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Reportaje:Fútbol | 31ª jornada de Liga

Roberto Carlos contra Ronaldo

La tempranera expulsión del lateral madridista, un hándicap para el goleador, que ansiaba resarcirse en el Camp Nou de todos sus sinsabores

Diego Torres

Ronaldo pisó el Camp Nou convencido de que haría algo grande. Algo que llegaría a oídos de todo el planeta y que pondría en alerta a Brasil y a sus rivales para la próxima Copa del Mundo. Lo que Ronaldo no contabilizaba, lo que no podía sospechar en modo alguno, es que un compañero suyo, Roberto Carlos, repetiría una de sus actuaciones penosas en el estadio barcelonés. Roberto Carlos sabía lo que es actuar sin responsabilidad en el Camp Nou. Le ocurrió en la primavera de 2000, cuando fue expulsado por hacer faltas indiscriminadas a Figo. También sabía lo que es protagonizar una derrota. Le pasó la temporada pasada, cuando cedió el balón a Casillas de tan mala manera que dejó a Eto'o completamente solo ante el gol. Anoche, Roberto Carlos, con la colaboración del árbitro, Medina Cantalejo, arruinó a la media hora un partido que se venía disputando con emoción y belleza.

Roberto Carlos fue expulsado tras provocar al árbitro con lamentos continuos y gestos destemplados. Había visto la tarjeta amarilla unos minutos antes por protestar el penalti que él mismo había cometido. Medina Cantalejo, pitó la pena máxima tras un leve roce entre el lateral brasileño y Van Bommel. El gol de Ronaldinho puso al Barça por delante. Otro año más. Otra vez con la intermediación ciertamente desgraciada de Roberto Carlos.

La ansiedad de Roberto Carlos por concentrar la atención sobre sí mismo impidió a Ronaldo completar una noche con la que contaba para cerrar su temporada más pobre en el Madrid. Dos lesiones graves, una muscular y otra de tobillo, lastraron a Ronaldo durante medio campeonato. El partido de ida, jugado el 20 de noviembre, señaló un punto de inflexión: Ronaldo jugó sin estar recuperado de su lesión de tobillo y el ligamento que había estado curando le volvió a dar problemas. La recaída coincidió con un acontecimiento humillante. Los aficionados del Bernabéu, que tantas veces le escamotearon una ovación, se volcaron con Ronaldinho en una fortísima ola de aplausos. Desde ese día Ronaldo soñaba con devolver el golpe. Ningún sitio mejor para hacerlo que el Camp Nou. La oportunidad, ayer mismo.

Las aspiraciones de Ronaldo encontraron grandes dificultades de salida. La principal fue el penalti en contra y la expulsión de Roberto Carlos. No fueron suficientes para evitar su obra magistral. Cinco minutos después de la marcha de su compatriota recibió una pelota al espacio libre. Se la dio Baptista. Fue la segunda que tocó Ronaldo en ventaja. No dudó en encarar a Motta. Le resistió la carrera con éxito. Motta se desmoronó con una lesión muscular. Ronaldo siguió y, al pisar el área, picó el balón sobre la salida de Víctor Valdés. El gol dejó muda a su antigua afición.

Hasta el gol, Ronaldo había vivido el clásico como un oso en Alaska. Más solo que la una. Bamboleándose lentamente con ese andar cadencioso que lo llevaba de un extremo a otro del campo. Alternativamente, se metió dentro y fuera de juego, dentro y fuera de juego. Con una inquietante indiferencia recorrió la frontera que marcaba la línea de zagueros.

Parecía hallarse sumido en cavilaciones extemporáneas. Tal vez lamentaba la falta de entrejuego de su equipo. La distancia que lo separaba de sus pasadores, de Guti, de Zidane, de Robinho o de Beckham. Fue una ironía que el hombre que le sirviera el pase del gol fuera Baptista, el menos célebre de todos por esta habilidad.

Anoche, Ronaldo se fue del Camp Nou con un botazo de Motta en la boca y un golpe de Puyol en un hombro. Se agotó en tres contragolpes infructuosos, pero espectaculares. En uno de ellos fue amonestado por simular una caída en el área. Cuando se cruzó con Medina Cantalejo hizo algo que no suele hacer nunca: le protestó el penalti con insistencia. El público local le dedicó un grito poco elegante. Un cántico como una cortina para tapar el miedo: "¡Goooordoooo, goooordoooo....!".

Ronaldo, tras marcar su gol.
Ronaldo, tras marcar su gol.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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