Detenido un presunto pirómano en El Berrueco que actuaba en venganza contra su ex novia
José Domínguez Cordero, de 40 años, es el supuesto autor de al menos ocho incendios
A José Domínguez Cordero, de 40 años y vecino de El Berrueco, le echaron en octubre del trabajo; en noviembre le dejó su novia, y, en venganza, se dedicó a quemar restaurantes, pajares, coches y casas en su pueblo. La Guardia Civil le detuvo ayer a la una de la tarde en su domicilio, donde se había atrincherado de madrugada, después de quemar un pajar y salir corriendo. Los agentes le llevaron de inmediato al cuartel para evitar que algunos vecinos le pegaran. Domínguez Cordero es el presunto autor de al menos ocho incendios ocurridos en la localidad desde octubre.
En primera línea. Así le gustaba a José Domínguez Cordero, conocido como El Cordero, contemplar las llamas del fuego que horas antes él mismo había provocado en distintos lugares de su pueblo, El Berrueco (463 vecinos). "¡Pues anda que no tardan en llegar los bomberos!", le gustaba decir, rodeado del resto de vecinos que habían acudido alertados, cada vez de manera más frecuente, al incendio de un pajar, de una casa, de un coche o de un restaurante.
La Guardia Civil le detuvo ayer a la una de la tarde. El pirómano había quemado a las dos de la madrugada un último pajar, luego salió corriendo y se metió en su casa. Los agentes ya sospechaban de él y le estaban vigilando. Le siguieron hasta su domicilio y le exigieron que saliera. Pero El Cordero se negó. "¡Dejadme dormir!", gritó a la Guardia Civil, que solicitó entonces una orden judicial para acceder al domicilio.
La madrugada fue tensa. "Se ha subido incluso al tejado para ver si podía escaparse", explicó ayer el alcalde de El Berrueco, Jaime Sanz Lozano (PP). Los agentes le pincharon las ruedas de su coche, un Renault Laguna azul, para evitar que huyera.
Numerosos vecinos acudieron de madrugada ante las puertas de la casa del pirómano, algunos en bata y zapatillas.
A las dos de la tarde el hombre, vestido con una camisa blanca de manga corta y un pantalón oscuro, finalmente se entregó. Algunos residentes le recibieron con gritos. La Guardia Civil le trasladó inmediatamente a la casa cuartel de Torrelaguna, para evitar que los vecinos le linchasen.
"Si llega a estar el dueño del pajar que quemó el otro día, le arrea una...", contó un residente que vive puerta con puerta con el detenido.
El Cordero sólo quería vengarse: de su ex lugar de trabajo y de su ex novia. Su primera fechoría la perpetró el pasado 28 de octubre. Ese día provocó, supuestamente, un incendio en un restaurante, frente al embalse de El Atazar. Allí había estado trabajando los últimos cuatro años, hasta que fue despedido días antes de incendiar el establecimiento.
En noviembre y diciembre El Cordero no quemó nada. Luego, en enero, la tomó con su ex novia. Herminia, una chica del pueblo, le dejó en noviembre, según explicaron sus familiares. "Mi hermana le abandonó y él le quemó entonces el coche. Luego incendió el vehículo de otra hermana y a mí me quemó la casa hace un mes", explicó ayer un hermano de Herminia, que prefirió no dar su nombre. "Entró en la casa y fue quemando colchones", aseguró.
La familia de Herminia no quiere ni oír hablar de El Cordero. "Ya se lo advertimos a la chica. A él se le conocen en el pueblo hasta seis novias...", advirtió el padre de la ex novia del pirómano. "El Cordero gustaba mucho a las mujeres, se ponía melosito, con el acento gallego. Estaba todo el día borracho", añadió el hombre.
Estos familiares agregaron que el detenido salió después "con otra muchacha del pueblo", que ésta también le dejó y entonces él se dedicó a quemar las propiedades colindantes a la casa donde vive la chica.
José Domínguez es natural de Galicia. A El Berrueco llegó hace ya ocho años, solo. Vivía en una casa de alquiler, justo enfrente de la casa de su ex novia. Con ella se fue a vivir durante un tiempo a Guadalix de la Sierra, pero cuando Herminia le dejó, el supuesto pirómano volvió a vivir al municipio de El Berrueco.
Para unos vecinos, el presunto pirómano "era un buen muchacho que trabajaba mucho". Para otros, en cambio, "era un vago y un cara". "Estábamos echando la culpa de los incendios a los inmigrantes. ¡Quién nos iba a decir que era el pájaro éste!", concluyó otro residente.
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