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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El derrotista y el 'milhomes'

La cita era en el Caixafòrum, el pasado martes, y en la atmósfera primaveral de Montjuïc revoloteaban un buen número de interrogantes. ¿Pero de verdad va a hablar de Pla? ¿Va a contar los días de Destino? ¿Se remitirá a su amistad con Cambó y hablará del Estatuto? Para conmemorar los 25 años de la muerte del escritor Josep Pla, se celebran estos días cuatro conferencias, coordinadas por Baltasar Porcel, que tienen el propósito de iluminar y reivindicar su alcance literario en la actualidad. La primera ponencia, la de los interrogantes, fue a cargo de Jordi Pujol y llevaba el título de Josep Pla, escriptor d'un país. No se recuerdan muchas ocasiones -por no decir ninguna- en las que Pujol, a lo largo de sus 23 años de presidencia, se refiriera explícitamente al escritor catalán como uno de los referentes culturales de este país nuestro, así que la intriga estaba servida.

Jordi Pujol afirmó que con el tiempo ha mejorado su opinión sobre Pla y admitió su error de dirigir 'Destino'

Las dudas no se despejaron enseguida. Jordi Pujol habló de Josep Pla, por supuesto, pero se detuvo un poco hasta llegar al centro del asunto. En una sala a medio llenar -y mientras el Barça se jugaba la semifinal de la Champions, nada menos-, Pujol empezó su conferencia con un tono distendido -"me sorprendo a mí mismo hablando de Pla como escritor"- e incluso se permitió un breve juego de palabras: "Tuvimos una relación no precisamente planera". Tras dejar claro que siempre lo ha considerado "el mejor escritor en prosa en catalán" y que con su obra "hizo un gran servicio a la lengua y al país", pasó a argumentar cuál fue este "servicio": Josep Pla -como Pérez Galdós para los españoles, Gógol para los rusos y Shakespeare para los ingleses, por poner algunos ejemplos- articuló los elementos básicos de la cultura, dijo Pujol. "Los países necesitan una Leitkultur, como dicen los alemanes, un hilo conductor".

A estas consideraciones siguieron otras divagaciones sobre la importancia de los clásicos. Llull, Verdaguer, Maragall... En opinión de Pujol, Pla ya forma parte de estos clásicos, aunque, dijo, habrá quien lo ponga en duda. ¿Por qué es un clásico? Pues "por su lenguaje popular, por su frescor, por la sensualidad, por la exuberancia verbal, por su descripción de la naturaleza...". Lentamente nos íbamos acercando a la figura central de la conferencia. Pla aportó ese hilo conductor al escribir como memorialista y retratista de la gente, del tiempo, del paisaje. A través de los homenots transmitió su idea de lo que debía ser Cataluña.

Poco a poco terminaron los rodeos y llegó el momento de afrontar la figura en close-up. Pujol había definido antes a Pla como "un conservador liberal catalán". Algunos, dijo, también afirmaban que era un poco "ácrata" (y Porcel, a su lado, se lo confirmó: "Era un ácrata a escondidas"). La siguiente parada era Destino: Pujol se declaró un admirador de la revista. Le atraía su "simpatía democrática". Fue esta admiración la que le llevó en 1976 a comprar la revista a Josep Vergés. Y ahí empezaron los problemas. Josep Pla lo contó de esta forma en las Notes del capvesprol: "En un moment determinat, Josep Vergés, en ús del seu perfecte dret, vengué Destino a un milhomes, de gran ambició política, anomenat Jordi Pujol, de la Banca Catalana. Aquest senyor, riquíssim (...), que ha demostrat una ambició desmesurada i pública, pròpia del típic polític ignorant, prohibí un article meu sobre Portugal". Pla abandonó entonces la revista. El artículo sobre Portugal era en realidad un elogio sobre la primera época del dictador Salazar.

El martes, Jordi Pujol, que acaba de presentar la edición de Idees i records (Galaxia Gutenberg), revivió finalmente ese episodio para asentarlo en la historia. "Mi relación con Pla", dijo de entrada, "no fue cordial; él hablaba bien de mi padre, pero mal de mí". Afirmó también que con el tiempo su opinión sobre el escritor ha mejorado, y aceptó el error de intentar dirigir Destino: "Yo no estaba preparado. Tenía vocación para dirigir cosas, para salvarlas, pero los empresarios de prensa son otra cosa". Para referirse a sus desavenencias con el escritor, tuvo que remontarse a su estancia en la prisión, en Girona. "Cuando estás en la prisión, o te callas o te exaltas, y yo me exalté". En ese contexto, Pujol censuró el derrotismo de Pla, "lamentable como posición espiritual", e incluso fue crítico con el pensamiento de Maragall. Sus maestros de entonces eran Espriu, Péguy, Vicens Vives, Cirici, Raimon Galí -casi lo opuesto a Pla, podríamos decir-. El artículo sobre Salazar no era un caso aislado, pero sí fue la gota que colmó el vaso. "Pla escribía artículos inoportunos", comentó Pujol. "De repente se puso a escribir artículos de los más reaccionarios, como el de Salazar. Con Vergés no lo habría hecho. Yo creo que buscaba el conflicto". El conflicto para hallar una salida a la incomodidad, quizá. Si fue así, tal como afirma Pujol, Pla se marchó de Destino y todos contentos. En sus Notes del capvesprol, una de sus últimas obras, Pla no lo contradijo exactamente: "I així he quedat admirablement tranquil, lliure i encara despert, arribat a vuitanta anys", escribió. En cuanto a Pujol, concluyó su charla del otro día apelando a los libros: "Lo que yo diga no tiene ninguna importancia, algunas trifulcas tampoco, lo que queda es la obra del escritor".

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