fábricas. La agricultura es muy tradicional, el comercio es pequeño. Otro factor es que después de la independencia mucha gente quiso gozar inmediatamente de los beneficios de la independencia. Encontrar trabajo; que las cosas funcionaran; los guerrilleros que lucharon en los bosques querían la integración en la vida social y militar. Y eso no fue lo que ocurrió, porque al conseguir la independencia no había una Administración. La estructura que había en tiempos de los indonesios dejó el país, y luego también salió la de Naciones Unidas. Los timorenses empezaron todo de nuevo y hubo fricciones entre los partidos políticos.

P. Algunos han atribuido parte de la responsabilidad al primer ministro, Mari Alkatiri, y han destacado que es musulmán.

R. Alkatiri cumple bien su papel y es una persona seria. Esperamos de su parte que oiga más a la gente, que haga un gran esfuerzo de diálogo con la Iglesia, con la sociedad civil, con los partidos de la oposición. Esto es un problema de hablar, de diálogo. Por otra parte, tener un gobernante musulmán en un país mayoritariamente católico es una forma de mostrar al mundo que tenemos madurez política, madurez democrática y que aceptamos el pluralismo religioso.

P. ¿Qué necesita hoy sobre todo Timor Oriental?

R. El mayor problema ahora es el orden público. Se continúan incendiando casas, matando a gente. Es necesario imponer el orden público y que los refugiados vuelvan de los conventos, escuelas y seminarios, a sus pueblos. Y después empezar un clima de reconciliación porque formamos un solo pueblo, una sola nación y no hay que dividir Timor en dos estados.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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