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Reportaje:Fútbol

Árbitros sin fronteras

Una decena de inmigrantes o excluidos sociales se convierten en colegiados de fútbol en Vizcaya tras un programa de integración

Napo Tatikpe Gnomire está a punto de debutar como árbitro de fútbol. La semana que viene, tras las vacaciones escolares de Semana Santa, se estrenará en las categorías inferiores en el enésimo reto de su vida. Napo nació en Togo, tiene 41 años y lleva cuatro en Bilbao donde aparentemente es feliz, a pesar de encontrarse actualmente en paro de su trabajo como chapista, pero aprovecha sus conocimientos de francés (su idioma original), alemán y español para colaborar como interprete en los juzgados.

Napo es uno de los 23 inmigrantes y nacionales en situación de exclusión social que se apuntaron al programa de formación de árbitros de fútbol organizado por la BBK, coordinado por el guardameta del Athletic, Barcelona, Valencia e internacional español, Andoni Zubizarreta, con la colaboración de la ONG Elkar banatuz y el colegio de Árbitros de Vizcaya. El objetivo del curso, al que finalmente han accedido 14 de los 23 inscritos, todos en situación de legalidad, es "utilizar el deporte como superación social, no el de solucionar el problema arbitral que afecta a todas las comunidades", afirma Andoni Zubizarreta.

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"A nosotros nos sirve para olvidar las dificultades cotidianas", dice el togolés Napo
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La apuesta es complicada. Ganarse la afectividad y la inserción social a través del arbitraje puede parecer un argumento contradictorio. "Es una forma de hacer visual lo que no queremos ver y ofrecer a los excluidos la posibilidad de compartir el mundo de todos", afirma Zubizarreta. Napo, que vive un una zona deprimida de Bilbao, va a la corta: "A mí me gusta mucho el deporte", asegura, "pero lo cierto es que hace 30 años el deporte era el ejercicio de un placer y ahora es la aplicación del capitalismo. Desde luego a nosotros nos sirve, entre otras cosas, para olvidar las dificultades cotidianas. Si te quedas en casa", afirma Napo "no sabes por donde salir, tienes nostalgia de la familia (su mujer sigue en Togo) y esta es una manera de ganarte la simpatía de la gente y de involucrarte en la sociedad vasca, de cambiar la dirección de tu vida".

Sin embargo el camino no es tan fácil. En esta primera experiencia se apuntaron 22 personas de Marruecos, Argelia, Togo, Holanda, Colombia, Brasil, Senegal, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Ghana y España, de las cuales sólo resistieron 14 el ritmo intensivo del curso, la mitad de los cuales han conseguido el objetivo final de arbitrar en el fútbol. Napo ya es arbitro, pero de balonmano. "No sé muy bien porqué empecé. Quizás, por curiosidad, porque a mi me gusta el fútbol. El caso es que me apunté y me hice árbitro. Y, la verdad, es que tiene muchas ventajas: hago deporte, no me aburro, no me meto en problemas y al acabar el fin de semana, tras arbitrar cuatro partidos tengo 60 euros en el bolsillo."

Napo se reúne con sus amigos africanos en el barrio donde vive: "Hay de todo, unos son del Barça, otros del Madrid, otros del Athletic, y ahí discutimos sobre el partido que televisan en el bar. Pero la diferencia es que yo tengo 60 euros en el bolsillo fruto de mi trabajo como árbitro, ja, ja, ja".

Pero hay algo más que el dinero. Convertirse en árbitros de fútbol les ha supuesto a estos excluidos superar un cursillo oficial, con todas sus dificultades, aunque en este caso los profesores lo han impartido en el propio barrio de los alumnos. "La autoexigencia ha sido muy importante en este proceso" asegura Zubizarreta. "Ahora tenemos que conseguir que ese impacto visual de ver a un árbitro negro no sea algo extraño. La verdad es que hay abogados negros, pero jueces no muchos. Bueno, pues ahora vamos a tener árbitros negros y porqué no alguno de estos quizá llegue algún día a ser alguien importante en el arbitraje..." "No seré yo" tercia Napo "porque he empezado muy tarde y a los 45 años te jubilan".

En el proyecto han colaborado 38 ONGs para que la información llegara a las personas implicadas. "Ha llamado muchísima gente", afirma Borja Doval, de Elkarbanatuz "sobre todo inmigrantes sin papeles a los que desgraciadamente no podíamos atender. Algunos de los que podían hacerlo se han echado para atrás sencillamente porque no conocían bien el español y no podían redactar el acta. Y a otros simplemente les ha vencido la exigencia del curso".

Pero algunos han llegado a la meta, entre ellos una mujer, y debutarán el próximo fin de semana, seguramente, bien solos, bien auxiliados por otro colegiado. "Será el momento de disfrutar la diferencia y no de ahondarla", dice Borja Doval. "Además, en el deporte no hay fronteras ni idiomas", sentencia Napo. Zubizarreta incluso encuentra un punto de romanticismo en el proyecto: "Esta puede ser una forma de que el fútbol devuelva a la sociedad todo lo que le ha venido pidiendo"

Napo, inmigrante de Togo, uno de los participantes en el curso de árbitros.
Napo, inmigrante de Togo, uno de los participantes en el curso de árbitros.LUIS ALBERTO GARCÍA

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