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Reportaje:

Clases en lenguaje binario

Más del 25% de los alumnos acuden a colegios e institutos con tecnologías de la información y la comunicación (TIC)

Si Juan Ramón Jiménez se asomase por las aulas del instituto en que estudió en Huelva, no daría crédito. Su centro sigue siendo un hermoso edificio del siglo XIX, llamado IES La Rábida. Pero sobre los pupitres, en el centro de cada uno, asoman hoy unos gruesos monitores, teclados y ratones conectados a unos ordenadores. Uno por cada dos alumnos. Son las nuevas herramientas clave en la educación. Porque este IES es uno de los 823 centros públicos que ha optado voluntariamente a ser TIC (con Tecnología de la Información y la Comunicación) existentes en Andalucía, para los que la Junta ha destinado más de 183,5 millones de euros. El soporte informático que se usa es de software libre, de nombre Guadalinex.

En total hay 414.606 estudiantes que acuden a este tipo de centros (más del 25% del alumnado, incluyendo a Educación Infantil y Primer Ciclo de Primaria, ambos exentos del programa TIC, según la Junta) que cuentan con 110.019 ordenadores fijos y portátiles.

La irrupción de estos aparatos supone un cambio de fondo en los esquemas educativos, cuyos efectos están siendo estudiados por un grupo de científicos, dirigidos por Ignacio Aguaded, vicerrector de Tecnologías, Innovación y Calidad de la Universidad de Huelva. Se trata de un proyecto de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación que se encuentra en el ecuador de su estudio. "Pretendemos evaluar independientemente el desarrollo para detectar carencias y virtudes del programa y poder hacer propuestas de mejora. No hay que olvidar que es una apuesta política, lo que no es malo, porque viene acompañada de un fuerte presupuesto y de muchos recursos. Pero en contra tiene que no surge del sentir del profesorado. Y en ocasiones las iniciativas políticas son demasiado rápidas y masivas", señala.

El vicerrector es un ferviente defensor de la inclusión de las nuevas tecnologías en la enseñanza, pero ha detectado ciertos escollos. "El gran problema es el cambio de mentalidad necesario de los profesores", dice Aguaded. "El profesor deja de ser la gran enciclopedia y pasa a ser un canal, un guía en el aprendizaje, que lo construyen los mismos estudiantes. Es un proceso lento, que requiere su formación continuada en competencias, instrumentos, conceptos y algo muy importante, en emotividad, porque los profesores en ocasiones se sienten muy indefensos y perdidos", alerta.

Para el reciclaje de conocimientos del profesorado y adaptación al nuevo marco, la Junta cuenta con los CEP (Centros del Profesorado), donde se les instruye, a través de cursos y ponencias, en las nuevas herramientas. Maite Valdivieso, profesora de Historia en El Rábida ha trabajado varios años en el CEP de Huelva y cuando se reincorporó a las clases no se sintió intimidada en absoluto. "El papel del profesor ahora es más versátil y dinámico. Planteo problemas, los alumnos buscan información en Internet, plantean hipótesis y realizan presentaciones audiovisuales", explica.

Los TIC de la primera generación como El Rábida suelen las mesas y el cableado fijos en el suelo, lo que impide la redistribución del mobiliario. "Hemos ido puliendo aspectos como éste", reconoce Carmen Rodríguez, "en las siguientes convocatorias dimos la opción de ordenadores portátiles, o de poner varios en un rincón para que vayan siendo usados cuando se requieran, y también en grupos", apunta Carmen Rodríguez, directora general de Innovación y Formación del Profesorado. Aunque hay expertos docentes que critican que no se haya potenciado otras estrategias usadas en unos pocos centros andaluces y otros países: un carrito que traslada los portátiles y que sirve de puerto para cargar las baterías. "Y destinar un ordenador por alumno, porque la experiencia de compartir material es un fracaso", critican las mismas fuentes.

Los ordenadores están conectados a una red corporativa de la Junta controlada por el Centro de Gestión Avanzada (CGA), con sede en Sevilla. A través de la red tienen acceso a contenidos educativos. La misma vía sirve para reparar y actualizar la información por parte del CGA.

Pero la realidad a veces pasa malas pasadas. Lo sabe Sergio Bañez, maestro en el colegio San Walabonso, de Niebla (Huelva). "Es horrible cuando una máquina se para de pronto y el trabajo del alumno se pierde. Y a veces pasa", explica. "En el CGA pueden orientarte, pero creo que debería haber un responsable de mantenimiento que revisase regularmente los equipos". En este sentido, algunos expertos están preocupados de que el aumento de centros TIC no vaya acompañado de un aumento en el presupuesto para su mantenimiento. "Hasta ahora hemos dado respuesta a la demanda", zanja Carmen Rodríguez.

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