Primera expulsión en la carrera de Iker Casillas
La brisa primaveral mecía la alfalfa. Los mozos bebían pacharán. Mojaban la garganta y cantaban a coro: "¡Qué miedo me da! / ¡Qué miedo me da! / ¡Ser del Madrid y jugar en El Sadar!". El sol declinaba sobre la sierra y la horda desparramada por Pamplona se reagrupaba a orillas del riachuelo Sadar animada por el calimocho y por la presencia del Madrid, que en estos valles despierta aversión.
El frente Indargorri es un batiburrillo de metáforas: la bandera de la República de Irlanda, el Che, la ikurriña... Se reunieron para volcar su repulsa sobre Roberto Carlos. Eran el núcleo duro de un sentimiento generalizado entre los hinchas de Osasuna. Al brasileño nadie le perdona que lesionase a Valdo deliberadamente y luego se mofara de su víctima, tal y como ocurrió en el Bernabéu hace cuatro meses. Con estas credenciales se presentó el Madrid en el nuevo Reyno de Navarra para romper la calma de la tarde.
Los antecedentes invocaban a la violencia. Pero el partido cayó en un pozo depresivo. Los dos equipos jugaron tan mal que a la gente se le secó un poco la garganta. Los espíritus se aplacaron. Sólo Daudén Ibáñez, agitó la coctelera. Fue después del descanso cuando el árbitro pitó un penalti. Raúl García tocó a Baptista y el brasileño cayó en el área. El gol, ejecutado por Baptista, destapó el cajón de los objetos en el frente Indargorri. Desde una esquina voló una aceitera de aluminio sobre los jugadores del Madrid que celebraban el tanto. Daudén recogió la alcuza y tomó nota.
Había dicho Pablo García antes del partido que dudaba de su presencia en el terreno de juego. El uruguayo practica la dialéctica de su tierra, mezcla de humor y pesimismo. "Si se cae el avión y sobrevivo igual juego", dijo. El avión que trasladó al Madrid no se estrelló, sin embargo, García jugó en su regreso a Pamplona. El público local lo ignoró por completo. El jugador tampoco se hizo notar hasta que cometió penalti sobre Webó. Lo pitó Daudén y Patxi Puñal falló. El capitán osasunista, que sumaba 17 penaltis consecutivos bien ejecutados entre Primera y Segunda rompió su racha ayer por culpa de Casillas. En el banquillo el técnico del Madrid, Juan Ramón López Caro, se amasó la cara con las manos. Nervioso.
Tras su parada heroica, Casillas fue expulsado por primera vez en la Liga. El portero, que ya tenía una tarjeta, vio la roja en una acción extraña. Salió del área para despejar un balón con la cabeza, lo echó fuera del campo, y al ver que Webó iba a sacar de banda rápidamente lo recuperó y lo lanzó lejos de un pelotazo. Casillas se perderá el partido contra el Villarreal.
Lejos de allí, en Milán, el técnico italiano Carlo Ancelotti, negaba por enésima vez su supuesto compromiso con el Madrid para la próxima temporada: "No voy a entrenar al Madrid. No hay ninguna esperanza de que eso vaya a suceder. Punto y final", contestaba tajante tras la victoria de su equipo al Livorno (2-0). El preparador renovó su cotrato con el club lombardo hasta el año 2008. "Hay que tener un poco de paciencia y esperar a que se inicie la campaña del año que viene para comprobar que seguiré entrenando en el Milan", insistió.
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