Empieza el juicio contra siete menores acusados del crimen de la Patum de Berga
Los jóvenes rechazan ahora su inculpación y alegan que lo hicieron por miedo
Siete menores empezaron a ser juzgados ayer en Barcelona por el crimen ocurrido durante la pasada fiesta de la Patum de Berga, intento de homicidio de otro y causar lesiones de diversa consideración a 13 jóvenes más, sin que mediara discusión. Los hechos ocurrieron la noche del 27 de mayo del año pasado y provocaron un gran rechazo social en esta población. Por estos hechos están imputados también siete mayores de edad que se encuentran en prisión provisional. Los menores se desdijeron ayer de las declaraciones inculpatorias que hicieron hace meses.
Los adultos acusados de los hechos declararán hoy en el Juzgado de Menores número 1 de Barcelona en medio de un gran despliegue policial. El juicio se prolongará hasta el 17 de mayo y declararán un total de 65 testigos. La fiscal solicita para cuatro menores siete años de internamiento en un centro cerrado y cuatro años más de libertad vigilada y, para los otros tres, penas de tres años de internamiento y dos de libertad vigilada. Les acusa de homicidio consumado, otro en grado de tentativa, desórdenes públicos y lesiones. Las acusaciones particulares consideran que la muerte a puñaladas de Josep Maria Isanta fue un asesinato y reclaman penas de hasta ocho años de internamiento, el máximo previsto en la Ley del Menor. También se acusa a los menores de asociación ilícita.
Resulta escalofriante el relato que hace la fiscal de los hechos. En él se asegura que los menores acudieron a un concierto que se estaba celebrando aquella noche en la avenida del Canal Industrial de Berga y que empezaron a apuñalar a los presentes "no importándoles acabar con la vida" de los asistentes al acto. La fiscalía precisa también que el grupo escogía a sus víctimas de uno en uno, las rodeaban para que no pudieran huir y las golpeaban.
Agresión indiscriminada
Las primeras agresiones motivaron la suspensión del concierto para calmar los ánimos, pero los menores no sólo no cesaron, sino que "actuando todavía de mutuo y previo acuerdo y con la intención de acabar con la vida de aquel que se cruzara en su camino y les importunara, centraron ahora su furia contra otro chico que estaba tranquilamente escuchando el cierto". Era Jordi Isanta, que pudo huir, pero no así su hermano Josep Maria, que fue rodeado, golpeado, pateado y murió a consecuencia de los diversos navajazos que le propinaron.
Los acusados declararon ayer que cuando fueron detenidos y se inculparon, lo hicieron por miedo. Por eso se desdijeron, al punto de que uno de ellos, que había identificado al autor material del crimen, insistió en que no era verdad lo que dijo entonces. Alguno reconoció que participó en las palizas y otros culparon a los adultos y explicaron que los mayores les obligaron a llevar navaja.
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