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Crónica:Baloncesto | Cuartos de final de la Euroliga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Puro nervio azulgrana

El Barça se clasifica para Praga a costa de un Madrid muy académico pero falto de mordiente

Robert Álvarez

El clásico más decisivo de los últimos tiempos se ventiló a dentelladas, como era previsible. Lo ganó el Winterthur Barcelona porque llegó más entero a los instantes finales y jugó con un punto más de nervio que el Real Madrid. Se batió con todas las de la ley el Madrid pero le faltó esa brizna de decisión que se requiere para llevarse un partido de semejante vuelo en el Palau Blaugrana. Bullock falló una ristra de triples, hasta tres en los dos últimos minutos. Alguno de ellos pudo cambiar las cosas pero el Barcelona llegó con una pequeña pero valiosísima ventaja al momento de la verdad. Es cierto que el Madrid llegó a empatar a 69 puntos a falta de casi dos minutos de la conclusión. Pero el Barcelona manejó esa pequeña ventaja durante todo el último cuarto. Eso desgasta al más pintado. Los fallos finales de Bullock, imponente en otras fases del partido, no hicieron sino reflejar el desgaste con el que él y su equipo llegaron a ese tramo decisivo.

W. BARCELONA 76 - REAL MADRID 70

Winterthur Barcelona: Williams (3), Navarro (15), De la Fuente (0), Fucka (12), Marconato (9) -equipo inicial-; Basile (8), Cota (2), Kakiouzis (19), Thornton (2), Trias (1) y Grimau (5).

Real Madrid: Sonko (6), Bullock (17), Gelabale (4), Reyes (6), Hamilton (6) -equipo inicial-; Hervelle (3), Rakocevic (14), Scales (10), Hernández-Sonseca (2) y Fisher (2).

Árbitros: Bachar (Israel), Belocevic (Serbia) y Sahin (Turquía).

Palau Blaugrana. Unos 8.000 espectadores. El Barcelona jugará la Final a Cuatro en Praga.

1º CUARTO: 21-23

2º CUARTO: 17-16

3º CUARTO: 18-13

4º CUARTO: 20-18

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El minipartido

Paradójicamente, todo empezó al revés de como acabó en un partido en el que no hubo manera de que nadie se impusiera de una forma neta. Maljkovic mueve las piezas con tal astucia que da la sensación de que todo es natural, fácil. No hay mejor síntoma para un equipo. Frente al atronador ambiente del Palau, en una situación tan crítica y decisiva, nada mejor para los jugadores que contar con un entrenador capaz de transmitir ese punto de calma, esa sensación de tenerlo todo bajo control. La suya es una autoridad mayestática frente al gesticulante proceder de Ivanovic. El Madrid jugó los primeros minutos de libro. Defendió muy debajo de su aro frente a un Barcelona que, de tanto lanzar al tuntún denotó una ansiedad incompatible con el tono que requería el partido. Williams es un magnífico jugador. Decidió el primer partido. Pero a veces se aturulla. Lanza cuando no debe. Desespera a Ivanovic y en lugar de aglutinar, desparrama el juego de su equipo.

La comodidad del Madrid se fundamentó en la impresionante puntería de sus tiradores que acumularon cinco canastas de tres en sus seis primeros intentos. No fue sólo una cuestión de precisión. El Madrid buscó ventaja en los emparejamientos de Gelabale con Navarro, más alto el francés, y de Bullock con De la Fuente, más rápido el estadounidense. Movió bien la pelota, incluso consiguió entregársela en magníficas condiciones a Reyes y Hamilton a tres o cuatro metros del aro. El Madrid defendió ocasionalmente en zona y mandó de entrada. El marcador lo atestiguó: 6-14.

El Barcelona reaccionó de la mano de Fucka que se fajó bajo los aros como no lo hizo ningún otro pívot. Kakiouzis es más listo para buscar las situaciones de tiro fácil ya sea triple o la recepción de un pase bajo el aro, pero fue fundamental la capacidad de Fucka para romper la línea de pívots madridista, para forzar faltas y para capturar rebotes, especialmente en un partido en el que Marconato actuó por debajo de lo que en él es habitual aunque aportó lo suyo en los instantes finales.

El Barcelona igualó el partido, que se espesó defitivamente en los inicios del tercer cuarto. Las defensas dieron una vuelta de tuerca. El Madrid se pasó cinco minutos sin anotar una canasta. El Barcelona no pudo poner tierra de por medio porque falló un montón de tiros libres, uno de los aspectos esenciales en partidos de este calibre. Otro es el rebote. No dejó que desear como en partidos anteriores el Barcelona en ese apartado. La entrada de un jugador poco habitual como Grimau significó un soplo de aire fresco para su equipo. Movió el balón con cierta soltura pero sobre todo fue certero en un par de pases, en un tiro, en un rebote, en un robo de balón. Muchos pocos que fueron llenando el cesto y que obligaron a Ivanovic a retrasar la reincorporación de Williams al juego.

Adquirió ventaja el Barcelona, 59-52. Pareció en disposición de evitar un final agónico. Casi lo consiguió. Pero su juego carece de la continuidad necesaria para convertirse en un rodillo. El Madrid tuvo su oportunidad pero llegó demasiado apurado al final. Y además, le faltó ese punto de nervio que caracteriza precisamente el juego del Barcelona, el que le ha metido en la Final a Cuatro de Praga.

Hervelle coge un rebote ante Cota, a la izquierda, y Fucka.
Hervelle coge un rebote ante Cota, a la izquierda, y Fucka.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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