Un pulso al presidente Hosni Mubarak
A falta de que se confirme la autoría del atentado de anoche en Dahab, lo único seguro es que se trata de un desafío al presidente Hosni Mubarak. Las autoridades egipcias estaban reforzando las ya de por sí estrictas medidas de seguridad en la península del Sinaí ante la celebración, justo dentro de un mes, en Sharm el Sheij, de la cita regional del Foro Económico Mundial, que en sus tres ediciones anteriores se reunió en Jordania. Ese foro, que este año gira en torno a La promesa de una nueva generación, es sobre todo una oportunidad de mostrar la estabilidad y capacidad organizativa del país para atraer inversiones y proyectos extranjeros.
La costa oriental del Sinaí ha sufrido varios atentados durante los dos últimos años. El pasado julio, 88 personas resultaron muertas y dos centenares más, heridas, cuando dos coches bomba y una maleta cargada de explosivos estallaron en dos hoteles y un área comercial de Sharm el Sheij, en el extremo meridional de la península. En octubre de 2004, tres explosiones en el hotel Hilton de Taba y las cercanas playas de Ras Shitan, cerca de la frontera con Israel, acabaron con la vida de 34 personas.
En ambas ocasiones, los servicios secretos egipcios responsabilizaron a activistas locales de los atentados y salieron a la luz las quejas y el malestar de la población beduina del Sinaí. Sin embargo, otras agencias de seguridad vieron la mano de Al Qaeda, cuyos tentáculos alcanzaron la vecina Aqaba (donde el Gobierno jordano desactivó un atentado el año pasado) y, según recientes informaciones del diario Al Hayat, han llegado ya a la vecina Gaza.
Los observadores apuntan, no obstante, la dificultad de que terroristas extranjeros puedan operar y esconderse en el desierto del Sinaí sin apoyo de la población beduina. La península, conquistada por los israelíes en 1967 y que revirtió a soberanía egipcia tras los acuerdos de Camp David en 1979, ha seguido desde entonces bajo control militar y sólo en los últimos años se han desarrollado algunos puntos de sus costas para el turismo.
Las orillas del Sinaí sobre el mar Rojo atraen a los turistas extranjeros por sus playas, sus centros de buceo y sus agradables temperaturas durante todo el año. Dahab significa oro en árabe, pero a pesar del nombre sus playas no son de arena sino de piedras, lo que ha preservado este enclave del Sinaí de la masificación turística de los vecinos Sharm el Sheij o Taba. Dahab son en realidad dos localidades, el poblado de beduino de Asalá, y el centro turístico de Dahab propiamente dicho, un poco más al norte.
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