Estrés y frustración
Los profesionales que trabajan con los menores aseguran que las situaciones que están viviendo, con reagrupaciones semanales, les genera una situación de estrés y frustración que afecta al funcionamiento normal de su vida y de su integración social y educativa. Algunos han dejado de acudir al colegio o a los talleres ocupacionales.
Desde la delegación del Gobierno de la Comunidad de Madrid se señala que es comprensible que estos menores se quieran quedar en España, donde creen que pueden tener una vida mejor; pero también se advierte de que "no hay que confundir pobreza con desamparo", indica la subdelegada, Pilar Gallego. "El niño menor no acompañado tiene que volver a su país. Tiene que estar con sus padres, salvo excepciones, como que esté enfermo o que no tenga familia".
Reconoce Pilar Gallego que el problema es delicado, y que todos son conscientes de que hay muchos chicos en la calle, que se van de los centros por miedo a la repatriación. "Pero lo que no hay que hacer es levantarles expectativas de que se van a poder quedar aquí a largo plazo", subraya.
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