"Si no llegamos a la final, nadie nos recordará"
Inconformista radical, Riquelme dice que la historia sólo se acuerda de los campeones y que quiere ganar el trofeo
Ha sido una constante en toda la Liga de Campeones. Su inconformismo radical. Riquelme, marchándose enfadado de El Madrigal, con la mirada clavada en el piso, quejándose entre dientes de que el juego del Villarreal no había sido tan brillante como él hubiese deseado y despertando en muchos casos la incomprensión de los medios de comunicación castellonenses. Fueron cayendo el Manchester United, el Lille, el Benfica, el Glasgow Rangers y el Inter, pero nunca se dio por satisfecho. Tampoco ahora. Sobre todo porque se fue la semana pasada de Highbury con la sensación de no haber podido jugar. "Si no llegamos a la final", dijo ayer el centrocampista argentino, "nadie se acordará de nosotros porque la gente sólo se acuerda del campeón. A lo largo de la historia, sólo se acuerdan de los campeones. Nuestra intención es pasar esta eliminatoria y ganar la Champions".
Ambición no le falta a Riquelme, que, hace siete días, en Highbury, se vio anulado por la asfixiante presión del centro del campo londinense, así como la complicidad arbitral con los locales. Es, pues, una espina clavada para él, que nunca falló en las grandes citas europeas de su equipo, especialmente en su estadio. Se exhibió ante el Rangers y ante el Inter. Encontró los espacios e impuso su técnica. Es de nuevo su objetivo esta noche en El Madrigal, aunque sabe que esta vez será mucho más difícil.
"El Arsenal se defiende con nueve jugadores y deja arriba a Henry, que, cuando agarra la pelota, llega al gol. Pero la realidad es que ellos juegan a defenderse y eso no va a cambiar nada". Una evidente puya para el rival, acusado de defensivo cuando precisamente presume de lo contrario. Se filtra la rabia que anida en el corazón de los futbolistas del Villarreal.
El Arsenal se defiende con mucha gente por detrás del balón, con cinco centrocampistas ágiles y dinámicos, aunque sólo uno específicamente defensivo: el brasileño Gilberto Silva. No fue el caso del Barcelona cuando visitó por última vez en la Liga El Madrigal: Frank Rijkaard, su entrenador, situó a dos hombres sobre Riquelme, Motta y Edmilson. Las instrucciones de Arsène Wenger se presumen las mismas que en Highbury: dos o tres hombres sobre Riquelme cada vez que éste reciba el balón. Falta por ver si esta vez el suramericano puede desembarazarse de la presión. Dependerá en gran parte del funcionamiento colectivo. Y de una mayor precisión en el control y en el pase.
Pese al contratiempo de Londres, el Villarreal no abandonará sus señas de identidad. "Confiamos mucho en nuestra forma de jugar porque nos ha traído hasta aquí. Si lo hacemos bien, encontraremos los huecos y las opciones para superarles", agregó Riquelme.
Ése será un partido. El otro estará en la cancha propia del Villarreal. Y consistirá en observar si los centrales de Pellegrini son capaces de frenar a Henry.
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