Al menos 71 muertos en un triple atentado suicida contra una mezquita chií en Bagdad
La prensa suní había publicado un bulo que vinculaba el templo con un centro de detención
Tres terroristas vestidos con abayas negras, el traje tradicional de la mujer chií en Irak, se hicieron explotar ayer en una mezquita de Bagdad causando la muerte de al menos 71 personas y heridas a otras 164, según informó la policía. Dos de los suicidas se hallaban en el interior del templo cuando detonaron sus cargas explosivas. El tercero aguardaba en el exterior, a la salida de los fieles, que en viernes abarrotaban su interior. La mezquita Burata, del barrio de Utaifiya, al norte de la capital, está ligada al Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (CSRII), principal partido chií del país.
El imán de la mezquita, jeque Jalaleddine al Saghir, declaró a la televisión Al Arabiya: "Según las primeras investigaciones, un hombre y una mujer vestidos con abayas entraron en la zona reservada a las señoras e hicieron estallar su carga explosiva".
Fuentes policiales aseguraron horas después que los dos terroristas del interior eran varones, y varios testigos señalaron que el tercer suicida, el que aguardaba en el exterior del templo, era una mujer. El atentado se produce un día después de otro ataque ocurrido en la ciudad santa de Nayaf, 180 kilómetros al sur de Bagdad, que causó la muerte a 13 personas.
De nada sirvieron las advertencias lanzadas días atrás por el Ministerio de Interior iraquí, que había pedido a los bagdadíes que estuvieran vigilantes ante un posible atentado el viernes contra una mezquita, mercado o lugar concurrido.
Las escenas de dolor en la mezquita de Burata pudieron seguirse desde las televisiones árabes: decenas de hombres desesperados buscaban a gritos a sus mujeres y se llevaban las manos al pecho, mientras que otros hombres pugnaban por abrirse paso, provistos con camillas. Fuentes del Ministerio de Sanidad informaron de que todas las víctimas habían sido trasladadas a tres hospitales, los de Al Karj, Al Sadr y Kademiya, en los que se habían contabilizado 71 muertos. El Ayuntamiento de la capital realizó un llamamiento para la donación urgente de sangre.
"Los chiíes somos el objetivo y esto es un ataque sectario que no se puede justificar", afirmó el líder del CSRII, Jalal al Deen, quien se encontraba en el interior de la mezquita cuando se produjo el atentado, del que salió ileso. Él mismo explicó a los periodistas que había contado 65 cuerpos. La primera de las tres explosiones se produjo a las once de la mañana.
Al Deen acusó a algunos periódicos suníes de incitar a la violencia con la publicación de informaciones falsas. Se refería a una noticia en la que se vinculaba la mezquita de
Burata, la que fue atacada ayer, con un centro de detención en el que se torturaba a prisioneros suníes.
Muchas personas se acercaron a la mezquita, situada en un barrio chií, para ayudar a trasladar a los heridos en cualquier tipo de vehículo. "Esto es un acto cobarde. Cada vez que veo escenas sangrientas como ésta se me caen las lágrimas y me duele el corazón", aseguró el bombero Jawad Jathim.
La tensión entre la comunidad chií (que representa el 60% de la población iraquí) y la árabe suní (el 20%, y muy ligada al régimen de Sadam Husein) es grande desde el 22 de febrero, cuando un atentado destruyó parcialmente la mezquita dorada de Samarra, una de las más importantes del chiísmo. Desde entonces son constantes los actos de venganza entre ambas comunidades a través de sus milicias y de otras nuevas creadas en los barrios para defenderse.
Cientos de cuerpos han sido encontrados en Bagdad maniatados, con los ojos vendados y a menudo estrangulados y con señales de haber sido torturados. Se trata de asesinatos al estilo de los escuadrones de la muerte y en los que en algunos casos han estado implicados policías iraquíes. Los líderes suníes acusan al Ministerio de Interior de dirigir esos escuadrones. La situación es tan grave que algunos políticos, como el ex primer ministro de Irak, Ayad Alaui, un chií laico y pronorteamericano, hablan de la existencia de una guerra civil larvada.
El atentado de ayer se produce en medio de una gran crisis política. Después de casi cuatro meses de la celebración de unas elecciones que Washington y Londres presentaron como la culminación del proceso que se inició en marzo de 2003 con la invasión, Irak no tiene Gobierno. Kurdos y suníes, alentados los primeros por Estados Unidos, se oponen a que el candidato propuesto por la Lista Chií, Ibrahim al Yafari, se convierta en primer ministro. Jalaleddine al Saghir, el imán de la mezquita atacada ayer en Bagdad, que es además un alto cargo del CSRII, pidió hace una semana a Al Yafari que presentara la dimisión para desbloquear el proceso.
Por otra parte, el Ejército de Estados Unidos anunció ayer la muerte de dos de sus soldados, uno a consecuencia de las heridas sufridas en un ataque el jueves en Bagdad y otro tras la explosión de una bomba en Baiji, zona petrolera al norte de Irak.
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