Martí y Hereu, candidatos para las áreas que tenía Mascarell en el Ayuntamiento
Dudas sobre qué miembro de la lista del PSC será el nuevo edil
A un año vista de las elecciones, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, tendrá que hacer una reforma en el equipo de gobierno por la marcha de Ferran Mascarell al Gobierno catalán. No hay decisión, pero las quinielas que hacían ayer colaboradores de Clos apuntaban que el área de Cultura podría recaer en Carles Martí -edil de Ciutat Vella- y la función de portavoz en Jordi Hereu, actual concejal de Sant Andreu y responsable de Vía Pública.
"Todo está abierto", insistían ayer varios concejales del Ayuntamiento de Barcelona. Los mismos que apuntaban que faltaba saber si Clos limitará los cambios a las dos áreas que se debe cubrir -Cultura y portavocía del gobierno- o podría optar a mover algunas fichas más, algo que tampoco se descartaba.
Tanto fuentes del consistorio como extramunicipales situaban a Carles Martí como posible sucesor de Mascarell en el área de Cultura, en la que ya está integrado en el consejo del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB). En el Partit dels Socialistes (PSC), Martí es secretario de Cultura. Más allá de cargos y responsabilidades, a Martí se le atribuye cierto conocimiento del sector cultural. Por otra parte, es uno de los valores del PSC que se considera en alza y que ha tenido una gestión esmerada en el distrito de Ciutat Vella, uno de los más problemáticos de la ciudad. Junto a su nombre, el de Marina Subirats, concejal de Educación y vicepresidenta del ICUB también estaba ayer en el candelero como candidata a asumir la cartera de Cultura que deja Mascarell. Y algunas fuentes incluían en las "quinielas" a Montserrat Ballarín, concejal de Les Corts y de Hacienda.
Con todo, sustituir a Mascarell a un año vista de las elecciones municipales no es lo mismo que si su marcha se hubiera producido en otro momento. En un mandato en el que, además, Mascarell ha hecho, en cierta manera, de contrapeso del círculo más cerrado de Clos, sobre todo en los dos primeros años, y ha asumido algunas de las patatas calientes: la crisis del Born, la negociación de la biblioteca provincial con el Ministerio de Cultura y, durante meses, la responsabilidad del Fórum cuando se quedó sin consejero entre la espantada de Josep Caminal y el nombramiento de Jaume Pagès.
En cuanto a la función de portavoz de gobierno, el nombre que sonaba con más insistencia era el de Jordi Hereu, actual portavoz del PSC en el Ayuntamiento. Hereu, como ocurre también con Carles Martí, es un valor en alza del PSC. De hecho, los dos nombres se han barajado -y se sigue haciendo, pero con menor intensidad- en sectores del PSC partidarios de buscar un recambio a Clos.
Mascarell acudirá al próximo plenario del consistorio -el 28 de abril- para presentar la renuncia. Automáticamente, el Ayuntamiento tiene que comunicar a la junta electoral el nombre del edil que accederá al consistorio. Podría ser el siguiente en la lista electoral del PSC en las elecciones de 2003 o no. Eso ocurrió con la marcha de Ernest Maragall al Gobierno catalán, momento en el que entró Montserrat Ballarín. Ahora le correspondería a Manuel Pérez, que fue edil de Nou Barris en el mandato anterior y que ahora es comisionado del alcalde en ese mismo distrito. Fuentes municipales no descartaron que renunciara por problemas de salud. El siguiente en la lista es Albert Batlle, actual secretario de Servicios Penitenciarios de la Generalitat. Y en tercer lugar se sitúa Ferran Julià, que fue concejal de Sant Andreu en el mandato anterior y ahora es responsable de Regesa. Con todo, eso no está decidido, aunque se tendrá que cerrar para comunicarlo a la junta electoral.
La resolución de la crisis abierta en el Ayuntamiento por la marcha de Mascarell podría no resolverse hasta la primera semana de mayo ya que, de hecho, el concejal lo seguirá siendo hasta el próximo plenario, cuando presentará la renuncia. Será una cuestión que también se debatirá con la Federación socialista de Barcelona. Respecto a la salida de Mascarell, el grupo nacionalista de Convergència i Unió (CiU) lo interpretó en clave de devaluación del grupo socialista del Ayuntamiento. Xavier Trias cree que es un síntoma de "agotamiento".
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