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FRANCESC HOMS | Secretario ejecutivo de Convergència Democràtica de Catalunya | El futuro de Cataluña

La obsesión por el detalle

Enric Company

Antes de cerrar el acuerdo sobre el Estatuto con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, el sábado 21 de enero al anochecer, Artur Mas, líder de CiU, consultó, por teléfono, con una sola persona: Francesc Homs. Este detalle indica el elevado grado de confianza política existente entre ambos. Homs (Vic, 1969) había sido uno de los directores generales en el Departamento de Presidencia a las órdenes directas de Mas cuando éste fue conseller en cap, en el último Gobierno de Jordi Pujol, de 2001 a finales de 2003.

Junto con otros altos cargos de su misma generación llegados al mismo tiempo al segundo nivel del Gobierno, formaba parte de lo que desde entonces se conoció como el pinyol del nacionalismo convergente: David Madí, Oriol Pujol Ferrusola, Marc Puig, Joaquim Forn, Antoni Vives y Josep Rull, entre otros.

Antes de trabajar con Mas en Presidencia, Homs había sido durante un año jefe de gabinete del anterior titular de ese mismo departamento, Joaquim Triadú, y, antes, durante cinco años, del consejero de Gobernación Xavier Pomés. En esta larga etapa aprendió qué es el poder político y cómo se ejerce desde los despachos de un gobierno. Sus funciones de jefe de gabinete le llevaron a vivir entre bambalinas el traspaso a la Generalitat de la gestión del tráfico en las carreteras catalanas. Se negoció con el Gobierno del PP y se aprobó por unanimidad en el Congreso. Sin embargo, los problemas llegaron después. Homs cuenta que había un director general de Tráfico "que decía que eso no iba con él, que no era factible, que el control de tráfico no se podía trocear".

La lección que entonces aprendió Homs es que, más allá de la retórica, hay un punto en que el poder político en España es esto: un director general (en este caso el segundo miembro de la familia Muñoz Repiso que ocupaba el cargo) que, se vote lo que se vote en el Congreso y se pacte lo que se pacte con el Gobierno de turno, es quien pretende definir qué es o no es factible.

Todo eso iba a tener su importancia a la hora de redactar y negociar el nuevo Estatuto. Elegido diputado autonómico por CiU en 2003, Homs aportó a la ponencia su obsesión por incluir en el texto que la Generalitat tendrá mecanismos de poder que la Administración central le ha regateado una y otra vez durante 25 años. Digno discípulo de Pujol en la pasión por los detalles, Homs ha puesto todo su empeño en concretar, en fijar con precisión quién controla qué en cada caso, ya se hable del consorcio de las agencias tributarias o de la financiación de los municipios, ambos objeto de dura pugna.

Formado en una familia campesina sin propiedades originaria de la comarca de Osona, Homs es un representante genuino de los amplios sectores de la menestralía catalana que desde 1980 se ha identificado plenamente con el pujolismo. Según su propio relato, un tipo de gente que vivió en el más absoluto silencio bajo el franquismo, "trabajadores pero no obreristas", que confían más en la invocación Sant Pancràs, salut i feina, tantas veces repetida por Pujol, que en la fuerza de los sindicatos. Homs es de los que resumen su ideología política en una sola palabra: Cataluña. Según él, "una cierta idea de país, que no es de derechas ni de izquierdas". Activista de un sindicato nacionalista en sus años de estudiante de Derecho, se afilió a Convergència en 1993. Casado y con dos hijas, se fue a vivir hace tres años a Taradell (Osona) en busca de un marco, de un ambiente social y geográfico que le permitiera una interacción telúrica con el país más gratificante para él que la que le ofrecía la cosmopolita Barcelona, en la que residía desde niño.

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