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Homenaje en Vic a las víctimas de ETA

Hoy se cumplen 15 años de la bomba contra el cuartel de la Guardia Civil que segó 9 vidas

Un coche bomba cargado con 70 kilos de explosivos y metralla segó un día como hoy de hace 15 años la vida de 9 personas, entre ellas 5 niños, e hirió a 28 más en la casa cuartel de la Guardia Civil de Vic. Eran las seis de la tarde, el patio del cuartel estaba lleno de niños jugando cuando Joan Carles Monteagudo y José Félix Erezuma, miembros del comando Barcelona de ETA, deslizaron por la rampa de acceso el coche bomba. La Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT) organizó ayer un acto ante el solar de lo que fue el cuartel de la Guardia Civil en el que participaron 200 personas y al que el Ayuntamiento de Vic envió a dos concejales.

Hace hoy 15 años, los dos terroristas por fuerza tuvieron que ver a la decena de niños y niñas que correteaban por el patio ajenos a lo que se les avecinaba, pero ni eso les detuvo. ETA hizo estallar el horror en medio del cuartel en el segundo atentado más sangriento de los perpetrados por la banda en Cataluña, tras el de Hipercor en junio de 1986, que costó la vida a 21 personas y es el más sangriento de la historia etarra.

La terrible explosión, que retumbó en todo Vic, levantó una nube de polvo detrás de la cual se escondían imágenes que los habitantes de la ciudad hubieran preferido no ver jamás, ni en ese ni en ningún otro sitio, pero que no se borrarán jamás de su memoria. Rabia y conmoción se apoderaron de la población, que enmudeció ante el tamaño de la atrocidad, pero que vio despertar una oleada de solidaridad con las víctimas que lo habían perdido todo: algunos a sus familiares, y muchos otros, su hogar, ropa y enseres.

Los autores materiales de los asesinatos, Juan Félix Erezuma y Joan Carles Monteagudo -éste había sido miembro antes de la organización terrorista catalana Terra Lliure-, murieron al día siguiente de su sangriento atentado tras un tiroteo con la Guardia Civil, que les localizó en un chalet de Lliçà d'Amunt (Vallès Oriental), donde estaban refugiados.

Dos centenares de personas, convocadas por la ACVOT, se reunieron ayer en la esquina del paseo de la Generalitat con la calle de Andreu Fabrer, ante lo que hoy es el solar del cuartel -que tuvo que ser derruido-, para recordar a las víctimas de aquel 29 de mayo de 1991. Con la emoción contenida unos, con los ojos llenos de lágrimas, otros, las imágenes del atentado revivieron en las mentes de los presentes.

Asociaciones de víctimas del terrorismo de toda España enviaron comunicados de solidaridad a un acto que acabó con una ofrenda floral y una audición del Cant dels ocells, de Pau Casals. Una misa puso punto final a un homenaje que llega en un momento clave después del alto al fuego de ETA y la confirmación del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de que pronto puede comenzar el diálogo con la banda terrorista. La ACVOT pidió al Gobierno que no dialogue con ETA hasta que cese definitivamente la violencia, y consideraron evidente que apedrear una furgoneta de la Ertzaintza, hacer pintadas amenazantes o practicar terrorismo de baja intensidad no es inexistencia de violencia.

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En Vic el incipiente proceso de paz se veía con recelo y las heridas de aquellos hechos aún están muy abiertas. Es el caso de Toni, quien prefirió no dar más señas de su identidad y de su relación con el atentado. Este hombre duda de la veracidad de las intenciones de ETA, pero, pase lo que pase, tiene claro que los presos de ETA no tendrían que salir de la cárcel. Comparte esta opinión Silvia Garrido, que perdió a un familiar en el atentado. Opina que el significado de paz es que los etarras cumplan sus condenas.

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