'El Niño' de las motos sonríe de nuevo

La inoperancia frente al marco rival que su ídolo, Fernando Torres, manifestó ayer en el partido de Liga que enfrentó al Atlético de Madrid y al Espanyol, significó el único borrón en un fin de semana que se adivinaba perfecto para Álvaro Bautista (Talavera de la Reina, 1984).

Ni las interminables horas de espera en el aeropuerto de Doha, donde la mañana del sábado se anotó su segunda victoria consecutiva en el Mundial de 125cc, ni las seis horas de vuelo nocturno hasta Roma en clase turista ni el tránsito hasta Madrid fueron suficiente losa para impedir que este risueño joven de rostro travieso y pelo en punta teñido de rubio se desgañitara por la tarde frente al televisor. "He llegado, he descansado un poco y sí, claro, he visto al 'Atléti'. Nos han empatado en el minuto 82, qué mal", se lamentó el hincha colchonero que, en 2002, ganó su primera carrera del Campeonato de España de Velocidad (CEV) a los mandos de una moto acicalada con el escudo de su equipo. "Nunca olvidaré los colores con los que gané mi primera carrera", evoca 'Alvarito', admirador declarado de 'El Niño' Torres, delantero centro rojiblanco. "A nivel deportivo, Torres es mi referencia por su carácter y lucha", sostiene.

Tras un año sobre una Honda con la que acabó 15º, el toledano es líder del Mundial

Catorce días después de festejar en Jerez su primer triunfo en el Campeonato del Mundo de Motociclismo, Bautista, de 21 años, reafirmó el sábado en Qatar que su sintonía con la Aprilia de 125 cc que a principios de esta temporada le ofreció Jorge Martínez 'Aspar' es total. El cuatro veces campeón del mundo llevaba años detrás del toledano y, la funesta temporada que protagonizó el pasado curso aupado a una Honda del equipo Seedorf, propiedad del ex jugador del Real Madrid

[terminó el año decimoquinto], le abrieron las puertas.

Como les ocurre a los Pedrosa, Elías o Stoner, el responsable de que Bautista pueda exhibir ahora su destreza al semimanillar de una moto es Alberto Puig, actual manager de Pedrosa, y poseedor de un privilegiado ojo para descubrir perlas a quien luego se debe pulir. El ex piloto observó a Bautista en el circuito del Jarama una fría mañana de invierno de 1999, y lo seleccionó como piloto reserva del CEV. A partir de entonces la progresión de Bautista fue paulatina en el campeonato nacional hasta que, en 2003, se alzó con el título. Aquel mismo año debutó como invitado en un Mundial, que la temporada siguiente ya disputó al completo. Su mejor resultado aquel año fue la cuarta posición que logró en La Catedral, su circuito favorito. "Assen (Holanda) me encanta por lo rápido que es. Con las motos de 125cc, puedes ir casi todo el rato con el acelerador accionado a fondo", asevera.

Bautista vio el Espanyol-Atlético en casa, con Javier y Susana, sus padres. "Mi padre está encantado con su nuevo reloj", se regocijó el líder del campeonato de las motos pequeñas que, a su llegada a Talavera, le regaló a su padre el reloj que se otorga al pole-man de cada carrera. "Yo no quise ver la carrera. Luego sí, vi que los de casa gritaban y supe que algo grande había pasado", suspiró Susana, a quien cada vez que si hijo salta a la pista los nervios la consumen en Talavera. La localidad cuenta ya con una calle con el nombre de su hijo, también hijo predilecto del lugar.

Con Mick Doohan como referente en la que es su manifiesta pasión desde que era un retaco de apenas cuatro años, la oportunidad que le ofreció Aspar al inicio de temporada parece haberle sacado del atolladero en el que manifiestamente se sumergió en 2005. Como le ocurriera en su día a Héctor Barberá, con el que peleó en el CEV hace cuatro años, el talaverano no se entendió con las peculiaridades de la Honda que le cayó en las manos el pasado año. "Un piloto no se olvida de ir en moto", se defiendía un abatido Bautista el pasado año. Su explosión en esta inicio de curso, le dan la razón.