ETA aumentó la extorsión a los empresarios al quedarse en números rojos
Las finanzas de ETA han estado en los últimos dos años en números rojos. Para paliar esta situación, la banda lanzó una ofensiva de atentados en 2005 contra empresas que se resistían a la extorsión, según se desprende de los datos internos. Los correspondientes al periodo comprendido entre 2001 y 2004 evidencian que ETA se financia básicamente con los ingresos procedentes de la extorsión a empresas.
Este flujo de dinero se hundió en 2004, año en el que los ingresos de la banda representaron poco más de la mitad de los gastos, por lo que tuvo que emplear una buena parte de sus reservas para cubrir la diferencia. Entre los años 2001 y 2003, ETA registró un flujo de entradas y salidas de dinero con equilibrio: ingresó alrededor de 130.000 euros al mes, como media de todo el periodo, y gastó alrededor de 120.000. Sin embargo, la evolución de la economía etarra fue negativa: en 2001, el mejor año del periodo, obtuvo unos ingresos por extorsión de cerca de 150.000 euros mensuales, aunque en los dos años siguientes el dinero obtenido por el chantaje a los empresarios sólo sirvió para cubrir la financiación de ETA, pero sin margen para acumular reservas.
En 2004, los ingresos se hundieron de forma espectacular, cayendo a la mitad de los dos años anteriores. La precariedad de esta fuente de financiación obligó a ETA a echar mano de las reservas que tenía de épocas anteriores y que, al iniciarse ese año, no llegaban a los setecientos mil euros. El desfase económico fue tal que solamente en los seis primeros meses de 2004 tuvo que gastar el 47% de los fondos de reserva.
Asesinato de Korta
La evolución de los ingresos por extorsión se explica por la presión que practica ETA sobre los empresarios. En el año 2000, la presión fue extremadamente alta, pues hubo 15 atentados contra empresas, entre ellos el asesinato del presidente de la patronal guipuzcoana, José María Korta, que había animado a los empresarios a resistir a la extorsión terrorista. Esa campaña de atentados elevó los ingresos de ETA en 2001 hasta cerca de 1,8 millones de euros. Sin embargo, en los años siguientes los ataques contra empresas se redujeron de manera significativa -entre 2001 y 2004 hay un total de 14 atentados- y, en paralelo, se produjo una disminución de los pagos a la banda.
Los años 2003 y 2004 fueron, además, de un nivel bajo de violencia por parte de ETA, el menor en tres décadas. Todo ello contribuyó, seguramente, a que se atenuara el sentimiento de amenaza y de presión por parte de las personas extorsionadas y a que aumentara el rechazo a hacer efectivos los pagos requeridos. Para contrarrestar esa tendencia, ETA inició en 2005 una nueva campaña de atentados contra las empresas que se tradujo en la colocación de 18 bombas ese año, a las que se suman otras tres en el primer trimestre de 2006.
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