Rijkaard se corona en París
Al igual que Muñoz, Trapattoni, Cruyff y Ancelotti, ha ganado la Copa como técnico y jugador
Desde la naturalidad y el sentido común, Frank Rijkaard se ha situado a la altura de Miguel Muñoz, Giovanni Trapattoni, Johan Cruyff y su hermano futbolístico Carlo Ancelotti, los cinco personajes futbolísticos que han ganado la Copa de Europa como jugador (tres veces en su caso) y entrenador. La progresión del técnico holandés, que dimitió como seleccionador después de la Eurocopa de su país y no pudo evitar el descenso del Sparta de Rotterdam, ha sido tan rápida y saludable como la de su propio Barcelona.
Dos Ligas y una Champions en sólo tres temporadas son un currículo suficiente como para dejar la cola del autobús de celebración de los éxitos azulgrana y pasar a la parte delantera. Aunque siempre mantuvo la discreción, Rijkaard participó ayer de la fiesta barcelonista con más entusiasmo que cuando se celebró el título de Liga. Vistió la camiseta conmemorativa, rematada con el lema més que un club, nada que ver con sus habituales camisas floreadas, y repartía abrazos entre sus futbolistas.
Rijkaard siempre sabe encontrar su sitio en el escenario. Huye de cualquier protagonismo, nunca genera el menor problema y, en situaciones de apuro, asume su responsabilidad, como en la alineación que presentó ante el Arsenal. De la misma manera que pudo equivocarse, también supo después corregirse de acuerdo a un plan previsto o improvisado, depende de quien procese su actuación, porque siempre hay quien sospecha sobre el proceder de un entrenador de fútbol.
Al Barça, sin embargo, no se le ha considerado hasta ahora como un equipo de autor, y a menudo se tiende a mirar a Rijkaard más como una persona encantadora que como un técnico excelente, sin reparar que ha sido decisivo en la evolución que ha tenido el equipo en asuntos que en tiempos pasados generaron discusiones muy ruidosas como por ejemplo la ubicación de la estrella brasileña -Rivaldo con Van Gaal y ahora Ronaldinho- o la posibilidad que la figura del 4 o medio centro se convierta en un pivote defensivo.
Rijkaard ha sabido equilibrar generalmente al equipo, procura facilitar la cohabitación de las estrellas y evitar la pugna de egos, y ha armonizado los distintos sectores de la institución al punto que cuando un directivo o empleado levanta la voz da la sensación de que pertenece a otro club. Al entrenador azulgrana le inoportuna especialmente cualquier tipo de ruido e impone su discurso fluido frente a la aceleración, la paciencia contra la precipitación, la palabra ante el grito. El control emocional de Rijkaard es sorprendente en un club tan pasional como el azulgrana. El técnico se gana a la gente con su educado discurso y la delegación de funciones. No hay salidas de tono en el vestuario del Camp Nou y cualquier decisión controvertida es congelada antes de anunciarse si puede provocar reacciones contraproducentes. "Funcionamos como una familia" coinciden en señalar en el camerino azulgrana. Habrá que ver cómo reacciona cuando se produzcan novedades, y la salida de Ten Cate -entrenaría al Ajax- parece que será la primera en producirse. La gente aguarda a conocer la respuesta de Rijkaard porque acostumbra a actuar con naturalidad y de manera práctica. El estilo Rijkaard, en cualquier caso, no consiste simplemente en procurar que la gente se lleve se bien sino que también comprende un serio trabajo de documentación e investigación. Al técnico le interesan especialmente las nuevas tecnologías y las aplica en su intento de conseguir que su equipo tenga tanta destreza como fuerza mental. Rijkaard no es sólo lo que parece sino mucho más.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.