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Reportaje:

Unos cambios con trastienda en Ence

Nuevo presidente y socios de control para una mayor expansión en medioambiente y energía

Ence busca romper con su pasado de industria contaminante. El fabricante de pasta de papel y gestor forestal aborda con un nuevo presidente, vinculado desde hace décadas a las energías renovables, un plan para incrementar y diversificar sus ingresos. Los sectores medioambiental y energético van a duplicar como mínimo en tres años su aportación a la facturación y beneficios del grupo.

Las actividades medioambientales y las energías renovables suponen ya hoy el 13% de las ventas del grupo Ence y el 22% de sus beneficios

Ence ha cambiado oportunamente de presidente. El empresario vasco Juan Luis Arregui sustituyó hace diez días en el cargo a José Luis Méndez, primer ejecutivo de Caixa Galicia, que dirigía el grupo papelero desde su privatización en 2001. Un relevo, justificado en la compañía por los cambios accionariales que se han producido, que se ha preparado desde hace meses por Caixa Galicia con la anuencia del otro accionista principal de Ence (Alcor, sociedad de Alberto Cortina y Alberto Alcocer).

Alcor y la compañía de Arregui Retos Operativos XXI, tras los últimos cambios, controlan ya cada una de ellas un 12,5% del capital de Ence, mientras que Caixa Galicia, que llegó a tener un 17%, se queda como tercer accionista con un 10,04%. Cajastur, con 5,77%, y Atalaya Inversiones, sociedad participada por varias cajas de ahorro, con un 5%, completan el accionariado institucional. El resto de su capital, 54,14%, se negocia libremente en Bolsa.

Intereses en conflicto

Méndez y Caixa Galicia siguen en el accionariado de Ence y en su Consejo de Administración, pero en un oportuno segundo plano que les exime de tener que dirigir en breve una difícil negociación, auspiciada por la Xunta de Galicia, para tratar del futuro de la actual planta de celulosa de la papelera en Pontevedra. Un tema conflictivo -autoridades locales, partidos políticos y colectivos ecologistas reclaman desde hace tiempo el cierre y traslado de la factoría- que pudiera salpicar los intereses de la entidad financiera gallega en su feudo territorial.

Los vertidos realizados entre 1964 y 1994 por esa fábrica, situada junto a la ría pontevedresa, provocaron en 2002 un acuerdo judicial, sancionado por la Audiencia provincial, para evitar la celebración de un juicio por delito ecológico. Ence y seis de sus directivos reconocieron que los vertidos eran contaminantes y se mostraron conformes con la imposición de una multa de 30.000 euros a cada uno de los ejecutivos y con el pago de una indemnización de 432.000 euros por parte de Ence a la Xunta de Galicia.

Aunque se supone que dichos vertidos están subsanados desde mediados de los años noventa y que las instalaciones cumplen la normativa medioambiental española y europea, porque en caso contrario debería haber sido ya sancionada e interrumpida su actividad fabril, el Ayuntamiento de Pontevedra y diversos colectivos insisten en alejar esta industria de la ría. Sin embargo, no desean que Ence deslocalice su actividad de celulosa a otra región u a otro país, porque no quieren perder el empleo y la riqueza que genera en la comarca. Pretenden exclusivamente su traslado a otro punto de la misma y que Ence les deje libres y listas para urbanizar 40 hectáreas situadas en un lugar privilegiado, a orillas de la ría y cerca de la turística Sangenjo.

El vasco Arregui tiene las manos más libres que el gallego Méndez y que la Caixa gallega, que ya vieron frustrado su proyecto de complementar con una papelera la producción de celulosa en Pontevedra, para defender sin hipotecas políticas o institucionales los intereses de Ence en esa negociación. La factoría pontevedresa dispone de una licencia administrativa que le permite, al amparo de la Ley de Costas, seguir operando en su actual ubicación hasta 2018.

El relevo en la presidencia también es oportuno, reconocen en Ence, porque coincide con el cierre de una etapa, centrada en la consolidación y expansión del grupo tras su privatización y en una gestión respaldada durante cuatro años por el compromiso temporal de permanencia en la compañía de un núcleo duro accionarial. Todo ello ha cambiado en los últimos meses. Ence aborda una nueva etapa con accionistas distintos y con una nueva estrategia de diversificación y crecimiento empresarial.

El perfil de Juan Luis Arregui, fundador en su día de Gamesa, con amplia experiencia industrial en el sector de energías renovables y en el sector forestal, entre otros, y que es hoy el mayor accionista particular de Iberdrola (tiene el 1,6% de su capital), no es gratuito. Como tampoco lo es su llegada a Ence de la mano de Caixa Galicia, que le cedió en septiembre un primer paquete de acciones correspondiente al 6,9% del capital.

Ence, según su plan estratégico 2005-2008, quiere desarrollar a partir de sus actividades tradicionales -producción de celulosa y explotación y gestión de bosques- nuevos negocios medioambientales (biomasa, compraventa de derechos de emisión de CO2 y explotación de los mecanismos forestales de desarrollo limpio, los MDL o sumideros de gases de efecto invernadero previstos en el Protocolo de Kioto) y la producción de electricidad.

En 2005 su división de celulosa y energía aportó 93,6 millones de euros, un 98% más que en 2004, al EBIT (resultado neto de explotación). Produjo 1.045.879 toneladas de celulosa, un 2% más que el año anterior, y tiene previsto incrementar en al menos un 50% en tres años -con la entrada en funcionamiento de una planta en Uruguay- el volumen de toneladas producidas. En 2005 generó además 1,24 millones de megavatios hora de electricidad, un 1% más que en 2004, e incremento sus ventas de electricidad a terceros en un 50%.

"Estos incrementos", explican en Ence, "reflejan no sólo la mayor productividad, sino en especial el efecto de las modificaciones técnicas introducidas en los últimos meses de 2005 para acogerse a la nueva normativa, que permite la venta de toda la energía producida con biomasa y adquirir en el mercado la energía consumida en el proceso fabril". Hoy la biomasa que genera la propia Ence en sus procesos industriales le aporta el 70% de la energía que necesita y el resto lo completa a partes iguales con la quema de gas natural y de combustibles tradicionales.

Biomasa y gas no producen CO2, lo que le permite a Ence ahorrar parte de los derechos de emisión que se le dieron en el Plan Nacional de Asignación 2005-2007, que equivalen a 683.295 toneladas, y poder comerciar con ellos (el derecho cotiza hoy en la Bolsa europea a 30,5 euros).

La división forestal aportó en 2005 algo más de 19 millones de euros al resultado neto recurrente del grupo, un 4% más que en el ejercicio previo. Sus ventas totales de madera se situaron en torno a 3,5 millones de metros cúbicos, un 12% más que el año anterior, y sus ventas de madera elaborada de eucalipto (madera aserrada y tablero contrachapado) crecieron casi un 50% el pasado ejercicio.

El negocio medioambiental y las energías renovables suponen hoy el 13% de las ventas de Ence y el 22% de sus beneficios. Porcentajes pueden duplicarse en tres años y con expectativas de crecimiento aún mayores con vistas al futuro. La experiencia, las ideas y las relaciones del nuevo presidente son claves a juicio de los analistas en esta nueva etapa.

Planta de celulosa del grupo Ence a orillas de la ría de Pontevedra.
Planta de celulosa del grupo Ence a orillas de la ría de Pontevedra.

Expansión en Uruguay y Portugal

Ence, que tiene vendida con antelación toda la celulosa que produce, confía en que su nueva planta en Uruguay, en la frontera fluvial con Argentina, empiece a operar en 2008. Esta planta, que incrementará en un 50% su producción y en la que está invirtiendo 500 millones, y otra que construye la finlandesa Botnia, han desatado un conflicto entre Argentina y Uruguay por la posible contaminación del río. Empresas y Gobierno uruguayo niegan la mayor, y el Banco Mundial, en un primer informe realizado a petición de Argentina, descarta que las plantas vayan a producir daños ecológicos pero reclama más información.

Analistas de Ahorro Corporación, Ibersecurities y Deutsche Bank, entre otros, opinan en sus informes que la planta uruguaya será una realidad, destacan las posibilidades de negocio que se abren para esta empresa en medio ambiente y energía, se muestran favorables a los últimos cambios accionariales y mejoran sus recomendaciones sobre el valor a los inversores.

Ence ha mostrado interés además por una posible adquisición al grupo sueco-finlandés Stora Enso de la compañía Ciba, que produce en Figueira da Foz (Portugal) 300.000 toneladas de pasta al año. Dos empresas portuguesas, Portucel y Altri, pretenden también hacerse con estos activos.

Ence, que registró en 2005 un beneficio neto de 64,04 millones e invirtió 150,6 millones, realizó una ampliación de capital por valor de 173,9 millones de euros en noviembre, y este mismo mes ha firmado un crédito sindicado por valor de 400 millones para reforzar su balance y afrontar nuevos proyectos. Su deuda financiera neta se situó, a 31 de diciembre, en 175,5 millones, que supone una proporción sobre fondos propios del 23,8%.

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