Los rusos superan el impacto de la tragedia
Veinte años después de la catástrofe de Chernóbil, sólo el 19% de los rusos consideran oportuno renunciar a la energía atómica. Mientras, el 27% cree que hay que construir más centrales nucleares en su país y una mayoría del 42% está por mantener el número de las existentes, según un sondeo divulgado ayer por el Instituto de Estudio de la Opinión Pública (TSIOM) de Moscú.
La encuesta concluye que la conciencia "ecológica" está menos desarrollada en Rusia que en la Unión Europea, ya que el 65% de los rusos preguntados cree en el "derecho" del ser humano a explotar los recursos de la naturaleza, frente a un 33% que no lo comparte. Esta proporción es de 43% a favor y 53% en contra en la UE. Los autores del sondeo afirman haber entrevistado a 1.600 personas en la Federación Rusa, pero no indican la procedencia de los datos de la UE. Un 82% de los rusos cree que Chernóbil fue la mayor catástrofe tecnológica del siglo pasado, pero un 15% piensa que se exageraron las causas del accidente.
El síndrome de Chernóbil se supera paulatinamente en la Federación Rusa, adonde también llegó la nube radioactiva de la central siniestrada. En 2001, el 74% de los encuestados pensaba que podría repetirse una catástrofe semejante, pero en 2006 esta opinión baja al 63%. El 42% afirma hoy que las centrales nucleares rusas, construidas usando la experiencia de Chernóbil, son más seguras que las antiguas, pero el 40% no comparte esta tesis.
La zona contaminada en Rusia abarca 4.343 localidades de 14 provincias con una población de 1,5 millones de habitantes, según informó ayer el jefe del servicio médico estatal, Guennadi Oníshchenko. El mayor nivel de radiactividad se da en la región de Briansk (oeste), donde hay una zona de exclusión formada por cuatro pueblos y donde 78.900 personas fueron evacuadas de 194 localidades.
La calidad de los alimentos producidos en las haciendas particulares de Briansk y de Kaluga (otra provincia afectada) provoca "seria preocupación", dijo ayer el funcionario. El 13% de los productos inspeccionados en granjas particulares de Briansk superan la "normativa higiénica", según datos del servicio estatal de salud difundidos por Interfax. El problema más grave es el aumento de las enfermedades de tiroides entre quienes eran niños en el momento de la catástrofe.
Por otra parte, en la provincia rusa de Tula, 55 liquidadores (participantes en las tareas de limpieza de Chernóbil) comenzaron una huelga de hambre indefinida para exigir el cumplimiento de las decisiones judiciales, que contemplan la puesta al día de sus prestaciones sociales por haber trabajado en la avería. La deuda de la región de Tula ante los liquidadores es de 25 millones de rublos (más de 746.000 euros).
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