_
_
_
_
Motociclismo | Gran Premio de Francia
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Valentino no se va

No, no se va, y tampoco ha vuelto porque ni siquiera se había ido. Tan sólo estaba tratando Valentino Rossi de solventar los múltiples problemas que afectan a su moto desde que empezó este Mundial, una situación que le ha impedido estar delante como nos tenía acostumbrados. Prueba de ello es que no ha conseguido salir de la primera línea de la parrilla ni una sola vez en lo que va de campeonato. Parece obvio que su Yamaha no está a la altura de la Honda, y él mismo lo admite, ya sea por problemas de chattering -un fenómeno que hasta ahora ignoraba por completo-, de neumáticos, de puesta a punto del motor o de desgaste prematuro de algunos de sus elementos internos, como ocurrió ayer en el circuito francés de Le Mans.

Más información
Rossi rompe y Pedrosa sobrevive

"La Yamaha es más difícil de poner a punto que la Honda", dice el italiano, que conoce bien ambas máquinas. Pero ello no tiene por qué ser un inconveniente para Rossi, un hombre a quien le encantan los retos: lo dejó bien claro subiendo de categoría con inusitada celeridad y luego dejando a Honda -la marca más fuerte del Mundial, con la que había ganado cuatro títulos- por Yamaha, un equipo entonces en horas bajas, únicamente para demostrar que era capaz de seguir venciendo.

Pese a todo, el constructor de los tres diapasones no dispone todavía del potencial tecnológico de su rival del ala dorada. "Honda es la marca número 1, sí, pero Yamaha es la número 2", afirma Rossi. Y también es cierto que, tras la defección del italiano, la Honda oficial no ha llegado a funcionar al nivel ni en las manos de Alex Barros ni en las de Max Biaggi y vuelve a brillar con Dani Pedrosa sentado a sus mandos.

Rossi es consciente de que la llegada a la MotoGP de la nueva generación de jóvenes lo ha trastocado todo, empezando por él mismo, que aterrizó hace unos años en la categoría máxima como un auténtico torbellino. Antes, cuando se cambiaba a una clase superior, un piloto debía pasar un periodo de adaptación antes de empezar a sentirse cómodo en ella, como recordaba Sito Pons, que esta temporada ejerce de comentarista en la televisión. Hoy en día, cuando los Pedrosa, Casey Stoner, Marco Melandri y Toni Elías se estrenan sobre máquinas de cuatro tiempos controladas mediante una sofisticadísima gestión electrónica y calzadas con neumáticos superadherentes, este proceso va mucho más rápido y, si encima llegan rebosando talento, la cosa se pone bastante cruda para los veteranos.

De modo que ni hay que enterrar a Rossi antes de tiempo ni encumbrar a Pedrosa con tanta precipitación. El italiano es octavo en la tabla del campeonato, a 43 puntos del líder, Hayden, y no parece nada nervioso. Sabe que este año podría no reeditar su título, pero eso no le quita el sueño porque cabe perfectamente la posibilidad de que sí lo haga y que veamos de nuevo el dorsal número 46 -lo luce en homenaje a su padre, Graziano, antiguo piloto de 500cc- cruzando muchas veces el primero la meta. Aunque hoy no le acompañe la suerte con la mecánica, a Valentino le sigue sobrando finura al manillar de una moto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_