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Semana Santa trágica en las carreteras

Siete de los heridos en el vuelco de un autocar de Asturias siguen en estado grave

Siete de los 29 heridos en el vuelco de un autocar el domingo entre las localidades asturianas de Pola de Lena y Mieres, y en el que murieron cuatro personas, permanecían ayer en estado grave. Seis de ellos son niños. La expedición, compuesta por 26 menores de entre cuatro y 16 años, y siete adultos, regresaba a Gijón después de pasar la Semana Santa en la localidad leonesa de La Vecilla. Ayer continuaban ingresadas 16 personas: 11 menores, de los cuales, seis se encuentran en estado grave, y una niña de siete años en estado muy grave; y cinco adultos, uno de ellos grave. Varios sufren politraumatismos, amputaciones y lesiones medulares. Los fallecidos son K. S. M., de 9 años, A. G. A., de 15, y los monitores C. M. P., que el día del accidente cumplió 20 años, y V. S. G., de 40.

Una distracción

La investigación maneja como principal hipótesis del siniestro una distracción momentánea del conductor, según la subjefa provincial de Tráfico, Elisa Gil Delgado; aunque se sigue a la espera de que concluya el análisis del vehículo. El conductor, F. L. P., de 51 años, no había bebido alcohol y circulaba a 100 kilómetros por hora, la velocidad permitida en el tramo de la autovía A-66 en la que se produjo el siniestro.

El chófer, que sufrió policontusión y heridas en el cuero cabelludo, prestará declaración en las próximas horas, y ayer esperaba el alta médica. Era él quien habitualmente viajaba con el grupo de boy scouts en sus desplazamientos. El autocar, que se salió de la vía por el margen derecho en una curva suave hacia la izquierda, volcó atravesándose en la calzada y quedó con la parte posterior fuera de la autovía. El vehículo, tras volcar, se arrastró varios metros sobre su lateral derecho hasta colisionar con el quitamiedos. Una de las adolescentes, herida leve, aseguró, al igual que varios testigos, que el autocar "dio varios botes" antes de volcar. Los padres de algunos de los menores fueron testigos del siniestro, porque viajaban tras el vehículo.

El estado de los cadáveres dificultó su reconocimiento, que se demoró hasta la medianoche. Hasta entonces, se manejaron distintas versiones sobre el sexo y edad de los fallecidos. Todo ello aumentó la angustia de las familias, algunas de las cuales fueron de hospital en hospital en busca de sus hijos.

Uno de los casos más dramáticos fue el de la familia del pequeño K. S. M., de 9 años, hijo único y una de las víctimas mortales. Durante varias horas, hasta que concluyó su autopsia, sus padres no lo encontraban ni entre los heridos ni entre los muertos, porque su cadáver había sido identificado erróneamente como una niña en una primera inspección ocular.

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