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Reportaje:Balonmano | Final de la Copa de Europa

Sterbik borra el sueño de Portland

Soberbia actuación del meta bosnio que permite una ventaja de seis goles al Ciudad Real

Sterbik se cruzó en los sueños de grandeza del Portland y los dejó tirados en una cuneta. Gracias a la genialidad del portero bosnio y a la ineficacia de los locales, el Ciudad Real consiguió una sustanciosa renta de seis goles (19-25) con la que afrontar el partido de vuelta la próxima semana en el Quijote Arena. Los navarros no fueron ni la sombra del equipo serio y ordenado que se había colado en la final a base de sufrimiento. Desde el primer minuto, el conjunto blanquiazul fue incapaz de asumir la trascendencia del choque y se borró. La tensión le atenazó completamente. Su defensa, siempre aguerrida e infranqueable, ayer aguantó apenas un cuarto de hora, y más por deméritos del equipo entrenado por Talant Dujshebaev que por aciertos propios.

PORTLAND 19 - CIUDAD REAL 25

Portland: Kasper; Balic (2), Martín (2), Ruesga (2), Rocas (5, 1p), Andorinho, Nikolic (2) -siete inicial-, Jorgensen, Juancho, Lozano, Boesen (3, 2p), Lubej (2) y Ortigosa (1).

Ciudad Real: Sterbik; Pajovic, Davis (1), Dzomba (5, 2p), Metlicic (1), Entrerríos (2), Dinart-siete inicial-, Uríos (4), Rutenka (1), Fis (1), Jacobsen (2), Stefansson (5) y Kallman (3).

Marcador cada cinco minutos: 0-2, 1-3, 3-3, 3-6, 3-8, 6-11 (descanso). 8-14, 9-16, 9-17, 12-22, 16-23, 19-25.

Arbitros: Dolejs y Kohout (República Checa). Excluyeron dos minutos a Juancho (2), Andorinho (2), Rocas, Rutenka (2), Uríos, Stefansson (2), Jacobsen, Fis y Metlicic.

3.000 personas en el Pabellón Universitario.

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Decepción

El choque ya había nacido de una forma atípica. Ambos equipos tardaron un mundo en enterarse de qué se jugaban. Se dedicaron al tanteo mediante una continuidad de errores que duró más de 10 minutos. Sólo Rolando Uríos, desde el pivote de los manchegos, puso temple sobre el parqué. Lo demás se encargó a Hvidt y Sterbik, que pararon casi todo lo que llegó a sus áreas. De esa forma, en el minuto 15, el marcador reflejaba un pírrico 3-3, es decir, una proyección de goles paupérrima.

Además, la pareja arbitral checa se empeñó en frenar cualquier atisbo de dureza mediante exclusiones. Sólo en la primera mitad se señalaron 10. Es decir, apenas hubo tiempo para ver a los 12 jugadores de pista en el Pabellón Universitario. Y el Ciudad Real sacó partido de esta tesitura, ya que supo aprovecharse de las superioridades mientras el Portland se mostraba incapaz de atacar una defensa de cuatro.

Y es que a partir de los ocho metros, la escuadra navarra no funcionó. Balic, que llegaba tocado, sufrió una férrea marca que lo convirtió en invisible, al mismo tiempo que ni Demetrio Lozano ni Ruesga ni ningún otro tirador aparecía por los laterales. La empanada navarra llegaba a rozar el absurdo. Desde el 3-3, los pamploneses tardaron un cuarto de hora de encuentro en batir de nuevo a Sterbik, gracias a un lanzamiento de Boesen. En ese parón, los de Ciudad Real ya se habían colocado con un 3-8 a su favor y contando con las numerosos paradas de Hvidt, quien, pese al parcial, mantuvo vivo al Portland durante este tramo.

Al descanso se llegó con un triste 6-11, una buena muestra de la escasez ofensiva de los locales y del temple de ambos conjuntos en la portería. Ayer no había lugar para las alegrías entre la parroquia pamplonesa. La ventaja se mantuvo e, incluso, se incrementó. Uríos, casi con plena libertad, y Metlicic pusieron el marcador en un 6-13. Rocas trató de dar velocidad a su equipo, que presentaba un aspecto plomizo y cada vez más decadente. Además, por si no tuviesen suficientes problemas los antonianos, Sterbik paró dos penaltis consecutivos a Andorinho y Rocas.

Stefansson, con dos tiros cómodos, logró el 9-18. Y el Ciudad Real se relajó. Apenas podían creer las facilidades que se le concedían. El duelo devino en un correcalles debido a la necesidad de reducir la distancia por parte del Portland, que no daba una en los contragolpes, pero que por fin encontró cierta capacidad de tiro gracias a Roca y a Lubej. Además, los árbitros por fin dejaron jugar y evitaron las exclusiones, lo que, en cierto modo, favoreció al Portland.

Del 12-22, máxima diferencia del encuentro tras una racha en la que brillaron Uríos, con su cuarto gol, y Kallman, la escuadra navarra pudo situarse en un 17-23, con tantos desde el extremo -algo casi desaprovechado en todo el partido- y un par de apariciones de Alberto Martín y Ruesga. Esa distancia de seis goles se mantuvo hasta el final, con un postrero gol de Dzomba desde los siete metros. Con una imagen rozando el patetismo, el Portland se aleja del título y se le pone en bandeja a los manchegos. Aunque los navarros, hace tres años, ya demostraron que una ventaja amplia no es sinónimo de éxito, cuando perdieron la final de la Liga de Campeones contra el Montpellier a pesar de haber logrado una ventaja de nueve tantos en la ida.

Balic lanza de espaldas ante Entrerríos, Uríos y Stefansson, de izquierda a derecha.
Balic lanza de espaldas ante Entrerríos, Uríos y Stefansson, de izquierda a derecha.EFE

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