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Entrevista:ISABEL HERGUERA

"No se puede vivir de la animación experimental"

Isabel Herguera (San Sebastián, 1961), directora del Festival de Cine de Animación de Lleida y creadora de sus propios cortometrajes de animación, acabó en 2005, tras tres años de ardua tarea, su último trabajo: La gallina ciega. En él cuenta la vivencia de un ciego al perder su perro. "Es un alucine pensar que para siete minutos has entregado tanta vida", confiesa. Por eso, cuando pone el punto y final a una obra siente el deseo de guardarla en el armario. Sin embargo, no es fácil, ya que vive el tiempo de recoger los frutos. Nominado al Goya, ganador del Gran Premio del Cine vasco, galardonado en el Festival de Siena e incluido en el catálogo Kimuak, La gallina ciega ha sido seleccionado ahora para competir en el festival francés de animación Annecy, uno de los más importantes del mundo.

"La animación independiente no encaja ni en una sala de cine comercial ni en una galería de arte"

Pregunta. ¿Cómo ve el panorama de la animación en España?

Respuesta. A nivel industrial se produce mucho, pero creo que es una industria que mantiene puestos de trabajo, no una industria suficientemente competitiva a nivel internacional. Los recursos son limitados, no hay suficiente investigación. La investigación requiere una gran inversión por parte de la institución que sea. En el campo de la animación experimental o independiente, que es la que yo hago, se están creando cosas más competitivas internacionalmente.

P. En este caso parece que falla la distribución, la oportunidad de mostrar el trabajo.

R. El trabajo de animación experimental se refleja mucho en la publicidad o en los vídeos musicales, aunque sólo sea formalmente. Ahí es donde revierte económicamente. El género en sí, no se sabe donde encajarlo. No encaja ni en una sala de cine comercial ni en una galería de arte. Es un híbrido extraño, un camino intermedio, una especie de trinchera.

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P. ¿Y las ayudas?

R. A la hora de exigirte papeles y de darte subvenciones para hacer un corto experimental, te tratan de la misma manera que a la industria, que se supone que está haciendo un trabajo porque tiene después algún tipo de beneficio. Debería haber un poco más de apoyo para el corto, porque es un trabajo ímprobo, de mano de obra y mucho tiempo.

P. ¿Es entonces difícil vivir de la animación experimental?

R. No se puede vivir de ella.

P. ¿Cuáles son los lugares de referencia de la animación independiente?

R. Japón es un mundo bestial. Inglaterra tiene muy buena animación. Hay muchas escuelas. Además, pones la tele, y cada dos anuncios hay uno de animación experimental. Quieras o no, está dando trabajo. También Francia hace cosas buenas.

P. ¿Dónde queda EE UU, más allá de la animación comercial?

R. Se hacen cosas, pero de lo que pudo ser en los años setenta u ochenta, cuando realmente marcaba dónde iba la animación, cuando era más experimental, a lo que es hoy...

P. Usted trabajó allí doce años, hasta el 2002. ¿Los atentados del 11-S afectaron a la creación?

R. Claro, se pasó de recibir propuestas para hacer anuncios de lo más locos a volver otra vez a personajes de animación tradicional: los ratoncitos, la vaca volando y demás.

P. ¿Darle la vuelta a eso será complicado?

R. Buff, sobre todo con George Bush [presidente de EE UU]. La manera de tratar las cosas visualmente está totalmente ligada a la política del país y al sentimiento del país.

P. Ha comentado en alguna ocasión que para dedicarse a la animación hay que ser una persona "obsesiva e hiperactiva". ¿Por qué?

R. Si cada segundo son 24 imágenes, y para hacer un minuto puedes llegar a estar un mes o dos, imagínate el concepto de tiempo. Tienes que mentalizarte de que el tiempo va a otra velocidad totalmente distinta. Por eso tienes que ser obsesiva, porque lo importante es acabar, y es un trabajo exhaustivo.

P. ¿Le tienta el cine tradicional?

R. Me gusta mucho, pero no para hacerlo yo. Es muy difícil, es una disciplina a la que tengo mucho respeto.

P. ¿Y se ve dando el salto al largo dentro de la animación?

R. No. Tampoco tengo historias que contar que sean tan largas. Ya me parece difícil hacer siete minutos... Además, en los cortos, controlas tú todo del principio al final. Cuando entras dentro de un proceso industrial pierdes mucho.

P. ¿Está trabajando ya en un nuevo corto?

R. Estoy en ello, pero prefiero no adelantar su contenido. Dicen que cuando hablas de las cosas que están aún sin resolver puedes llamar a los malos espíritus. Pero bueno, es una pequeña historia muy personal.

P. Animac, el festival que dirige, cerró hace un mes su décima edición. ¿Se plantea algún cambio, alguna novedad para el futuro?

R. Cada edición es una historia nueva, porque nunca sabes qué te vas a encontrar. Lo que sí queremos es que haya cada vez más actividades paralelas, que la ciudad de Lleida pueda vivir realmente qué es la animación desde un lado y otro de la cámara, por ejemplo, con talleres.

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