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Un proceso con secuelas psicológicas

La peor consecuencia de la mayoría de las denuncias a las que hacen frente los profesores no es el veredicto del juez, sea a favor o en contra, sino el desgaste psicológico que sufren los docentes durante todo el proceso, que deriva muy a menudo en estrés y depresión. Así lo asegura Carmen Perona, abogada de los servicios jurídicos de CC OO. El plan de convivencia de la Consejería de Educación de Andalucía contempla un servicio de asistencia psicológico para docentes. "Se te viene el mundo encima, y lo peor de todo es la situación de indefensión", dice José Antonio Martínez, portavoz de la Asociación de Directores de Instituto. "Que un profesor se vea envuelto en una de estas situaciones significa quedarte sin él", dice.

Especializada en estos casos, la abogada Carmen Perona acaba de publicar La responsabilidad jurídica en los centros públicos y privados (Editorial Germania), que pretende ser una guía para los profesores que, muchas veces, incurren en comportamientos equivocados actuando de buena fe, pero con desconocimiento de la legislación.

En un centro escolar de Madrid, la madre de un niño de cinco años solía retrasarse varias horas para ir a recogerle tras las clases. Por ello, su profesor se lo llevaba a su casa hasta que su madre llegaba a recogerle. Pero un día, la madre decidió denunciar al docente por secuestro. El juicio no se llegó a celebrar porque el juez no vio causa penal. Sin embargo, explica la abogada, el docente lo que tendría que haber hecho es, tras 20 minutos de espera sin que la madre llegase a recoger a su hijo, entregarlo a la Policía Municipal o a los Servicios Sociales municipales.

Éste es uno de los casos en los que ha intervenido Carmen Perona. Hay otros.

En León, un niño sufrió un accidente durante la clase. El profesor cogió su coche y lo llevó al hospital. En el camino, el alumno sufrió un derrame cerebral. Hay responsabilidad. El docente actuó de buena fe, pero sin saber que no podía movilizar al alumno en esa situación, explica Perona.

En casos menos graves, pero mucho más cotidianos, también existe desconocimiento, dice Perona. Por ejemplo, un profesor le quita el móvil a un niño durante la clase porque está molestando con él o se niega a apagarlo. Le dice que se lo devolverá cuando sus padres vengan a por él. "Eso se puede considerar apropiación indebida", asegura la abogada. "Lo que tiene que hacer el profesor es devolver el teléfono al final de la jornada escolar", añade.

Además de las recomendaciones anteriores, Carmen Perona señala otros puntos que los docentes no deben olvidar: "No se puede abandonar el aula; ante cualquier incidente, dar parte inmediato al equipo directivo y/o a la inspección; no se puede echar al alumno del aula porque se vulnera el derecho a la educación; no se puede suministrar medicinas o tratamientos farmacéuticos salvo informe o certificado del médico; las actividades extraescolares recogidas en el programa anual del curso son obligatorias para el profesorado y se tiene la misma responsabilidad cuando se desarrollan que en el aula; las autorizaciones que firmen los padres y madres sobre actividades extraescolares exonerando de responsabilidad al centro carecen de validez".

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