El CSKA rompe el 'método Ivanovic'
El Barça cae ante el cuadro ruso liderado por Papaloukas y Holden y consuma el naufragio español
Dusko Ivanovic no logró enderezar la tortuosa relación del Winterthur Barcelona con las finales a cuatro. Dos jugadores, Papaloukas y Holden acabaron por desquiciar a su equipo casi tanto como las 34 faltas con las que fueron castigados sus jugadores, y le dieron el pasaporte para la final al CSKA de Moscú. En unas horas desparecieron hasta las migajas de la ocasión de oro que tenía el baloncesto español en Praga y sus dos representantes deberán jugar mañana el obligado partido por el tercer puesto. Nueve finales a cuatro ha disputado el Barcelona. Sólo ha conseguido llevar una a sus vitrinas. El CSKA frustró una nueva ocasión. Supo mantenerse en los peores momentos, cuando llegó a perder por 13 puntos, y dio carrete a la inspiración de dos de los tres o cuatro jugadores que posee con capacidad para ello. Fueron el griego Papaloukas y el estadounidense nacionalizado ruso Holden los que desestabilizaron al Barcelona. El tercer cuarto resultó decisivo porque fue cuando el CSKA revirtió el marcador y cuando el Barcelona dio síntomas alarmantes porque se rajó su defensa y se congeló su ataque.
BARCELONA 75 - CSKA 84
Barcelona: Williams (24), De la Fuente, Navarro (10), Fucka (2), Marconato (7), -quinteto inicial-, Basile (8), Kakiouzis (5), Thornton (15), Trías (4), Cota y Grimau.
CSKA: Holden (19), Vanterpool (7), Langdon (13), Smodis (17), Savrasenko -quinteto inicial-, Papaloukas (19), Panov (4), Van den Spiegel (5), Kurbanov.
Árbitros: Jungebrand (Finlandia), Zavlanos (Grecia), Facchini (Italia). Eliminado Fucka.
16.000 espectadores en el Saska Arena, de los que aproximadamente 1.600 eran azulgranas.
4º CUARTO
3º CUARTO
2º CUARTO
1º CUARTO
20-15
18-19
14-23
23-27
El equipo de Messina supo mantenerse en el peor momento, cuando perdía por 13 puntos
La semifinal sublimó el valor de los tecnicismos. Cada movimiento tenía una réplica programada. Parecía una partida de ajedrez previamente programada por dos superordenadores de última generación. Con la diferencia de que tienen nombre y apellidos, Dusko Ivanovic y Ettore Messina. Son dos entrenadores en la cresta de la ola. Eso, tal vez con la excepción del Maccabi, demuestra por dónde van los tiros en la élite del baloncesto europeo. La neurona se cotiza más que la muñeca, predomina el sentido táctico. y no quedan muchos resquicios para los alardes técnicos, ni siquiera de los mejores jugadores. Todo está medido, todo perfectamente predeterminado. Lógicamente, nada es exacto pero cada jugador debe saberse al dedillo el plan A, el plan B y, váyase a saber hasta cuántas variantes posibles para reaccionar de forma automática a cada movimiento del rival.Hasta dónde llega la cuestión, que el CSKA, incluso en sus peores momentos, al principio, podía ver un haz de luz gracias a las faltas que forzó por parte de Marconato y De la Fuente, que secó a Langdon y del que ya no se supo.
El Barcelona, gracias a su meticulosa defensa, consiguió incomodar al CSKA y mantener el ritmo que le convino para elegir cuando debía jugársela Williams y cuándo elegía poner a prueba su puntería a base de triples. La cosa le salió magníficamente porque llegó a sumar cinco en ocho intentos, mientras que el parcial por entonces del CSKA era de 0 de 4, una diferencia demoledora. Fue el momento de mayor dominio del Barcelona, que llegó a dar un estirón de 13 puntos (32-19). Pese a dejar medio inutilizado a Marconato, en el banquillo para preservarlo de las faltas, Messina no se decidía a dar cuerda al juego interior.
Si el CSKA se enganchó al partido fue gracias a Papaloukas, un tipo muy avispado que, con acciones muy técnicas, logró hacer mella en la coriácea defensa del Barcelona. Todo estaba medido. Si se quedaba emparejado con Williams, Papaloukas hacía valer su mayor altura, si Holden se quedaba con Trías, aprovechaba su mayor velocidad.
Las faltas hicieron un tremendo daño al Barcelona. El CSKA se forró desde la línea de tiros libres. Smodis se fajó bajo los aros y acabó campando a sus anchas pero eran sus hombres exteriores, Papaloukas con sus penetraciones y Holden y Langdon, correteando y amenazando con el tiro la clave. Hasta el punto de que Fucka cometió el grave error de incurrir en una falta técnica. Fueron los peores momentos del Barcelona, que se desequilibró por completo. Sus jugadores perdieron los nervios. En algunos de los últimos partidos en la Liga ACB Grimau y Trias habían maquillado la evidente ausencia de un base y un pívot para completar la plantilla de su equipo. Pero, ya se sabía de antemano que una final a cuatro de la Euroliga requiere otro nivel. Holden soltó su muñeca sin que Basile ni ningún otro pudiera impedirlo, Papaloukas siguió a lo suyo, horadando la defensa, y Smodis hasta brilló bajo el aro como si de un poste alto se tratara. El Barcelona tampoco encontró oxígeno con su discontinuidad ofensiva. Ninguno de sus jugadores era capaz de coger una racha. La suerte estaba echada. No habrá finalista español, el título volverá a ser cosa del Maccabi o del CSKA.
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