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Un imaginario norteamericano

LAS FOTOGRAFÍAS de Gregory Crewdson parecen condensar en una instantánea toda una serie de inquietudes presentes en la actual cultura norteamericana, y que son rastreables en la literatura, el cine y algunas series de televisión. Él mismo, al declarar sus influencias y conexiones, deja ver esa amalgama cultural que está en la base de su trabajo: desde el E.T. de Spielberg hasta Vértigo de Hitchcock (su película favorita), pasando por David Lynch o David Cronenberg; los relatos de John Cheever o Raymond Carver; los personajes solitarios de Edward Hopper y la fotografía documental americana desde Walker Evans hasta Eggleston, pasando por Winogrand, Joel Sternfeld o Stephen Shore. Como puede verse, una estrecha mezcla entre la disección de lo cotidiano y el gusto por los sueños y las visiones enigmáticas. A partir de ese cóctel, Crewdson ha creado un mundo que conecta a un mismo tiempo la tradición vernacular americana, la cultura popular y el gusto actual de cierto cine y literatura por las familias desestructuradas y los personajes al borde del abismo que funcionan como metáfora de una realidad social y afectiva desequilibrada. Un imaginario que conecta el universo de cierto cine independiente americano, Todd Solondz (Happiness), Paul Thomas Anderson (Magnolia) o American Beauty, con series de televisión como Expediente X o A dos metros bajo tierra (serie para la que realizó una extraordinaria foto promocional) o la literatura de Rick Moody, A. M. Homes o Joyce Carol Oates.

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