En la muerte de Sánchez Montero
Ha muerto en Madrid, a los 90 años, Simón Sánchez Montero. Cuando alguien con larga y reconocida historia nos deja, abundan en las plumas de las personas más cercanas palabras de elogio a su trayectoria. En el caso que nos ocupa, no será fácil hacer justicia a un hombre que encarna como nadie la resistencia a los zarpazos represivos de la dictadura franquista desde sus firmes convicciones democráticas. Un combatiente por la libertad que levantó la bandera del comunismo allí donde sólo se aconsejaba contar coartadas o echar mano de la ficción para salvar el pellejo. Simón Sánchez Montero fue el PCE en carne y hueso, el dirigente, el militante, el del interior, el del movimiento obrero y sus CC OO, el santo y seña de los intelectuales, el hombre a batir por la policía de Franco, el comunista de la libertad, el Partido. Siempre atento a los cambios, al pulso de la gente, al diálogo. Fue fundador de IU. Ahora que algunos ponen a las víctimas identidad excluyente, bueno será recuperar la memoria de los que nunca faltaron a la cita de la lucha por la libertad, a ciudadanos como Simón que no consiguieron tener en vida el solemne reconocimiento institucional que merecen. La democracia y sus instituciones están en deuda con estos hombres y mujeres sin los cuales no es posible entender la democracia en España.
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