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Columna
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Estreñimiento

Hasta el 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos dominaba el escenario económico y político mundial, mejorado a su favor por el derrumbe de la Unión Soviética en 1989. Pero una fuerza política no reconocida (Al Qaeda) le golpeó en el corazón. La gran sociedad laica americana decidió entre buenos y malos, beban o no Coca-cola. Al cambio de paradigma se sumaron la sociedad civil, los intelectuales, las empresas y hasta la reaccionaria administración Bush. ¿Nos hemos dado cuenta en la Comunidad Valenciana que nos cambia el paradigma? Un pueblo mediterráneo, dispuesto siempre a vivir nuevas sensaciones, se ha vuelto estreñido a la hora de aceptar un nuevo paradigma económico y social, y no digamos cultural, como si cambiarlo fuera romper con la historia, cuando al fin y al cabo la naranja no tiene más de cien años, el azulejo cincuenta, el calzado por ahí y los turistas llegaron con Pedro Zaragoza en 1950. ¿Tanto cuesta aceptar el cambio del paradigma? La Ciudad de las Ciencias diría que es el único paso atrevido en un ambiente reaccionario a cualquier cuña novedosa.

Porque ese estreñimiento emocional interesado afecta tanto a la derecha como a la izquierda valenciana. Por no decir a la llamada sociedad civil nunca demostrada. Es de coña ver a Eliseu Climent en el año 2006 montando el mismo Aplec de hace tropocientos años. Hasta Pujol y Carod Rovira han cambiado su previsión sobre Acció Cultural, pero él dale que te pego. No hay nuevo paradigma que valga para comprender el mundo cuando solo se está al negoci.

El PSOE juega a salvarnos de la derecha y aspira a un mundo de alpargatas. Joan Ignasi Pla sería feliz si en lugar de tener que hablar con Enrique Bañuelos lo pudiera hacer con Evo Morales. Y Francesc Camps quisiera ser heredero de los tiempos políticos de Cánovas y Sagasta, donde hasta se pactaba la alternancia, sin estridencias ni globalizaciones. Nada debería haber cambiado. Pero desgraciadamente o por suerte el mundo es cambiante y recrea un futuro que no tiene que ver con las previsiones del presente. Aquí las últimas emociones fueron las de Paquita la reventaplenaris. Luego los sentimientos se han quedado en la Santa Faz, la Magdalena y la Misa d'Infants.

Nuestro paradigma suena a tio pantorrilles, un gran personaje de Lucena, bisabuelo de Carlos Fabra, que marcó toda una forma de hacer política. Ignaci Villalonga venía del pueblo de al lado (Figueroles), pero a la vista del tema se marchó a Madrid. Aquí y ahora Gerardo Camps sigue con aquel paradigma y se pelea con Justo Nieto a través de Virosque para conseguir mandar más. Pero ni estos ni Francesc Signes se plantean el reto que el coste de la energía va a tener para nuestra economía. ¡Uf! ¡Que cosas! ¡Si acaban de inaugurar una central de ciclo combinado en Sagunto! ¿Para qué más? ¿Quién va a buscar una alternativa a Iberdrola?

Es estreñimiento emocional para querer plantearse el nuevo paradigma. Decía Manuel Pizarro en una charla entre amigos en La Plana que los precios de la energía se van a disparar de tal manera que vamos a dejar de ser competitivos. O añadimos mucha calidad a nuestros productos para justificar el alto precio ¿Hay alguna universidad que estudie este efecto? Al contrario. La Caixa manda en Gas Natural y Caja Madrid lo hace en Endesa. Y un grupo de azulejeros se las ven y desean para conseguir suministro porque no les dejan caminar solos. Mientras, los accionistas valencianos de Renomar intentan mandar más que Acciona en su territorio y Bancaja y la CAM establecen sus estrategias de futuro construyendo viviendas. Puro estreñimiento emocional. ¿Alguien se plantea los efectos reales del precio de la energía en nuestra economía? ¿Alguien habla de autopistas de la información cuando se cansan de discutir del AVE?

Esto es jauja. La agenda la marcan los tópicos políticos del momento y la historia. Sigmund Freud tendría faena para demostrar que más que analizar sueños hay que ver nuestras quimeras. De cinco a seis años tarda una empresa valenciana para disponer de los papeles adecuados en la administración municipal, autonómica o del Estado. Uno se va a Alemania, Italia o Polonia y al año está fabricando coches o ladrillos. ¿Tampoco nadie va a despertar ante la falta de competitividad que ello supone? Estoy por escuchar a Pla hablar de reforma de la administración. Al contrario. Su sueño es más funcionarios y más intervencionismo. Inseguridad jurídica.

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