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"Los policías nos gritaron: '¡Rojos de mierda, estáis aquí para que nosotros os peguemos!"

A Naiara Cabrera, en el forcejeo con los policías durante su detención, se le bajaron los pantalones hasta los tobillos. "Les pedí que me dejaran subírmelos, y un policía me contestó: 'Ése es tu lugar: con el culo al aire, ¡que te vea todo Móstoles!". Ésta es una de las presuntas vejaciones a las que fueron sometidos los hermanos Cabrera desde que fueron detenidos, el martes pasado sobre las 19.50, hasta que en la mañana del miércoles salieron de la comisaría de Móstoles en dirección a los juzgados.

El peor trago para los detenidos fue el rato que pasaron en la furgoneta que les trasladó desde el Teatro del Bosque hasta la comisaría. "La gente gritaba: '¡No os los llevéis, no han hecho nada!", cuenta Naiara. La furgoneta arrancó, con los dos jóvenes vigilados por cuatro policías, giró dos calles y se paró en seco. "Entonces nos gritaron: '¡Rojos de mierda, estáis aquí para que os peguemos!'. Yo me había meado encima del susto y un policía le dijo a otro: 'Es una guarra, puedes mearla que no se va a notar", afirma la chica. Ésta no se amedrantó y escupió a uno de los policías a la cara. Su hermano lloraba desconsolado. "Ellos se lo estaban pasando en grande", recuerda Eduardo. La furgoneta, con el indicativo Puma 79, llegó a la comisaría y a Naiara, según su versión, la arrojaron al suelo. "¡Me vais a matar!", les gritó, al ver cómo un coche casi se la lleva por delante.

En la comisaría de Móstoles, ambos hermanos fueron separados. "A mí me metieron en un cuarto y me dejaron sola con un policía al que se le caía la baba al mirarme. Me soltó: 'Los piercing te los tienes que quitar y si tienes uno en el coño, ya te lo estás quitando".

Los dos pasaron la noche en el calabozo, vomitando y llorando. Estaban en celdas contiguas y se comunicaban por una rendija. "El calabozo estaba asqueroso. Olía a meado. Nos despertaron a las siete de la mañana para preguntarnos si queríamos metadona. Les dije que no, pero que quería un cigarro. Y el policía me contestó que metadona sí, pero que no se podía fumar", cuenta Eduardo. Este chico, que trabaja en la construcción, ha pedido unos días de baja en la obra. Naiara, que no trabaja, está a la espera de que le concedan un curso de formación para dependientas de centros comerciales.

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