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Reportaje:PERSONAJE

Talismán Coro

Jordi Quixano

Lloraba Montjuïc, condenado como estaba el Espanyol a la Segunda División. Faltaban tres minutos y la tragedia estaba a punto de consumarse. El Alavés ganaba en Mendizorroza y el equipo espanyolista empataba a cero, bajaba de categoría. Pasó un minuto. Oportunidad del rival, la Real Sociedad, que encogió el corazón del estadio, pero no el cuerpo de Gorka. Acto seguido, sin embargo, todo cambió. Una pelota que no tenía dueño, colgada por Jarque, la peinó Pandiani, la tocó Posse y acabó en los pies de Coro. Éste la controló con la derecha aunque de forma regular, pues el cuero se le quedó un tanto largo. Pero llegó a disparar forzado con la zurda, su pierna mala. Un estruendoso ¡gol! retumbó en Barcelona. Su oportunismo, una vez más, salvó al Espanyol y conmocionó a los periquitos, que arrancaron a llorar.

Ferran Corominas Telechea, Coro, (Girona, 1983) es un extremo rápido, muy rápido, hábil, descarado y, sobre todo, oportuno. Sus goles, precisamente la tarea que debe mejorar, llegan cuando más se necesitan. El sábado ocurrió en el útimo resuello, cuando el drama sobrevolaba Montjuïc. "Es un gol importante, pero otro gol al fin y al cabo", concede con humildad; "después del tanto, eché a correr y no pensé en nada porque enseguida me envolvieron en abrazos y gritos".

Pero no era su primer gol milagroso. Ni mucho menos. "Corominas no es el talismán del Espanyol, sino de la familia Lotina", repuso el técnico, Miguel Ángel Lotina, a mediados de esta temporada, cuando, a falta de un minuto contra el Athletic, Coro marcó el tanto del empate y conservó el trabajo del técnico, acuciado por los resultados y los directivos. "Es mera casualidad porque he tenido otras oportunidades de marcar y no lo he conseguido", conviene con tímidez Coro. Pero admite: "Me gusta jugar con presión". Así lo demostró el día que debutó con el Espanyol.

En octubre de 2003, Javier Clemente, ahora entrenador del Athletic, le convocó para un partido de la Copa del Rey contra el Elche. Salió en los últimos minutos con 2-2 en el marcador. Y, cuando parecía irremediable la prórroga..., ¡zas!, gol de Coro. Siempre en el último aliento. Pero también siempre los marca como reactivo.

"Me gustaría tener un poquito más de continuidad porque nunca juego un partido entero tanto si salgo de titular como de suplente". Tampoco salió de inicio en la final de la Copa de esta temporada ante el Zaragoza, pero marcó un tanto, el 3-1, justo cuando más achuchaba el Zaragoza. "Quizá no noto tanto la presión porque estudio psicología [está a punto de acabar el segundo curso]", comenta divertido; "pero la clave es que soy muy tranquilo". Por eso no se puso nervioso el sábado, cuando De la Peña, lesionado, le dio el testigo sobre el césped de Montjuïc. "Quiero que encares a López Recarte y que chutes a puerta", le pidió Lotina. Dicho y hecho. En el primer disparo, la pelota rebotó en un palo. En el segundo, reposó en el fondo de las mallas. "Pasamos muchos nervios porque Ito nos dijo que ganaba el Alavés", relata; "pero todo salió de maravilla".

Sonó el pitido final y los compañeros le hicieron una gran melée sobre su enjuto cuerpo. "En ese momento no pesaban nada", confiesa; "era como un sueño". Un sueño que empezó a forjar por las calles de Banyoles, cuando no se despegaba de la pelota ni para dormir; que alimentó en el propio Banyoles y el Vilobí, sus equipos de niño; que vislumbró en el filial del Espanyol, y que cumplió el sábado. Siempre tuvo una pelota en la cabeza. Le viene de familia: su tío jugó en Segunda A, en el Palamós y el Figueres, y su abuelo, en Primera, en el Lleida.

Periquito de primera, coleccionó los cromos de la Liga y de los Mundiales. Pero siempre le gustaron los azulgrana Romario y Laudrup. "Espero que el Barça gane la final de la Champions porque es un equipo español, pero, si se enfrentase contra cualquier otro conjunto de aquí, querría que perdiese", asegura. Pero, ante todo, se queda con el Espanyol, el equipo que salvó de la quema. Y que desplomó a Lotina. Era su último partido como técnico blanquiazul. Ha dicho que se va. Y con él, Lopo, Posse y Domi.

"He tomado la decisión de dejar el club", alcanzó a decir Lotina con la voz trémula. Convulso y desencajado por la emoción, nada más concluir el partido, se despidió de la afición con besos y abrazos. Con la hinchada siempre congenió de perlas -ante el Athletic, la grada coreó su nombre-. "Siempre llevaré este escudo en el corazón", sentenció. En el Espanyol deja una Copa, dos años seguidos llevándolo a la Copa de la UEFA y su talismán: Coro.

Coro celebra su gol decisivo ante la Real Sociedad.
Coro celebra su gol decisivo ante la Real Sociedad.EFE

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