Deportividad confortable
La imagen espectacular del Brera puede hacer pensar que es un deportivo radical, pero en la práctica es un cupé cómodo y fácil de conducir que se adapta bien al uso diario y permite afrontar viajes largos sin cansar a sus ocupantes. Tiene una posición de conducción baja, aunque menos que otros deportivos, pero incluye una serie de regulaciones que permite encontrar la postura ideal sin complicaciones. En cambio, algunos mandos no están a mano y exigen acostumbrarse.
Versión básica con poco nervio
La versión básica del Brera monta el motor 2.2 JTS de 185 CV, un moderno propulsor de origen Opel con los últimos avances, como inyección directa de gasolina, bloque y culata de aluminio. Es bastante ligero, pero tiene una respuesta muy lineal y más apropiada para un familiar que para un deportivo. Así, responde bien casi desde el ralentí y sube de forma constante hasta las 6.500 vueltas, pero a medio régimen le falta carácter y no tiene el nervio que se espera de un cupé con la imagen del Brera. Además, el cambio manual de seis marchas presenta un escalonamiento muy abierto y un accionamiento de recorridos largos y lentos que tampoco ayuda. Estos detalles, unidos a unas ruedas de medidas excesivas y a un peso alto (1.470 kilos), penalizan el brío y el disfrute en la conducción, y provocan una respuesta algo perezosa que se aprecia sobre todo en las subidas y al adelantar.
Como versión asequible de acceso a la gama, el motor 2.2 JTS ofrece unas prestaciones correctas y permite viajar a buen ritmo en trazados amplios y autopista, con un tacto suave, agradable y seguro. Pero para los aficionados a la conducción deportiva, el motor se queda corto y no cumple las expectativas. En contrapartida, los consumos no se disparan, y gasta menos de 10 litros en conducción suave y alrededor de 12 en ciudad y estirando las marchas.
Más cómodo que deportivo
El Brera tiene un comportamiento dinámico bastante eficaz y una buena estabilidad en todo tipo de trazados, ya sean lentos o rápidos. Obedece bien a la dirección, no da sensación de pesadez en las curvas enlazadas y tiene mucho aplomo en autopista. Pero su carácter deportivo está menos marcado que en otros Alfa, incluidos los más familiares, y busca el confort con unas suspensiones que filtran todo sin transmitir las irregularidades al interior.
El resultado es un deportivo razonable que huye de las reacciones secas de otros rivales, ofreciendo un tacto suave y placentero que exige poco esfuerzo al conductor. Pero también responde al volante con unas reacciones menos rápidas e inmediatas que otros cupés, no gira tan plano en las curvas, y tanto el tacto del cambio como el de los pedales resulta más lento y menos preciso de lo deseable. Por eso, aunque responde con eficacia, no termina de emocionar ni divierte tanto como se puede esperar a priori.
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