Luis da un aprobado raspado en el debut de Iniesta
A escasos 46 kilómetros de su casa, en Fuentealbilla, Andrés Iniesta, de 22 años, debutó anoche con la selección española absoluta en el estadio Carlos Belmonte. Fue el día en que Luis Aragonés, el seleccionador, dio un simple aprobado al equipo. Fue un momento muy esperado por la hinchada manchega, que se vistió de un rojo chillón para recibir al combinado español. Desinhibida como es, la afición se arracimó horas antes alrededor de su estadio para disfrutar de la fiesta. Regresaba a casa el niño prodigio, casi 10 años después de una brillante carrera en el Barcelona y en todas las categorías inferiores de España. Un crecimiento sostenido que ha tenido su clímax justo en el momento justo: en la escalada del Barça hacia la conquista de su segunda Copa de Europa. Porque antes atravesó instantes de incertidumbre. Tras lesionarse Xavi de gravedad, Frank Rijkaard, técnico azulgrana, no acabó de decantarse completamente por el albaceteño. Albergó muchas dudas. Unas veces eligió a Motta; otras a Van Bommel; y las demás, sí, a Iniesta, pero de manera alternativa. Llegó, sin embargo, la ida de los cuartos de final de la Champions ante el Benfica, en el estadio Da Luz, e Iniesta era el único centrocampista disponible para actuar de mediocentro. Aunque no en la posición en la que se siente más cómodo, con un escudero guardándole las espaldas. No. Jugó de mediocentro de cierre. Y su actuación simplemente deslumbró al seleccionador, Luis Aragonés, que no tenía pensado hasta entonces llevarlo a Alemania. Su trabajo defensivo frente al Benfica superó con creces las expectativas de un futbolista aparentemente caracterizado por su fragilidad física. "Siempre he sido bastante rápido", explicó entonces el siempre moderado y sensato Iniesta, que se convirtió en el favorito del público para el puesto. También para la final de la Liga de Campeones en la que volvió a quedarse sorprendentemente en el banquillo, entró en la segunda parte y resultó decisivo para abrir con sus pases interiores la tupida defensa del Arsenal. Difícil encontrar tanto dentro como fuera del campo a una persona tan equilibrada, según lo define alguien que ha seguido toda su trayectoria, el seleccionador de las categorías inferiores Iñaki Sáez, que dirigía al Albacete justo cuando empezó a descollar aquel niño que ficharía después el Barcelona.
Camino de Alemania, la irrupción de Iniesta coincidió temporalmente con la de Cesc, su rival en la final de París, y entre los dos echaron fuera a Baraja, que se había chupado toda la clasificación y cuyo enfado con el seleccionador es imaginable. Cesc, por cierto, partió ayer de titular junto a Albelda y Senna, en ese triángulo en el centro del campo con el que Luis pretendía dar consistencia a un equipo en el que se aventuró a probar con tres delanteros: Luis García, Torres y Villa. Aventura relativa, pues a última hora de ayer recurrió a Albelda en lugar del previsto Xabi Alonso en un intento, se supone, de ganar seguridad defensiva. Y casi nada funcionó.
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