El último de los Corleone
La historia del mafioso Bernardo Provenzano, detenido el martes en Sicilia
Bernardo Provenzano ostenta[ba] un récord. Lleva[ba] huido de la justicia, buscado por asesinato, desde el día -10 de septiembre de 1963- en que tomó parte, en Corleone, en el ataque a uno de los soldados que todavía le quedaban a Nuestro Padre Michele Navarra. Más de cuarenta años, pues, como fugitivo de la justicia. Y al igual que Riina antes que él, es casi seguro que Provenzano ha pasado la mayor parte de ese tiempo en la Sicilia occidental. Su rostro es conocido en Italia, sobre todo, por un retrato robot de la policía, ya que la última foto suya muestra a un inquieto joven de 26 años con el cabello lleno de brillantina (se tomó en septiembre de 1959). No hay ejemplo más evidente de lo que significa en la práctica el control territorial de la Mafia que la continua capacidad de Provenzano para evitar ser capturado.
Desde que se convirtiera en 'capo de capos' en 1995, Provenzano ha cambiado la estrategia. Los jueces la califican de 'inmersión', porque su objetivo es mantener a la Cosa Nostra por debajo del radar de la arena pública
Durante una gran parte de las cuatro últimas décadas, el papel de Provenzano en la Cosa Nostra ha sido gravemente subestimado, y en un tiempo incluso se creyó que había muerto. De hecho, su propio apodo, El Tractor, es un signo de lo mal que se le ha juzgado. El mundo supo de él gracias al testimonio de Antonino Calderone, uno de los más destacados pentiti [arrepentidos] de la década de 1980, quien, desde su distante perspectiva en Catania, al este de la isla, consideraba que Provenzano era poco más que un implacable asesino, mucho menos astuto que El Corto Riina. Otros desertores de la Mafia mejor informados han modificado ahora esa imagen: los corleoneses suelen referirse al Tractor más frecuentemente como El Contable o zu Binnu (tío Berna). Dicen que Provenzano tiene una mente comercial y política mucho más astuta que Riina. Gioacchino Pennino, médico, político de la DC, persona mundana y hombre de honor, que se convirtió en testigo de cargo en 1994, afirmaba que había sido principalmente Provenzano quien había patrocinado con sus armas la carrera política del "agresivo malversador" Vito Ciancimino. En cierta ocasión, en 1981, el propio Pennino había expresado en voz alta su intención de abandonar el grupo de Ciancimino en el Ayuntamiento de Palermo. El tío Berna le mandó llamar, y, sin oír siquiera sus explicaciones, le dijo claramente que se quedara quieto y callado.
Durante muchos años, Provenzano actuó a la sombra de Riina. Mientras este último estaba ocupado en su guerra contra el Estado, Provenzano cultivaba discretamente las redes de amistades comerciales y políticas que siempre habían proporcionado a la Mafia siciliana sus principales ingresos. Inició su carrera comercial como cobrador de una casa de préstamos creada por Luciano Liggio para blanquear el dinero del narcotráfico, y que desde entonces se ha especializado en la sanidad, la construcción y la gestión de residuos. Como la mayor parte de la economía siciliana, se trata de negocios en los que predomina el sector público, y, en consecuencia, empresas bien relacionadas con los políticos.
Cadáveres inminentes
Pero el tío Berna, obviamente, está lejos de ser un personaje pacífico. Como miembro veterano de la comisión, ha acumulado in absentia varias cadenas perpetuas por algunos de los asesinatos de cadáveres eminentes, incluyendo los de Falcone y Borsellino, así como por haber planificado la campaña de atentados realizada en 1993 en toda la península italiana. A principios de la década de 1990, Provenzano se hizo cargo personalmente de una guerra entre la Cosa Nostra y una nueva federación de bandas establecida en el sur y el este de Sicilia y formada originariamente por hombres de honor expulsados de la organización; se denominaban la stidda, que significa a la vez "estrella brillante" y "mala suerte". Muchas de las víctimas de la campaña de Provenzano -300 en tres años sólo en la provincia de Agrigento- eran pistoleros adolescentes comprados por los stiddari por poco dinero.
Desde que se convirtiera en capo de capos tras la captura de Leoluca Bagarella, en 1995, Provenzano ha cambiado la estrategia de la Cosa Nostra. Los jueces califican su táctica de inmersión debido a que su principal objetivo es mantener a la Cosa Nostra por debajo del radar de la arena pública. Consecuentemente, desde que Provenzano asumiera el cargo no se han producido nuevas muertes de representantes destacados del Estado. Los asesinatos -significativamente, casi todos de empresarios- se producen lejos de las grandes ciudades. Incluso los pequeños delitos han descendido drásticamente en Palermo y Catania bajo el mandato de Provenzano. Roberto Scarpinato, un juez especializado en las relaciones entre el crimen organizado, los negocios y la política, sostiene que el tío Berna ha sabido captar una regla fundamental de la sociedad posmoderna: "Lo que no existe en los medios de comunicación no existe en la realidad".
Antiguos mafiosos que conocían a Provenzano han dicho que éste tiene un estilo de dirección mucho más conciliador que Riina, y que se muestra mucho más dispuesto a compartir beneficios. Dentro de la Mafia se le asocia al dicho "mangia e fai mangiare" ("come y deja comer"). Algunas de las cartas comerciales del capo de capos que se han interceptado dan una idea de su planteamiento: "Por último le diré que estoy a su entera disposición. Le deseo lo mejor y les envío mis más afectuosos recuerdos a usted y a su padre. Que el Señor le bendiga y le proteja". La Cosa Nostra sigue siendo una organización centralizada, pero ha dejado de ser la dictadura en la que se había convertido bajo el mandato del Corto Riina. La prioridad de Provenzano es la paz interna.
La Cosa Nostra del tío Berna también ha vuelto a cultivar su fundamental negocio de la protección. La presión sobre los negocios legales para que paguen el pizzo [por obtener protección] ha aumentado notablemente en los últimos años. Las actividades de protección se prestan muy bien a la estrategia de inmersión, ya que raramente requieren el uso de la sanción última y más llamativa del asesinato; un incendio, una paliza o una serie de robos repetidos suelen bastar para convencer a cualquiera que se resista a rascarse el bolsillo.
Contratos de obras públicas
La protección representa asimismo el tradicional medio básico de la Mafia para acceder a los contratos de obras públicas. En julio de 2002, la autoridad reguladora nacional de obras públicas italiana hizo públicas una serie de evidencias que demostraban que el sistema de licitaciones, establecido para evitar la corrupción, estaba siendo sistemáticamente subvertido en Sicilia. El fiscal jefe de Palermo estimaba que el 96% de los contratos públicos estaban amañados.
Actualmente, una gran parte del gasto público de Sicilia lo proporciona la Unión Europea desde Bruselas, antes que el Gobierno italiano desde Roma. La denominada Agenda 2000 es el plan de la Unión Europea para fomentar el desarrollo en las zonas más pobres del continente. El plan regional para Sicilia prevé invertir 7.586 millardos de euros en el plazo de seis años -entre 2000 y 2006-, con vistas a "reducir de manera significativa y sostenible las carencias sociales y económicas, incrementar la competitividad a largo plazo, y crear las condiciones para un acceso libre y completo al empleo basándose en los valores medioambientales y la igualdad de oportunidades". Naturalmente, la nueva y "sumergida" Cosa Nostra no comparte esta visión de lo que sería un crecimiento equilibrado y sostenible de Sicilia, al menos si nos atenemos a la siguiente conversación, grabada en el verano de 2000: "Están aconsejando a todo el mundo que no haga ruido ni llame la atención porque vamos a meter mano en todo eso de la Agenda 2000". Vale la pena recordar que, cuando fue asesinado a tiros, Salvo Lima, hacía 12 años que era miembro del Parlamento Europeo.
En Sicilia ya no hay refinerías de heroína. La tendencia más reciente es que la droga se fabrique en los mismos lugares en donde se cultiva la adormidera. Pero la isla sigue siendo un importante punto de acceso al mercado de Norteamérica. Tras haber eliminado a los principales traficantes de droga en la matanza de 19811982, los corleoneses dieron inmediatamente a los traficantes que quedaban lo que ellos denominaban una licencia para actuar en representación suya. Hay evidencias de vínculos relacionados con el tráfico de narcóticos entre la Mafia siciliana y las nacientes organizaciones criminales de la Europa del Este. Los servicios secretos italianos y rusos se enteraron de la celebración de un primer encuentro entre hombres de honor de alto rango y miembros de la mafia rusa en Praga, en 1992. Al parecer, posteriormente se produjo una segunda reunión -de nuevo relacionada con el tráfico de drogas y de armas- en Suiza, en la que también estuvieron presentes mafiosos estadounidenses.
Los beneficios de todas esas actividades ilegales resultan ahora mucho más fáciles de disfrazar, blanquear, trasladar e invertir que en la época de Stefano Bontate, Totò Riina y los banqueros de Dios. La Mafia siempre ha sabido recurrir a expertos, ya sea en el comercio de los cítricos o en las finanzas internacionales. Y ahora, más que nunca, los hijos e hijas de los hombres de honor reciben la educación necesaria para llegar a convertirse ellos mismos en abogados, banqueros o agentes de la propiedad.
El mayor logro de Provenzano ha sido poner fin a la marea de desertores de la Cosa Nostra. La política de exterminar a los pentiti y a sus familias ha cesado con el fin de alentar a quienes se han convertido en testigos de cargo a retractarse y volver al redil. Al mismo tiempo, Provenzano ha vuelto a situar el cuidado de sus presos en el lugar destacado que tradicionalmente ocupaba en la lista de prioridades de la Cosa Nostra. Durante el caos de mediados de la década de 1990, muchos hombres de honor que estaban en prisión preventiva dejaban de recibir sus salarios. Se puede tener una idea de cómo los capos empezaron a responder a la crisis a partir de los siguientes extractos de cartas escritas desde la cárcel por el capo de Brancaccio, que había sido capturado, a uno de sus lugartenientes:
"Hay veinte de nuestros hombre arruinados por culpa de los juicios. Y no tienen medios para enfrentarse a la situación. La tarea es conseguir tres o cuatro pisos a cada uno para que puedan tener un futuro económico seguro, ellos y sus familias".
"Los tíos que están en la cárcel siempre me preguntan por qué se ha interrumpido la paga mensual desde que me arrestaron. Quiero decir que dos millones mensuales no es casi nada.
Yo solía pagar cinco millones. Le insto a hacer como mínimo lo mismo que yo hacía.
Cuando yo estaba huido ingresábamos una cantidad básica de doscientos millones al año, y, aparte, entre mil y mil quinientos millones extras. Los constructores que están activos han tenido que construir esos pisos. Si alguien se retrasa se les tiene que hacer pagar. Cualquiera que se aproveche de los tíos que están entre rejas es una escoria deshonrosa".
Fondo común de presos
Bajo el mandato de Provenzano, el fondo común para presos de la Cosa Nostra, que se financia con un impuesto sobre los ingresos de toda la organización, ha sido reactivado. En consecuencia, y como dice el destacado juez Guido lo Forte: "Entre los beneficios ofrecidos por el Estado y los garantizados por la Mafia, actualmente los presos están eligiendo estos últimos".
Durante la crisis de mediados de la década de 1990, cuando parecía que la Cosa Nostra estaba próxima a la derrota, los padres mafiosos se mostraban renuentes a permitir que sus hijos fueran admitidos en la organización. Ahora se han reanudado las iniciaciones, aunque de manera más selectiva que antes: en un intento de protegerse contra futuros pentiti, hoy se prefiere a los jóvenes procedentes de familias con un largo historial mafioso. Como dice Scarpinato: "Los lazos familiares son un anticuerpo para la colaboración con el Estado".
Provenzano se ha rodeado de una generación de capos mayores que los jóvenes asesinos que Riina solía tener como sus más estrechos colaboradores, cuyo ejemplo más emblemático es el de Giovanni lo Scannacristiani Brusca. Los jueces de instrucción se refieren a veces a la comisión de Palermo, ahora dirigida por Provenzano, como el "Senado", debido a la edad de sus miembros, que, salvo contadas excepciones, ronda los sesenta años. Una vez más, es el temor a futuros pentiti el que ha impulsado este cambio. Los hombres de honor de mayor edad tienden a tener una visión más a largo plazo: tienen hijos en los que pensar y un patrimonio que transmitirles.
Las comunicaciones entre las familias y mandamenti mafiosos también se han hecho mucho más compartimentadas, con sólo unos pocos hombres de honor escogidos que actúan como canales de comunicación. Parece ser que actualmente es una práctica común que los hombres de honor oculten su condición incluso a otros mafiosos.
La respuesta de Provenzano a la crisis provocada por los desertores de su organización ha funcionado. Desde 1997 sólo ha habido un importante hombre de honor que se haya convertido en testigo de cargo, y al mismo tiempo los legisladores han tratado de imponer controles más estrictos sobre el uso de pentiti. El pentitismo, como se le denomina, ha seguido siendo un arma especialmente polémica en el arsenal de los jueces. El veredicto del primer juicio de Andreotti vino a reforzar los argumentos de quienes consideran a los pentiti intrínsecamente poco fiables. Durante el proceso se produjo una controversia cuando un pentito clave mató a otro gánster mientras se hallaba bajo protección policial. Desde entonces, los beneficios que los jueces pueden ofrecer a los desertores de la Mafia a cambio de información se han recortado. Además, cualquier evidencia que proporcionen los pentiti más de seis meses después de su captura, ahora se considera invalidada; el problema es que seis meses no es un plazo muy largo para que un hombre de honor dé información detallada sobre toda una vida de actividad criminal día tras día.
Provenzano ha establecido una Pax mafiosa mientras su organización reconstruye las redes de apoyo dañadas durante la década de 1980 y principios de la de 1990. Dado que las pistolas de la Cosa Nostra se han silenciado durante un tiempo, se ha escuchado incluso a algunos analistas sugerir que la Mafia está moribunda, que el nuevo mundo de Internet y la globalización resulta demasiado moderno para que lo entienda un matón semianalfabeto como Provenzano. Pero durante el último siglo y medio, la Mafia ha respondido a todos los grandes desafíos de la modernidad: el capitalismo, el surgimiento del Estado-nación, la democracia, el auge y caída de las grandes ideologías del socialismo y el fascismo, la guerra global, la industrialización y la desindustrialización. Nada de lo que los siglos XIX y XX pudieron proyectar contra la Mafia siciliana ha sido capaz de detenerla. No tiene mucho sentido sugerir que, librada a sus propias fuerzas, la Cosa Nostra no logre también hacer frente a los desafíos del siglo XXI. La organización jamás decaerá por decisión propia. El juez Scarpinato la define como un "cerebro colectivo, capaz de aprender de sus errores, de adaptarse y de contrarrestar las distintas medidas utilizadas para combatirla".
Cerebro colectivo
El destino de este "cerebro colectivo" sigue estando en el aire. La respuesta de las fuerzas del orden italianas a la Cosa Nostra es hoy más coordinada y eficiente que nunca. Así, por ejemplo, en julio de 2002, utilizando microbalizas GPS colocadas en los automóviles de diversos sospechosos, la policía arrestó a la que se afirma que era la comisión en pleno de la Cosa Nostra para la provincia de Agrigento: quince hombres, entre ellos un médico, un noble y un miembro del gobierno provincial. Al parecer, se habían reunido para elegir a un nuevo capo.
Sin embargo, y como ha ocurrido con tanta frecuencia en el pasado, el destino de la Mafia siciliana dependerá menos de las fuerzas del orden que de la política, entendiendo por ésta tanto el equilibrio de poderes interno de la organización como su relación con los representantes electos del pueblo. Bernardo Provenzano se enfrenta[ba] a una tarea política crucial. Tiene que hallar el modo de saldar el conflicto de intereses entre los capos que están en libertad y los líderes históricos de los corleoneses, hombres como Riina y Bagarella, que no han aceptado ser testigos de cargo y que llevan ya una década cumpliendo penas irreversibles de cadena perpetua bajo un duro régimen penitenciario.
Los capos del exterior necesitan la paz y la "inmersión" para llevar a cabo una estrategia de reconstrucción a largo plazo. Los del interior necesitan con urgencia que se modifiquen las leyes; sobre todo, la reforma de las condiciones penitenciarias -la conocida como "ley 41 bis"- que impiden que sigan operando desde la cautividad, pero también una serie de cambios en las leyes que permiten la confiscación de las propiedades mafiosas, e incluso una revocación de los precedentes sentados en el macrojuicio; todo ello quizás a través de leyes retrospectivas que debiliten el valor de las evidencias proporcionadas por los pentiti. En otras palabras: las exigencias que desencadenaron el ataque al Estado de las décadas de 1980 y 1990 aún no han sido satisfechas.
Y ahora, una década después de la muerte de Falcone y Borsellino, y de los atentados en la península italiana, algunos observadores temen que la Cosa Nostra haya encontrado a alguien en el Gobierno dispuesto a darle lo que quiere.
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