Jóvenes españoles e inmigrantes de Villaverde viven su ocio separados
A la hora del recreo del pasado 3 de mayo, algunos alumnos del instituto Tierno Galván de Usera se acercaron al olivo que habían plantado un año antes y le dedicaron un minuto de silencio. También leyeron unas frases. Se cumplía el primer aniversario de la muerte de Manu, su compañero.
A la hora del recreo del pasado 3 de mayo, algunos alumnos del instituto Tierno Galván de Usera se acercaron al olivo que habían plantado un año antes y le dedicaron un minuto de silencio. También leyeron unas frases. Se cumplía el primer aniversario de la muerte de Manu, su compañero. "Desgraciadamente, este centro siempre será recordado por lo que sucedió", se lamentaba uno de los responsables del instituto.
Los adolescentes extranjeros e inmigrantes conviven en las aulas de Villaverde, pero pocos lo hacen fuera. La mayoría no comparte su tiempo de ocio, tan sólo en algunos grupos de latinoamericanos hay algún español infiltrado. "Lo que hizo McGrady no estuvo bien, aunque Manu tampoco era un santo... El asesino está pagando por ello, y nosotros no tenemos nada que ver. ¡Qué nos dejen en paz!", insisten un grupo de adolescentes dominicanos. Ellos no se acercan ni de lejos al banco donde murió Manu. Los amigos de éste tampoco pasan por la zona de reunión de los dominicanos.
Algunos españoles se quejan de que los latinoamericanos les cobran por dejarles jugar al baloncesto en el parque. "Eso es una tontería. Mira ese de ahí. ¡Eh!", le espetan a uno de los chicos. "¿De dónde eres?". "De aquí, español", contesta tímidamente uno de los chicos, que también pertenece a la pandilla y que se viste igual que los dominicanos.
"No existe la interrelación que todos desearíamos. Eso está claro", explica Prado de la Mata, una de las representantes vecinales de Villaverde. "Pero el miedo es mutuo, y es a lo desconocido", añade. De la Mata cree que los problemas se producen por la interpretación que los adultos hacen del conflicto: "Los mayores tendemos a rizar el rizo. Los jóvenes sólo ven a otros chicos con problemas parecidos a los suyos". De la Mata pide que el incremento de medidas policiales vaya acompañado de proyectos sociales. "Con la Delegación del Gobierno, muy bien. Pero de la Comunidad de Madrid, no tenemos señales de vida", concluye.
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