El minipartido
Finalmente, el Barça irá a Praga. Después de ver lo acontecido en los tres partidos, también podría haber ido el Madrid, pues ninguno de los dos equipos demostraron merecer el pasaporte más que el otro. Al final y en el final, fue cuestión de un par de detalles en un último minuto. Pero son de esas cosas que separan los equipos que ganan o pelean por lo títulos y los que se quedan en el camino. Al Madrid le costó dios y ayuda llegar vivo a este final, pues sobre todo en el último cuarto pasó por un par de momentos donde pareció que se descosía definitivamente. Pero los dos triples que encadenaron Rakocevic y Bullock, unido a dos decisiones erróneas de Navarro, que esta vez asumía su cota de protagonismo de forma equivocada, volvió a colocar el partido en el mismo punto en el que se desarrolló desde el principio.
En estos mini-partidos dentro de los partidos que se limitan a dos, tres acciones por cada lado, el Madrid sucumbió más por errores de bulto que por otra cosa. Dejar a Basile más solo que la una para que armase el brazo y liquidase medio partido con un triple fue un fallo garrafal y casi definitivo. El otro medio se lo apuntó en la contestación al trallazo del italiano. Por dos ocasiones Bullock no encontró otra manera posible que dos triples demasiado lejanos y complicados. Cuando esto ocurre y salvo milagro, el resultado es el hierro. Y con ello, la derrota.
Hasta entonces, todo se desarrolló en medio de una tensión extrema, sobre todo a partir del segundo tiempo. El partido que durante los primeros 20 minutos había sorprendido por la claridad de ideas con la que ambos equipos se habían comportado, entró en shock. Viendo los tres primeros minutos, donde nadie fue capaz de anotar un solo punto, se podía adivinar que casi de repente todos eran conscientes de que estaban ante el partido del año. Fue como si en el cuarto de hora de descanso los jugadores habían tenido tiempo suficiente para rumiar la situación extrema a la que se tenían que enfrentar.
A partir de allí, el juego paso a segundo plano y el componente emocional se hizo el amo del cotarro. Y se pudo ver que por tercera vez en la serie, Rakocevic no estaba ni fino ni clarividente, lo que dejaba a Bullock como el único destinatario de la suerte del Madrid. Y también que el juego interior del Barça seguía haciendo mucho daño con sus combinaciones. Al final, una cosa y otra se juntaron en los minutos definitivos. Marconato y Fucka fueron fundamentales, de la misma forma que los blancos se tuvieron que encomendar sin otro remedio a la muñeca de su norteamericano, al que perseguían con saña Basile y cualquiera que anduviese cerca. Demasiado complicado para ganar un partido de este calado.
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