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Una forense dice no compartir la hipótesis que acusa a Maeso

Elvira Garrido-Lestache y López Belmonte es la forense que revisó al menos a 70 enfermos de hepatitis C de los 276 que están incluidos en el sumario cuyo juicio se celebra en la sección segunda de la Audiencia de Valencia y en el que él único imputado es el anestesista Juan Maeso. Ayer compareció ante el tribunal y se inició la revisión de las historias clínicas, de la documentación que está incorporada a la causa, de esos afectados a los que ella vio. Además de reconocer que faltaba documentación, que nunca preguntó sobre el genotipo que tenían porque entendía que para su trabajo esa información no aportaba nada, dijo: "Me cuesta mucho creer todo esto".

La afirmación fue la respuesta a una cuestión planteada por el abogado Francisco Davó, defensa de Maeso. La forense, que dejó claro que ninguno de los compañeros que habían comparecido ante el tribunal -caso de Matías Vicente, director del Instituto de Medicina Legal de Valencia- como los que pudieran hacerlo hablaba en nombre de los demás, aseguró que no podía compartir la teoría de la acusación. No explicó su hipótesis. Reiteró que efectivamente la única posibilidad de transmisión es el contacto sangre con sangre. "Coincidimos en que la vía de transmisión es la percutánea, no entramos a valorar nada más, al menos yo", dijo.

Pero añadió que podría haber protagonizado ese contagio "cualquier persona que pudiera estar infectada con el virus de la hepatitis C en ese entorno en el que un paciente está expuesto y para ello es preciso que se rompa la integridad cutánea, pero hay miles de combinaciones, el cirujano, el instrumental, otra persona...". E insistió en que podía ser una sucesión de probabilidades que no se repetirían.

Anestésico local

Garrido, ante una de las piezas separadas sobre las que tuvo que pronunciarse, explicó que a la paciente en cuestión, según la documentación disponible, no se le había administrado ningún opiáceo. Consta en la documentación que se le administró escandicaín (anestésico local que no se pincha). Davó, entonces, le preguntó cómo creía ella que podía haberse producido el contagio si se daba por buena la hipótesis de que Maeso era consumidor habitual de opiáceos y en esta paciente no los había y, por tanto, no existía una sustancia que pudiera servir al supuesto perfil toxicológico de Maeso.

Elvira Garrido-Lestache afirmó: "Es cierto, aquí hay escandicaín, no hay opiáceos. Esto, a nosotros, nos descoloca". Acto seguido fue el también forense Juan Giner, que ayer compareció junto a ella, quien aseguró que sólo ellos eran responsables de los documentos que habían firmado y de las cosas que ellos mismos decían. "Desconozco las afirmaciones del señor Vicente [en referencia al director del IML], mis impresiones son similares a las de la doctora Garrido-Lestache". Ambos forenses comparecerán ante la sala hasta que revisen todas las piezas (historias individuales) en las que participaron, ayer sólo pudieron verse cuatro.

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